Aragón guarda entre sus tierras sitios llenos de encanto, alejados del barullo de las

masas turísticas y dotados de un ambiente de lo más acogedor y bello. En las tres

provincias aragonesas se encuentran pequeñas joyas monumentales y naturales,

además de las ciudades más conocidas de estas regiones. Esta tierra cruzada por el río

Ebro sigue conservando muestras de su grandeza histórica, en tiempos de la Corona de Aragón, en la que se combina la gran belleza paisajística y su tradición folclórica.

Zaragoza.

Zaragoza, capital de Aragón, es una ciudad joven, viva y con una gran oferta de

actividades a orillas del Ebro. La Basílica del Pilar es su icono más emblemático, pero tampoco pasa desapercibido el Palacio de Aljafería. Entre sus murallas se reflejan el esplendor y la gloria del reino de Taifa que imperaba durante el siglo XI. El casco antiguo destaca como zona de tapeo y los bares, donde las tapas, los vinos, las cañas y la fiesta no faltarán.

Alejándonos de la capital y lo que ella alberga, el Parque Nacional de Ordesa y

Monte Perdido es uno de los parajes más bellos, no solo de Aragón, sino también de

España. Situado íntegramente en la comarca de Sobrarbe y con 15.000 hectáreas de

extensión, está formado por valles y laderas, entre las que se asientan bosques de hayas y abetos, entre otras especies. El pico más alto es Monte Perdido, pero hay otros que ofrecen unas grandes vistas.

Durante el otoño, los bosques de hayas crean uno de los paisajes más sobrenaturales del lugar, con las hojas que se mudan de color y los valles se llenan de tonos naranjas, rojos y ocres, con algún tono verde. Este parque es el mejor espacio para los amantes del senderismo y la naturaleza, donde se pueden encontrar cañones, cascadas, ríos, animales, plantas…

Muy cerca de este parque se encuentra uno de los pueblos incluidos en la lista de

pueblos más bonitos de España: Aínsa. Su casco histórico está plagado de monumentos de la época romana; la Plaza Mayor está rodeada por antiguas casas de piedra sostenidas por arcadas bajo las que se puede pasear. La iglesia parroquial de Santa María, del siglo XII, y el castillo medieval en la colina son otros dos lugares

imprescindibles en Aínsa.

Encaramado sobre una colina, sorprende el pueblo de Alquézar. Su aspecto tan

antiguo hace pensar que está abandonado, pero nada más lejos de la realidad. Este

pueblo es la puerta de entrada al Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara. Pasear por sus calles flanqueadas por casas de estilo medieval es una de las mejores actividades que desarrollar en Alquézar. Destacan la colegiata dedicada a Santa María la Mayor, del siglo XI, el castillo y la parroquia de San Miguel Arcángel.

El anterior parque mencionado, de la Sierra y Cañones de Guara, es uno de los mejores lugares para evadirse de la civilización y adentrarse en la naturaleza en busca de relajación. También es el lugar perfecto para practicar deportes de aventura, como

escalada, barranquismo y montañismo. Además, es uno de los principales refugios de flora y fauna de Europa, donde se puede ver sobrevolar los cielos al quebrantahuesos, buitre, alimoche, halcón o milano.

En la provincia de Teruel se encuentra otro de los pueblos más bonitos de Aragón que, además, fue declarado Monumento Nacional en 1961. Se trata de Albarracín, levantado entre los valles que conforman los ríos Tajo, Júcar y Cabriel. En Albarracín todavía se conservan las murallas del siglo XIV que rodeaban a la población, así como el palacio episcopal, el castillo, varias torres, como el Andador y la Muela, la Catedral del Salvador y la Casa Consistorial. Al igual que Aínsa y Alquézar, es una población que permite viajar en el tiempo al pasear por sus calles.

Castillo de Loarre.

En la Sierra de Loarre, Huesca, se encuentra Castillo de Loarre. Sobre un promontorio de piedra caliza se levanta esta antigua y bella fortaleza románica que data del siglo XI. Se trata de uno de los pasos de entrada a los Pirineos, donde los defensores controlaban la llanura oscense de la Hoya desde sus almenas.

Finalmente, en Benasque se combina una fabulosa oferta gastronómica típica de montaña con los edificios románicos y renacentistas. Cerca de este pueblo situado a 1.100 metros de altitud se encuentran picos tan emblemáticos como el Aneto, Posets y Perdiguero.

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