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A Esmorga, Resacón en Las Vegas o Harry Potter. La literatura y el cine nos han demostrado que las aventuras más divertidas y memorables surgen a partir de la amistad de tres personas. Iván, Isma y Hugo no son ni o Milhomes ni Alan Garner o Ron Weasley, pero sí están viviendo una experiencia única que no van a olvidar en la vida: llevan viajando más de diez días en bicicleta desde Eindhoven (Países Bajos) con el objetivo de llegar a casa por Navidad —y ver el último partido del año del Celta en Oviedo.

Hace 13 días, Hugo preparó su mochila, su bici recién comprada y se fue directo al aeropuerto. Horas más tarde, aterrizó en Eindhoven, donde se juntó con Iván e Isma. "A Hugo lo conocí jugando al fútbol con 8 o 9 años en A Guía. A Isma lo conocí con cuatro años, porque éramos vecinos en la casa del pueblo. El primer recuerdo que tengo de un amigo es con él", explica Iván, el nexo de este trío.

Hugo e Isma no hace mucho que se conocen: Iván los presentó este verano en As Neves. Congeniaron tan bien que, poco tiempo después, se fueron de viaje juntos a Barcelona. La conexión entre los tres era tan grande que, cuando Iván e Isma se fueron a trabajar a una fábrica de plásticos de Eindhoven, Hugo los llamaba cada día —está cursando Educación Infantil y no podía irse de Vigo—.

Los jóvenes vigueses de 20 años querían reencontrarse cuanto antes, vivir una aventura como la de Barcelona. Hugo tenía claro que quería visitar a sus amigos en Eindhoven, pero "como broma" surgió un plan alternativo: "Mi madre nos dijo que mi tío Jose cuando estudió en Holanda, había vuelto en bicicleta. Entonces dijimos: ¿Y si lo hacemos nosotros?", explica el vecino de O Calvario.

Hugo, Iván e Isma, en el aeropuerto de Eindhoven Cedida

Resulta que Jose no se cruzó Europa en bicicleta, sino desde Valladolid. Pero no había vuelta atrás, la semilla estaba plantada y, nada más aterrizar en Eindhoven, Hugo montó su bici y comenzó a pedalear. "Nosotros ya estábamos preparados y arrancamos ese mismo día", puntualiza Iván, que explica que recorren unos 100 kilómetros cada día.

Eso sí, mucha preparación previa no hicieron, la improvisación es su forma de enfrentarse a este camino vital. De hecho, Isma recuerda que la planificación la hicieron tres días antes, con un mapa y chatGPT. "El mapa que habíamos hecho se fue a tomar por culo el primer día y a partir de ahí improvisamos", añade Hugo, que se quedará a una hora de perder la evaluación del ciclo que está estudiando por este viaje.

Un viaje a contrarreloj

Los tres amigos, celtistas hasta la médula, comenzaron su viaje el 4 de diciembre con un objetivo claro: llegar a casa 20 días más tarde y disfrutar de la Nochebuena con sus seres queridos. Ese primer día se quedaron en Baarle-Nassau, ciudad fronteriza entre Países Bajos y Bélgica; la ilusión y la energía superaban el cansancio que poco a poco ha ido dominando su rutina.

Y es que estos tres vigueses llegan a pedalear durante más de diez horas seguidas. "Según el Google Maps pone que son de cinco o seis horas. La cosa es que con las alforjas y con la lluvia que hace, el tiempo sube", indica Hugo a Treintayseis, que además lleva el cuentakilómetros: "Cuando salimos pone que llegamos a las 16:00 horas y no sabes lo desesperante que es ver que pasan dos minutos y que ponga 16:02, y que pase media hora y ponga 16:45. Psicológicamente, lo del Google Maps me mata".

Mientras la hora de llegada se retrasa, el sol baja y la luna ocupa su lugar. "Un problema muy grande que tenemos es que aquí a las 17:30 horas es de noche. Intentamos despertarnos a las 6:00 y aprovechar las horas de luz, pero si tenemos que estar 10-12 horas en la bici, muchas veces tenemos que hacer las dos últimas de noche", afirma Iván, vecino de Teis, que añade que muchas veces se han tenido que meter por caminos de barro para intentar ganar unos minutos al crono.

"La verdadera dificultad del viaje, para mí por lo menos, es que vamos a contrarreloj", subraya Isma, vecino de Hispanidad, ya que están obligados a hacer sus 100 kilómetros diarios si quieren llegar a su primera gran meta, el último partido del Celta en 2025. De hecho, estos tres jóvenes vigueses comparten su experiencia a través de su cuenta de TikTok (@cogumelos_gallegos) para conseguir llegar a la plantilla de Giráldez: "Si nos ve Iago Aspas y me firma la camiseta, seré feliz como un niño pequeño", dice Iván.

Además de compartir sus "locas" historias e intentar llegar al Celta, Hugo, Iván e Isma tratan de transmitir buen rollo y valores positivos, así como una forma diferente de hacer turismo. "Nunca dejamos un papel tirado, a veces nos paramos a recoger cosas... Estamos hablando de hacer un día especial sobre medio ambiente y también otro hablando galego, como hacer un poco de altavoz", asegura Isma.

Dudas y anécdotas para toda la vida

Durante estos 12 días han pedaleado por grandes ciudades como Bruselas o París, aunque recorrer localidades perdidas en la mitad de Francia es lo que más les ha gustado. "Estamos pasando por pueblos que nos recuerdan al nuestro, que literalmente no hay nada, una tienda y poco más. Son sitios que aunque te hagas toda Francia en bus o tren no los ves", se alegra Iván, que, como Isma, ha dudado en seguir con la aventura. Lleva más de dos meses fuera de casa, lejos de sus seres queridos y desea pasar tiempo con ellos cuanto antes.

Las dudas llegan en los peores momentos, cuando la lluvia continúa y cuestas kilométricas te lastran psicológicamente. "Un día se nos hizo de noche, acabábamos de subir la montaña y nos tocaba subir otra cuesta de dos kilómetros. Fue horrible, sin luces y destrozadísimos, y nos faltaban 20 kilómetros", relata Hugo, que recuerda que, después de no comer ni beber nada durante todo el día, se sentaron, pensando que la aventura había llegado a su fin.

"De repente, Iván soltó: 'chavales, mañana llegamos a París y vamos a EuroDisney'. Luego, Isma empezó a decir: 'Y mañana al campo del Paris Saint-Germain'. Y yo: Y vamos a pasarlo de puta madre", explica Hugo sobre un momento de euforia colectiva, en el que estar en compañía les impulsó hasta su destino. "Empezamos a saltar. Los últimos 20 kilómetros se me pasaron volando, parecía una bici eléctrica", añade Isma.

Problemas con el check-in del alojamiento, broncas de vecinos por las que temieron por su vida y sustos de infarto son algunas de las anécdotas que han ido acumulando en la primera mitad del viaje. Ahora, ya han cruzado la frontera y se han adentrado en España. Se adentran en la recta final, ocho días en los que tratarán de vivir un partido del Celta en Oviedo y llegar a sus casas por Navidad, donde seguro que sus familias los acogerán con mucho cariño y, sobre todo, mucha comida.