Warholm, el extraterrestre de Tokio: amante de los legos, del disfraz y un 'maníaco' del oro
El atleta noruego se llevó la medalla de oro en los 400 metros vallas con un tiempo estratosférico de 45.94 en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
4 agosto, 2021 03:47Noticias relacionadas
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Alcanzar la gloria en menos de 46 segundos. Nunca antes en toda la historia, un atleta había bajado de ese tiempo en la distancia de los 400 metros vallas... hasta ahora. Karsten Warholm consiguió imponerse en la prueba con una marca de 45:94 para colgarse la medalla de oro al cuello en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
El Estadio Olímpico de Tokio fue el escenario de la mejor carrera en lo que va de JJOO y, por supuesto, la mejor de todos los tiempos en los 400 vallas. No hay duda. Con su 45:94, el atleta noruego pulverizó todos los registros y puso su nombre entre los de los elegidos de Tokio 2020.
El propio Warholm no se lo podía creer. De las manos en la cabeza a rasgarse el traje como si del mismo Hulk se tratase, para acabar muy emocionado tras ganar el oro y firmar el nuevo récord del mundo de la prueba. Muchas sensaciones en muy pocos minutos y una confirmación: es uno de los grandes del atletismo en la actualidad.
No solo por la actuación de Karsten Warholm se dice que esta final de los 400 metros vallas será la mejor de todos los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. En ella cayeron el ya citado récord del mundo; dos récords continentales, además del sudamericano; y seis nacionales.
Solo el nórdico bajó de los 46 segundos, pero Ray Benjamin, quien se llevó la plata, pasó por la línea de meta a los 46.17''; mientras que Alison dos Santos se colgó el bronce con una marca de 46.72. Es decir, el podio de esta edición de los 400 metros vallas se quedó al completo por debajo del anterior récord olímpico de Kevin Young, que era de 46.78.
Precisamente, Kevin Young decía antes de la final que esta vez sí se iba no solo a romper su récord, sino que al fin se bajaría de la barrera de los 46 segundos. Aunque se equivocó en una cosa en sus palabras para L'Équipe: "Hace unos días pronostiqué que Rai Benjamin podía bajar de los 46 segundos. Me dijeron que estaba loco". Acertó a medias. Sí en el tiempo, no en el protagonista.
Obsesión por el oro
Nada más acabar la carrera, el noruego aseguró que era una cosa "de locos". "De largo, el momento más grande de mi vida, porque lo define todo, todas las horas que he puesto en él, todo aquello por lo que mi entrenador ha estado trabajando. Soñé con esto como un maníaco. Dormía todas las noches con él, miles de horas pensando en él. Esta medalla completa mi colección", continuó.
Aunque hizo una carrera histórica, la presión no le dejó solo: "Sentía en mi pecho esa sensación especial de cuando estás nervioso, la que sentía cuando tenía seis años, que no la había tenido nunca de adulto, pero ayer la sentí". "Es algo grande, histórico, lo único que faltaba en mi colección. Tenía el título mundial, el europeo, el récord de Europa y del mundo. La medalla de oro olímpica es de lo que habla todo el mundo. Sabía que esta carrera iba a ser la más difícil de mi vida, pero estaba preparado", sentenció.
¿Quién es Karsten Warholm?
Karsten Warholm (25 años, Noruega) supo muy pronto que lo suyo era el atletismo. Sin haber cumplido la mayoría de edad ya había irrumpido en el panorama internacional. En categorías infantiles fue haciéndose un hueco cada vez más importante hasta llegar al Mundial de Londres. Allí era el más joven, pero también se le colocó como uno de los candidatos a medalla.
De ahí a este oro olímpico. Precisamente, en Londres dejó ver su personalidad. Y es que fuera de la pista el noruego es muy bromista. Uno de esos amigos perfectos para cualquier plan. Allí salió con un sombrero de vikingo después de ganar el oro. "Realmente no lo creo. He trabajado tan duro para esto, pero no sé lo que he hecho. Este es un sentimiento asombroso", dijo entonces.
No se lo creía entonces y tampoco ahora. Pero sí. Desde muy joven trabajo para algo así y poco a poco ha ido bajando sus tiempos hasta bajar de esos 46 segundos que hasta este 3 de agosto parecía imposible. Un éxito para él y también para su compañero inseparable, su entrenador Leif Olav Alnes. Y es que aunque a ambos les separan casi cuatro décadas, su vínculo va más allá de maestro a pupilo, se trata de amistad.
"Nos divertimos mucho juntos y compartimos el mismo humor", ha asegurado el noruego, quien si de algo sabe es de divertirse. Habitual es verle en sus redes sociales disfrazado. Y de la pasión por el disfraz a la de Lego. Durante este último año ha tenido que dejarla aparcada por momentos, pero durante el confinamiento construyó desde el Castillo de Disney al Tower Bridge o un Lamborghini. Genio y figura tanto dentro como fuera de las pistas.
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