Sofá, manta y peli es la actividad favorita de muchos vigueses y viguesas durante estos días de invierno, pero ahora las comedias románticas navideñas están a un clic de distancia. Internet y las plataformas digitales han transformado nuestra forma de consumir cine y los videoclubes han sido los grandes perjudicados.
Tanto, que sólo queda uno de estos templos del cine abierto en Vigo. Situado en el número 49 de la avenida de A Florida, Krypton continúa ofreciendo los mejores DVDs a los vecinos de Coia y Balaídos, mientras su competencia fue mutando el negocio hacia cafeterías o locales de alimentación.
La imagen de Superman y los neones retro en su escaparate son todo un clásico de A Florida. Entrar al local es viajar al pasado como Marty McFly en Regreso al Futuro, una sombría luz se cuela por la vidriera del local y alumbra cada una de las portadas de las películas que ofrece Antonio Pombo, propietario de Krypton.
Su padre abrió el negocio en 1986. Cinéfilos y vecinos del barrio se acercaban al videoclub de un barrio obrero de recién creación, como eran Coia y Balaídos en aquella década. Siniestro Total y Os Resentidos ponían el ritmo aquellos años y Krypton y las decenas de videoclubes de Vigo entretenían a los vigueses con películas distribuidas en "sistema Beta".
Videoclub Kripton, en A Florida, Vigo
Scarface, La Chaqueta Metálica o Indiana Jones fueron algunas de las películas que ocupaban los estantes de Krypton cuando Antonio era crío. "Chupé mucho cine. Ya desde pequeño a mi padre le gustaba y nos metió ahí", afirma a Treintayseis.
Recuerda, además, cómo su padre abrió el local: "Fue casi de casualidad, tenía el local y no sabía qué montar. Hablando con unos amigos, le comentaron de montar un videoclub". Pero había que decidir el nombre y el fundador de Krypton decidió homenajear al superhéroe favorito de Antonio, Superman.
De Betamax a la era digital
De los VHS a los DVD y los BluRay, Krypton ha ofrecido siempre los mejores blockbuster. En la actualidad no se queda atrás, nada más entrar podemos encontrar títulos como A Complete Unknown, Cónclave o Thunderbolts: películas publicadas en el último año y de gran éxito en taquilla y de la crítica.
Antonio, que regenta el videoclub desde hace más de dos décadas, explica que la llegada de cada nuevo formato ha supuesto una transformación en el negocio. Con la llegada de las grandes plataformas ha pasado de alquilar por un precio diario a cobrar dos o tres euros por una película que te "deja un par de días".
Interior de Krypton, el último videoclub de Vigo
"Antes era 24 horas, porque hacía falta movimiento", explica Antonio. Cuando aparecieron las grandes plataformas, mucha gente abandonó los videoclubes, pero ahora están volviendo a acercarse a Krypton. "De vez en cuando incluso vienen clientes nuevos", añade sobre personas que se suelen tener 25 o más años.
"Tengo hasta lista de espera para conseguir películas"
A pesar de diversificar su oferta con diversos "regalos" y algo de alimentación para "facturar más", la compraventa de largometrajes sigue siendo lo más rentable. "Tengo hasta lista de espera para conseguir películas", asegura el propietario del último videoclub de Vigo. Coleccionistas y cinéfilos siguen sosteniendo su negocio.
Escaparate de Krypton
"Aunque también pillo antiguas, en lo que más invierto es en los estrenos", explica Antonio, que considera que el cine ha perdido calidad en los últimos 30 años. Por ejemplo, hace unos años compraba entre 20 y 30 títulos diferentes cada mes, mientras que ahora adquiere cuatro o cinco. "Tengo que escoger bastante porque hay mucha broza", valora.
Antonio tiene que "ir a tiro fijo", a las películas que "sabe que van a funcionar". Acción, terror y comedia son los géneros más demandados, productos con los que sus clientes tratan de desconectar, "sin tanto drama". No era así hace 20 años, cuando "pillaba de todo".
Interior de Krypton, último videoclub de Vigo
Krypton es un negocio rentable, una pequeña joya comercial de Vigo cuidada con mucho mimo por Antonio, quien ha crecido y evolucionado a la par que el videoclub familiar. Por eso, reclama alguna subvención o ayuda institucional para mantener abiertos establecimientos como el suyo, que son "cultura, cultura popular".
