Emiliana Márquez Ávila

Emiliana Márquez Ávila / Profesora jubilada

7/07/1934, Santa Cruz de TenerifeMadrid, 5/04/2020

Nuestra madre, aunque vivió más tiempo en Madrid que en su tierra, era canaria y seguía teniendo acento y usando expresiones típicas, como decirle “mi niña/o” a todos. Emi (o pikiki para los canarios) era licenciada en Literatura y Lengua y adoraba su profesión docente, por ello las alumnas la siguen recordando.

Para nosotros, como hijos, era sobre todo disfrutona, alegre, divertida, social, habladora. Era inmensamente generosa, siempre con una sonrisa y le encantaba viajar. Mi padre escribió: “Vuestra madre se empeñó y luchó por la unión de la familia (y lo hizo hasta el último suspiro), era sensible, cariñosa, dialogante, siempre dispuesta a hacer y a empujar a los demás a que hiciéramos cosas”. Esa fuerza, que tanto nos transmitió y marcó nuestras vidas, nos tiene que ayudar a seguir adelante ahora sin ella.

Nunca dejó trascender lo que le dolía o por lo que sufría. Ella adoraba (“el amor de mi vida”, decía ella) y cuidó de su marido hasta el final de sus días (nuestro padre, Jose Luis Lampreave Pérez, catedrático, enfermo de alzhéimer, falleció a los 70 años). Quiso a sus hijos sin condiciones ni diferencias, aceptando y perdonando nuestros defectos. Adoraba a sus nietos (la felicidad que le daba estar con ellos, era palmaria...). Era fácil hacerla feliz, agradecía cualquier gesto (unos chocolates, que le leyeras una historia).

En definitiva, recordamos sus ganas de vivir, de querer y ser querida, lo que consiguió con creces. Falleció sintiéndose muy querida por los suyos.

Por Patricia Lampreave, hija de Emiliana.

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