La Navidad es la época del año en la que más regalos intercambiamos. Das regalos a tus seres queridos, y al mismo tiempo, también los recibes.

La ciencia ha realizado cientos de investigaciones para saber qué pasa en el cerebro tanto cuando entregas regalos como cuando los recibes. Alguien pensaría que la alegría te llega realmente cuando recibes cosas que te gustan, pero lo cierto es que ocurre todo lo contrario.

Estudios realizados por los psicólogos Ed O’Brien de la Escuela Booth de Negocios de la Universidad de Chicago y Samantha Kassirer de la Universidad Northwestern de EE UU aseguran que la satisfacción por recibir un presente disminuye conforme esa experiencia se repite. Y esto es lo que se conoce como ‘adaptación hedónica’. Es decir, que con el primer regalo que se recibe la emoción es máxima, pero al cuarto regalo esa emoción disminuye.

Sin embargo, aseguran estos expertos que esto no ocurre cuando se regala. La alegría de dar repetidamente no disminuye o lo hace más lentamente que la satisfacción de recibir.

Para mantener esa alegría inicial, deberíamos experimentar -aseguran los entendidos- algo nuevo. En cualquier caso, los investigadores esperan realizar nuevos experimentos porque no está tan claro por qué dar tienen un impacto tan diferente a recibir.

Los resultados de los experimentos parecen apoyar otras investigaciones pasadas sobre el efecto beneficioso de dar.

En este sentido, Suzanne Richards de la Universidad de Exeter en Inglaterra realizó una revisión de los estudios sobre el impacto del trabajo voluntario. Las conclusiones fueron muy interesantes, publicadas en la revista BMC Public Health, y desvelaron que el trabajo de voluntario puede reducir los síntomas de depresión y tener un impacto positivo en la salud mental.

Los neurotransmisores del cerebro

Lo que sí sabemos es que el ritual de preparar un regalo o recibir un obsequio de alguien cercano despierta en nosotros un abanico de sensaciones que tienen su origen en un cóctel de sustancias químicas llamadas neurotransmisores.

Cuando recibimos un regalo se ponen en funcionamiento la amígdala y la corteza prefrontal. Sentimos lo mismo que cuando alguna persona se preocupa de nosotros.

Regalar o recibir un obsequio implica un juego de distintas sustancias químicas que actúan en nuestro cerebro: la oxitocina, la dopamina, la serotonina y las endorfinas que producen felicidad y bienestar general.

¿Ansiedad?

Sin embargo, no todo el mundo experimenta una sensación agradable al ofrecer o recibir un regalo. La incertidumbre ante la compra de un regalo puede provocar ansiedad en determinadas personas, una sensación causada por el sentimiento de inseguridad que provoca no saber qué regalar, lo que se traduce en un sobreesfuerzo de la corteza prefrontal.

En ocasiones también cuando ofrecemos a alguien un regalo, entramos en una situación de alerta a la espera de la reacción. Puede que no le guste, por lo que nos podemos sentir decepcionados. Del mismo modo, la persona que lo recibe puede sentirse presionado por demostrar su satisfacción.