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La ola de incendios en Galicia sigue arrasando sin control los montes, llevándose por delante pueblos enteros y terrenos de gran valor ecológico y paisajístico. Cada día que pasa los datos siguen siendo devastadores, y ya son casi 72.000 hectáreas de terreno calcinadas, por ahora.

Es la peor ola de incendios que ha vivido Galicia después de la de 2006. Una tragedia que muchos gallegos están viviendo en primera persona, viéndose obligados a tratar de parar el fuego con sus propias manos y medios ante la falta de personal en los servicios de emergencia.

"¿De verdad vamos a quedarnos de brazos cruzados?"

Galicia arde y el pueblo vuelve a defender lo que otros abandonan.

Vecinos de diferentes municipios de Galicia, sobre todo de la provincia de Ourense, la gran afectada de esta ola incendiaria, han salido de sus casas para defender sus montes, sus pueblos y sus viviendas, aún con el peligro que ello conlleva.

Una vecina de Vilar de Condes (Ourense) ha compartido en redes sociales varias imágenes desgarradoras de las llamas arrasando su aldea. "Ha vuelto a pasar: han quemado mi pueblo", dice con tristeza, mientras el fuego devora todo lo que encuentra a su paso.

Y es que, una vez más, quienes pueden hacer algo para que esto no pase, o que por lo menos las consecuencias no sean tan catastróficas, han vuelto a fallar. Negar el cambio climático o reducir los gastos en servicios de emergencia y en prevención de incendios ha llevado a una situación límite a Galicia, y otras zonas de España.

La ourensana denuncia que fue provocado: "un incendio intencionado con varios focos rodeándonos. Al principio parecía que estaba muy lejos, pero rápidamente llegó a unos pocos metros de las casas".

La situación se vuelve desesperante cuando son los propios bomberos quienes, desbordados y sin refuerzos suficientes, piden ayuda a los propios vecinos: "Llamas por encima de las copas de los árboles. Los bomberos te piden que los ayudes porque no tienen personal y te ves en medio de un incendio en pantalones cortos, con una mascarilla que tenías por casa e intentando parar un fuego para que no se lleve por delante tu casa, tu pueblo, tu vida entera", dice indignada.

Así, la heroicidad del pueblo contrasta con la falta de planificación y prevención por parte de las administraciones. "Que el pueblo salve al pueblo es una idea muy romántica, pero cada año se repite la misma historia: falta de medios, falta de prevención, falta de un plan eficaz que evite que a Galicia la quemen".

Mientras tanto, los incendios no solo destruyen hogares, sino también un patrimonio natural irremplazable: "Se pierden bosques autóctonos, animales y patrimonio natural, y parece que cuando pase agosto volverá el silencio hasta el próximo verano".

Los gallegos están enfadados y exigen algo más que palabras vacías. "Es hora de que pidamos responsabilidades a las personas que tienen el poder de parar esto".

Termina con una llamada directa a todos los gallegos: "He visto manifestaciones grandísimas por mucho menos. ¿De verdad vamos a quedarnos de brazos cruzados?"