Exposiciones

Toño Barreiro

19 enero, 2006 01:00

Simbiótico XXII, 2005

May Moré. General Pardiñas, 50. Madrid. Hasta el 26 de enero. De 100 a 12.200 euros

En su segunda individual madrileña, Toño Barreiro (1965) presenta tres clases de obras. El núcleo fundamental son acrílicos sobre madera de buen formato que pertenecen a las series Simbiótico y Laberinto. Se trata de piezas pictóricas de forma irregular que rebasan el concepto de cuadro-ventana para avanzar por una senda de percepción óptica que olvida la perspectiva longitudinal y opta por una profundidad vertical. Se asemejan a juegos de superposición con diversas láminas traslúcidas y de color. Tales superposiciones y su ausencia, dan lugar a cruces y choques entre frecuencias lumínicas e impresiones basadas en la veladura y la gama. Mirándolas, el ojo puede extraviarse, como si de verdad hubiera entrado en un laberinto, llegando a fundirse con esos óvalos de color como láminas, con sus intercambios. Estas obras pueden verse como un análisis de lo traslúcido en pintura, sobre el comportamiento de la luz que atraviesa sin fugarse. Paralelamente hay un segundo tipo de obras, pertenecientes a la serie Embrionario. Son piezas parecidas pero más parcas que sustituyen la atención hacia las derivaciones de lo traslúcido por un juego sin gradación. En ellas se superponen formas de distinto color resultando una especie de momento previo a los laberintos o simbiosis, el estadio en que aún no se ha desarrollado. Además, en media docena de pequeños óleos sobre papel, las formas anteriores toman otra consistencia, tornándose elementos con textura donde transparencia, veladura y superposición logran el equilibrio entre lo sólido y lo gaseoso. Microorganismos de la pintura, mohos de luz, parásitos recíprocos y simbiosis del color. Pintura muy fina y sensual sobre fugas incompletas de luz que acepta y ofrece un viaje a los confines de la visión.