Las grandes ciudades fueron primero, pero la moda de lo retro y lo vintage ya está más que establecida en Vigo. Las tiendas de segunda mano se han multiplicado y el público del mercado de antigüedades es cada vez mayor.
Así lo pudieron experimentar Teresa y Lisi desde que abrieron El Trastero de Bouzas hace más de siete años. Entonces, decidieron montar en su pequeño local de la antigua villa marinera una tienda de antigüedades y de segunda mano.
"El Trastero de Bouzas nace como la evolución natural de la Asociación Alfoz Cívico, que empezó en 2013 con el objetivo de ofrecer al barrio un espacio cultural. Tras varios intentos fallidos de legalizar el local original donde se hacían conciertos y sesiones vermú, decidimos reinventarnos", explican a Treintayseis las socias de este negocio.
El objetivo de Teresa y Lisi estaba claro: conservar la historia y fomentar el consumo responsable. Esta última es la principal razón por la que muchos consumidores han decidido abandonar sus compras en multinacionales y se han volcado con los objetos y ropa de segunda mano y antigüedades.
"Ahora ha vuelto totalmente el concepto de la segunda mano y se está notando muchísimo", afirma Teresa desde detrás del pequeño mostrador de El Trastero de Bouzas, lo cual reafirma Lisi: "Desde el inicio, la tienda fue muy bien acogida por el público. Notamos que había un interés creciente por lo retro, lo auténtico y lo sostenible".
Clientela fiel que se deja sorprender
De hecho, consideran que cuando abrieron su local, el mercado de antigüedades era "bastante de nicho" en Vigo y que estaba más centrado en coleccionistas, mientras que ahora "hay mucho más interés, sobre todo en gente joven".
"Ahora lo retro y lo vintage no son solo moda, sino una forma de consumo más consciente", asevera Teresa, que contaba con experiencia previa en el sector de la segunda mano desde finales de los años 90. "Vigo está respondiendo bien a esta tendencia y vemos que cada vez hay más interés", añade.
Este cambio de mentalidad se da nada más entrar a la propia tienda. Gran parte de los clientes se dejan sorprender por los objetos que hay en ella, que incluso les recuerdan a familiares fallecidos o a su infancia.
Y es que en tan solo cinco minutos en El Trastero de Bouzas, uno se puede dar cuenta de que estos negocios funcionan casi como pequeños museos que atrapan las miradas del público, que cuando compra algo se da cuenta de que la sostenibilidad y la responsabilidad en el consumo son el camino a seguir.
"Suelen repetir, porque ven que lo que se han llevado es un objeto bueno, de calidad", recalca Teresa. "Ahora lo retro y lo vintage no son solo moda, sino una forma de consumo más consciente", apostilla Lisi.
¿Cómo se trabaja en una tienda de antigüedades?
Ahora bien, una vez en una tienda de antigüedades siempre hay una pregunta que ronda la cabeza de los visitantes: ¿de dónde sacan estos tesoros?
En caso de El Trastero de Bouzas, la principal vía son las donaciones, junto a colaboraciones con particulares y, en ocasiones, rebuscando en mercadillos o en casa antiguas. "Siempre priorizamos objetos con historia, carácter y calidad", inciden
El Trastero de Bouzas es un negocio especial, ya que cuentan con "un enfoque más comunitario y cultural". "No solo vendemos objetos: buscamos generar un espacio de encuentro, memoria y creatividad", definen, por lo que sus precios suelen ser más asequibles y no suelen contar con piezas de antigüedad muy caras.
"Aunque no solemos movernos en precios excesivos, porque queremos que el acceso al vintage sea popular, hay objetos muy especiales que sí alcanzan precios más altos", detallan a Treintayseis, indicando que una de las piezas más valiosas que han vendido fue un mueble de los años 50 en perfecto estado que era muy codiciado por coleccionistas y decoradores.
Pero el dinero no lo es todo y hay objetos a los que incluso se les coge cariño, aunque supongan un importante ingreso. Teresa recuerda con gran cariño una chapa de tranvía que tenían situada al final de la tienda: "Ponía Vigo-Bouzas y ocupaba toda la pared", describe.
A veces cuesta desprenderse tanto de ellas, que deciden ejecutar un pequeño truco: decir que está vendido para que no le pregunten por él. Es el caso de un teléfono fijo del siglo pasado que tienen situado nada más entrar al local.
Ahora bien, pese a que también restauran muebles, lo más vendido es la ropa vintage, con cuyo dinero también organizan mercadillos, exposiciones, sesiones culturales e incluso conciertos.
De esta forma, las tiendas de antigüedades cumplen con uno de los valores que tanto lo caracterizan y que tanto recuerdan Lisi y Teresa: la sostenibilidad. En tiempos de cambio climático y instantaneidad, estos espacios nos recuerdan que hay que dar valor a la historia, al pasado y que este sirve para avanzar hacia una sociedad mejor.
