La presidenta del Congreso, Ana Pastor, en una imagen de archivo.

La presidenta del Congreso, Ana Pastor, en una imagen de archivo. Efe

Política EL PAPEL DE LA PRESIDENTA

El circo del Congreso: la impotencia de Ana Pastor para mantener el orden

  • Insultos, cortes de mangas, tertulias improvisadas, camisetas con denuncia... Expresidentes de la Cámara critican el bajo nivel de los diputados. 
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3 diciembre, 2017 03:10

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La última vez que la presidenta del Congreso perdió la paciencia en el hemiciclo fue el jueves. Ana Pastor llamó al orden a los parlamentarios varias veces por estar hablando en distintos corrillos mientras un compañero intervenía desde el atril. Hasta que estalló. "Es imposible estar horas en esta tribuna escuchando el murmullo permanente. Si quieren tertulia, salgan del hemiciclo y hagan la tertulia fuera".

El episodio no fue un caso aislado. En el año y medio que lleva en el cargo, la presidenta ha tenido que moderar un Parlamento bronco donde ha habido de todo: insultos, cortes de mangas, camisetas con denuncia, impresoras y diputados con unas esposas en sus escaños.

Jesús Posada se sentó en el sillón que hoy ocupa Pastor durante cinco años y repasa con EL ESPAÑOL la única vez que tomó la decisión de eliminar del Diario de Sesiones un pasaje que había sucedido en el hemiciclo. Era septiembre de 2015 cuando un diputado de Amaiur, Sabino Cuadra, rompió un ejemplar de la Constitución desde la tribuna de oradores. Una vez consultados los servicios jurídicos de la Cámara, el presidente del Congreso retiró el gesto para que no constara en las actas que recogen el debate.

El propio Posada reconoce que él no es partidario de que no conste en acta todo lo que sucede en una sesión parlamentaria, pero entiende que los debates de antaño tenían "más nivel" que los actuales. Patxi López, su sucesor en el cargo, no tuvo que enfrentarse nunca a una situación parecida pero coincide en el diagnóstico: "Es muy complicado moderar un Parlamento como el actual".

Riñas en el despacho

Ana Pastor ostenta el récord de veces que un presidente del Congreso elimina del Diario de Sesiones palabras malsonantes. La última vez, hace apenas un mes, cuando el diputado de En Comú Joan Mena utilizó la palabra "gorrinos" para ilustrar la forma en la que, a su juicio, el PP y Ciudadanos "pelean en un charco de barro" para denunciar las "mentiras" del "adoctrinamiento" en las aulas catalanas.

Habían pasado apenas cinco meses desde la anterior vez que la presidenta tuvo que utilizar la misma fórmula para que la hemeroteca no guardara el insulto "miserable" que el portavoz adjunto de ERC lanzó al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido. No han sido las únicas.

El diputado independentista Gabriel Rufián ha sido protagonista de gran parte de los espectáculos que se dan en el hemiciclo hasta tal punto que la propia Ana Pastor le ha convocado hasta en tres ocasiones a su despacho para reñirle por su comportamiento. La última vez fue hace dos semanas, después de que el diputado independentista apareciera en el pleno con unos grilletes en protesta por el encarcelamiento de los exconsellers del Gobierno catalán.

El Diario de Sesiones, testigo fiel

Varios diputados con una dilatada experiencia en el Congreso y en el Senado coinciden en que, en el pasado, el Diario de Sesiones funcionaba como un testigo fiel de la realidad. "Importaba más que reflejara lo que se decía, pero ahora importa más no ofender que reflejar la realidad histórica". Todos coinciden en que el nivel de la clase política se ha devaluado y el insulto entre parlamentarios es "algo que antes no sucedía. Siempre ha habido mucha crispación, mucha tensión. Pero descalificaciones personales, no".

El parlamentario José Antonio Bermúdez de Castro, diputado durante siete legislaturas, reconoce que "la utilización de cierto lenguaje bélico es más producto de los últimos tiempos que de la historia del constitucionalismo español del siglo XX y XXI". El popular recuerda que las llamadas al orden han formado parte de la historia del parlamentarismo español, pero nunca por descalificaciones personales de unos diputados hacia otros. "La manera tan recurrente como se está produciendo en esta legislatura por parte de algunos grupos no lo recuerdo".

¿Demasiado benévolos?

Otra diputada histórica del Congreso, Celia Villalobos, va mucho más allá y considera que los presidentes son, a veces, "demasiado benévolos". A su juicio, las descalificaciones se evitan "quitándoles la palabra en el momento", porque así lo permite el reglamento de la Cámara. "Se puede ser muy irónico, pero hay que tener estilo. No hay que entrar en grandes descalificaciones personales".

A pesar de que la fragmentación del Parlamento no ayuda a que las sesiones sean plácidas, Ana Pastor se ha ganado el respeto de todos. Diputados de todos los colores destacan que es una persona "muy seria, muy rigurosa y muy trabajadora", con el perfil "perfecto" para moderar una etapa política tan distinta a las anteriores. De momento, la presidenta no se acostumbra a dejar en acta palabras malsonantes en el Diario de Sesiones y opta por reñir a los parlamentarios más rebeldes en su despacho antes de quitarles la palabra. 

Calmada y con una trayectoria intachable, Ana Pastor se ha ganado el respeto de todos los que forman parte de la "casa" del Congreso a pesar de que hay plenos en los que la presidenta no puede disimular la impotencia que le produce no poder controlar el debate.