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La provincia de Ourense entra en su segunda semana de incendios con más de 60.000 hectáreas calcinadas y brigadistas y bomberos continúan luchando por hacer frente a las llamas con numerosos focos activos y medios insuficientes.

"La situación es complicada, pero vamos a pelearlo todo lo que podamos", asegura Tomás Omil, miembro de la Base Helitransportada de San Xoán de Río (Ourense) de las Brigadas Aéreas, en declaraciones a Europa Press.

Estos profesionales se enfrentan a una "espectacular" carga de trabajo con condiciones climáticas desfavorables y un fuego "monstruoso". "Es muy duro cuando vas sobrevolando y ves las llamas rodeando pueblos y ves a la gente en situaciones muy complicadas", explica Tomás.

Una imagen que no es la primera vez que se tienen que enfrentar a ella compañeros cercanos a él, que se encuentran con sus casas rodeadas de llamas. "Es desolador cuando el helicóptero se levanta y ves toda la casa de un familiar rodeada de fuego, se te caen las lágrimas, tienes a tu lado a un compañero destrozado", ha explicado.

Tras las horas pautadas, muchos brigadistas y bomberos colaboran en la extinción fuera de las horas de servicio. "Tenemos conocidos en las zonas afectadas que nos avisan e incluso Protección Civil, que están desbordados, nos piden ayuda directamente", destaca Tomás.

Y, después de jornadas "durísimas e interminables", afirma, el trabajo se vuelve "duro de ver y duro de gestionar". "A veces los vecinos solo se tienen a ellos mismos y no hay medios disponibles, la gente lo está pasando muy mal", añade.

Incertidumbre

Vecinos del municipio ourensano de A Rúa han confirmado a Europa Press que se encuentran incomunicados, sin luz y sin espacios en los que recuperar batería, además de sufrir pérdidas de señal a causa de contar con los repetidores telefónicos de varias compañías calcinados.

Los habitantes de las aldeas y parroquias afectadas de la provincia transmiten su "preocupación" ante la "incertidumbre" de lo que está por venir. "Mucha gente no sabe qué hacer y a muchos les cuesta abandonar la situación, pero a veces se corren demasiados riesgos", recalca Tomás.

A la hora de prestar ayuda y someterse al trabajo de extinción "hace falta cabeza fría", dice, ya que "mucha gente se pone en peligro metiéndose en este tipo de situaciones", explica, y "ya se han cobrado suficientes vidas".

"La gente no quiere irse, lo entiendo, no quieren perder sus casas, al final tienen ahí su vida, sus pertenencias, y todo el mundo va a pelear hasta el final para poder salvarlo", añade, pero no a costa de "ponerse en peligro".

Pide que aquellos que quieran ayudar participen, sobre todo, en la recogida de alimentos y materiales que se movilizan día a día para los afectados. "No es necesario ponerse en peligro", reclama, "que estoy viendo que la gente lo está haciendo estos días".

Otras complicaciones

Para las brigadas aéreas, cuenta, lo más complejo radica en la cantidad de "humo concentrado" que impide a helicópteros y demás medios aéreos acceder a algunas de las zonas afectadas. "Los helicópteros no pueden entrar a ayudar porque no se ve nada", añade.

También la falta de agua y lluvia son claros impedimentos en las labores de extinción. "Como no llueva, hay incendios que no se van a poder parar, se pueden reducir los daños, pero tiene que venir lluvia pronto", ha lamentado.