14 de abril. La portada de la mañana de este periódico abría con una noticia que no dejó indiferente a nadie. Menos, al universo literario. Se confirmaba el fallecimiento del escritor peruano Mario Vargas Llosa en Lima, a los 89 años. Lo informaron sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana en un comunicado.
Novelas como La ciudad y los perros (Premio Biblioteca Breve en 1963), La casa verde (Premio Rómulo Gallegos en 1967), Conversación en la catedral (publicada en 1969 y considerada una de las grandes novelas en español del siglo XX) o La fiesta del chivo (publicada en el 2000 y adaptada al cine por su primo Luis Llosa) han marcado a varias generaciones de lectores.
Pero además de escritor, fue un gran admirador de una novela valenciana que fue uno de sus libros "de cabecera". Y eso le descubrió "el escritor que quería ser". Lo explica el propio Vargas Llosa en unas imágenes de archivo de RTVV que ha hecho públicas À Punt.
"Tirant lo Blanch es uno de los libros que ha tenido mayor gravitación en mi trabajo como escritor. Es una novela que leí cuando era estudiante universitario y me causó una extraordinaria impresión", afirmó.
Vargas Llosa lo leyó cuando aún estudiaba en la biblioteca de la Universidad de San Marcos, en Lima.
Se trata de una novela caballeresca escrita en valenciano por Joanot Martorell, publicada por primera vez en 1490 en Valencia, y considerada una de las obras más importantes de la literatura medieval europea y un hito en la literatura valenciana.
De hecho, el escritor reconoció que es difícil para uno mismo saber "hasta qué punto una obra influye en lo que uno escribe", pero dijo que es, quizá, la que más le había impresionado.