La Catedral de Santiago de Compostela, tal como la conocemos hoy, comenzó a construirse en el año 1075, durante el reinado de Alfonso VI y bajo la dirección del arzobispo Diego de Peláez. Sin embargo, no fue hasta 1211 cuando se dio por concluida, lo que explica la presencia de distintos estilos artísticos que reflejan las modas y técnicas constructivas de más de un siglo de evolución.
El conjunto arquitectónico responde principalmente al estilo románico, con planta de cruz latina, nave longitudinal y transepto de tres naves, deambulatorio en la cabecera y tribuna que recorre todo el perímetro. Las capillas laterales, dispuestas de forma ordenada, tienen identidad propia, aunque sólo se conservan algunas de época románica en la zona del deambulatorio.
Las fachadas de la Catedral evidencian esta variedad estilística: la fachada da Acibechería es de estilo neoclásico, la fachada das Praterías es románica y uno de los máximos exponentes de la iconografía medieval, mientras que la Puerta Santa se construyó en estilo barroco.
Uno de los elementos más icónicos del templo es el Pórtico da Gloria, la gran portada occidental de la catedral románica, obra del célebre Mestre Mateo. Su complejo programa iconográfico está centrado en una visión apocalíptica y salvífica de la Jerusalén Celeste, completando el relato de la salvación iniciado en las portadas laterales del templo.
No obstante, la intervención del Maestro Mateo no se limitó al Pórtico. Su huella también está presente en la cripta y en el monumental Coro Pétreo, un elemento escultórico de gran simbolismo que ocupaba la nave mayor.
El Coro estuvo en uso desde la consagración del templo en 1211 hasta el siglo XVI, cuando fue desmontado. Muchas de sus piezas se reutilizaron en otras partes de la catedral, pero otras fueron dispersadas y hoy se conservan fuera de Compostela.
Una de esas piezas puede visitarse actualmente en el Museo do Mar de Galicia, en Alcabre, donde se expone una de las torres del antiguo coro pétreo. Esta obra forma parte del depósito del Museo Catedralicio de Santiago, dependiente de la Xunta de Galicia, también gestora del museo vigués, lo que ha permitido su exposición temporal en la ciudad olívica.
El coro tenía una fuerte carga simbólica: representaba la Jerusalén Celeste, rodeada por una alta muralla con óculos en los que se situaban esculturas de profetas y apóstoles. Su función era permitir la reunión del clero, aislado del bullicio de los peregrinos, para entonar cantos litúrgicos como salmodias o antifonías.
Una peregrinación milenaria
La peregrinación a Santiago comenzó siglos antes de que se iniciara la construcción de la catedral. En el siglo IX, el obispo Teodomiro de Iria Flavia identificó un antiguo mausoleo romano como la tumba del Apóstol Santiago, lo que dio origen al culto jacobeo. Desde entonces, la capital gallega se ha convertido en uno de los destinos de peregrinación más importantes del mundo cristiano, junto a Roma y Jerusalén.
Doce siglos después, Santiago sigue siendo un referente espiritual y patrimonial.