Solo un necio emplearía algo tan nuestro como el acento para criticar a alguien. La diversidad de habla en las distintas comunidades de nuestro país es una riqueza en sí misma y a nadie debería acomplejar pronuncial tal o cual cosa como la pronunciaban sus abuelos y no como la pronuncia la periodista del informativo. Sin embargo, es la segunda vez que se genera el mismo debate en torno a la forma de hablar de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero

En la primera, allá por el mes de abril, fue el escritor Arturo Pérez-Reverte quien salió en su defensa en Twitter alegando que no podía confundirse "el acento andaluz con la vulgaridad y la bajunería expresiva", en contestación a un tuitero que afirmó que no soportaba escuchar a la sevillana. Ahora, ha sido Gabriel Rufián quien le ha echado un capote pronunciando cuatro palabras desde la tribuna del Congreso de los Diputados que han bastado para callar bocas.

El origen de la polémica hay que ir a buscarlo a la columna de opinión que publicó el pasado miércoles el jefe de Opinión del periódico El Mundo, Jorge Bustos. En el destacado que se hizo viral en Twitter se podía leer que "hasta la irrupción de María Jesús Montero en la escena política, todos pensábamos que el euskera era la única lengua no indoeuropea que se hablaba en España":

Tras el aluvión de críticas que el artículo cosechó en la red social, este jueves el eco llegó al Congreso de los Diputados en la sesión de debate de los Presupuestos Generales del Estado. Primeramente fue el portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, el que se dirigió a Montero para decirle que "los ataques de la ultraderecha a usted por su acento son repugnantes". Añadió que "a mí me encanta su acento andaluz y me encanta escuchar acento andaluz en esta Cámara".

No obstante, no fue el único que se refirió al ataque que había sufrido la titular de Hacienda y el portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya, Gabriel Rufián, también arrancaría los aplausos al subirse al atril y empezar diciendo que "frente a la caverna, frente a los cavernícolas, frente a sus lacayos. Señora ministra: viva el acento andaluz. Viva".

La ministra ya había contestado en abril que seguirá hablando con su acento "porque lo llevo muy dentro y, además, creo que con los años ya sería muy difícil que modulara un acento que tengo realmente marcado y que llevo con orgullo". Esperemos que no tenga que defenderse de estas penosas críticas por tercera vez. 

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