Increíbles paisajes y ruinas impresionantes. Un reino que ocupó toda la región central de la península de Anatolia, desde el mar Mediterráneo hasta el mar Negro. La historia del Valle de Frigia se remonta tres mil años atrás. Su primera época de esplendor llegó con el rey que todo lo convertía en oro.

Hoy, el valle conserva los restos de una importante amalgama de culturas. Iglesias armenias, mezquitas o ruinas de la antigua Grecia. Y entre mesetas, cadenas montañosas, barrancos, picos volcánicos y hermosas costas, se encuentran vestigios de la cultura frigia en forma de túmulos, lugares de culto excavados en las rocas, inscripciones, relieves, altares o necrópolis. Más de 500 kilómetros de la llamada “ruta frigia”, cada vez más frecuentada por ciclistas, excursionistas y visitantes. Mientras tanto, los arqueólogos continúan buscando la tumba del rey Midas.

La ruta frigia incluye cuatro ciudades en la regiones del Egeo y Anatolia central. La más importante es Ankara, la capital de Turquía. Una ciudad de sedas y tapices, de bazares y mezquitas. La majestuosa mezquita Haci Bayram Camii, fue construida durante el Imperio otomano. Es la más visitada y se encuentra en el barrio viejo. Pero, la mezquita más grande y moderna es Kocatepe. Ocupa el corazón de la ciudad, posee una hermosa cúpula central, elevados minaretes y gradas abovedadas, y es visible desde cualquier punto.

El Castillo de Ankara ofrece unas hermosas vistas de la urbe. La fortaleza conserva 42 torres defensivas y se encuentra en lo alto de una montaña desde la que custodia la antiquísima población. En su interior permanece la huella de grandes civilizaciones.

Los hermosos jardines, y los magníficos árboles, que rodean el Museo de las Grandes Civilizaciones de Anatolia, reciben a las visitas con ánforas, estatuas y columnas de esplendorosos imperios. El interior protege objetos, estatuas, joyas, bajorrelieves y piezas excepcionales desde el Paleolítico. Llama poderosamente la atención una vivienda que adorna sus muros con cráneos de buey. Está datada en 8.500 años antes de Cristo y pertenece al asentamiento conocido más antiguo de la historia. En el largo recorrido por las civilizaciones de Anatolia no podían faltar la época frigia y su rey Midas. El Museo protege la habitación llevada desde Gordio, o Gordion, que desde mediados del siglo pasado se atribuyó a la tumba del mítico rey.

Las tumbas del rey Midas

En Gordion, la antigua capital del reino frigio, se descubrió un inmenso túmulo macizo de más de 50 metros de altura, el más grande de los cerca de cien hallados en la ciudad. En las primeras excavaciones, a mediados del siglo XX, se creyó que la tumba del rey Midas había sido localizada. En su interior se encontraron ofrendas, alimentos y vasijas, pero ni una pepita de oro. Tampoco la datación de maderas y objetos del túmulo se correspondía con la época de la muerte de aquel que todo lo convertía en oro. El pasado año, un grupo de arqueólogos atribuía la tumba al padre del rey Midas, Gordias.

Grecia.

Yazilikaya significa “roca inscrita”. Fue un lugar sagrado en el Imperio hitita, pero también centro religioso durante el reinado de Midas y, dicen que, su ciudad de veraneo. Es una aldea de la provincia turca de Eskisehir conocida por la gran cantidad de monumentos y restos arqueológicos frigios y, especialmente, por una inscripción que menciona al rey. El Monumento de Midas muestra el nombre del monarca en la fachada, justo al lado de la grafía que identifica a Cibeles. Se creyó, entonces, que la diosa custodiaba la tumba del rey. Pero, finalmente, los arqueólogos concluyeron que era un santuario consagrado a Cibeles, la madre de todos los dioses. La Madre Tierra, Cibeles, la gran diosa frigia adorada en Anatolia desde el neolítico, parece seguir despistando sobre el paradero del legendario monarca.

Leyenda y realidad del rey Midas

Ochocientos años antes de Cristo, el rey Midas fundó el reino de Frigia. Según la mitología griega, Dioniso (Baco en Roma) concedió al monarca el don de convertir en oro todo lo que tocaba. Pero, el don se tornó en maldición, porque ni comer podía. Midas rogó al dios, del vino, que deshiciera el hechizo y Dioniso le ordenó sumergirse en el río Pactolo. En ese instante el poder se depositó en el cauce que, según el mito, arrastraba pepitas de oro entre la arena.

Capadocia.

El río de oro, Pactolo, o Pactolus, discurre a los pies de la ciudadela de Sardis (Sardes). La mítica ciudad no solo contaba con el río aurífero sino con montañas de las que se extraía el preciado metal. Una ciudad opulenta y la primera en el mundo en fabricar monedas de oro. Las ruinas de la ciudad muestran, aún, la hermosa huella de las grandes civilizaciones que se asentaron en ella y las ruinas de las construcciones que levantaron. Varios siglos después del reinado de Midas, Sardis fue capital del pueblo lidio, y con la llegada de Alejandro Magno se convirtió en una importante polis griega. El Imperio romano también modificó su aspecto.

El gran templo de Artemisa, de orden jónico, posee unas dimensiones que duplican a las del Partenón ateniense. Poseía una gran cantidad de esculturas de los artistas griegos más famosos como Mirón, Praxíteles o Fidias. Entre las ruinas se localizó una colosal cabeza de Zeus y dos imponentes bustos de emperadores romanos.

Biblioteca de Céceso.

La sinagoga de Sardis es la más impresionante de la diáspora occidental judía y ha ofrecido luz a la historia del judaísmo y demostrado la gran importancia de las comunidades judías en Asia Menor. Posee inscripciones en griego y hebreo, y también mosaicos. Funcionó durante más de 500 años.

Entre las construcciones romanas destaca un hermoso gimnasio, además de capiteles decorados con hojas de acanto, mosaicos, estatuas y grandes termas. La ciudad estuvo defendida por un perímetro amurallado y extramuros se distribuían grandes templos y necrópolis. A pesar de la belleza del yacimiento arqueológico la mayor parte de la historia aún permanece bajo tierra.

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