El cara a cara entre Inés Arrimadas e Irene Montero fue de los más intensos y reveladores que ha tenido ocasión de moderar Jordi Évole en Salvados. Fue tenso, bronco, con las dos principales mujeres de Ciudadanos y Podemos volcando toda su capacidad de oratoria, agilidad mental y artillería argumental en un 'toma y daca' que dejó a los espectadores sin aliento.

En medio de esta sinfonía wagneriana, sin embargo, se produjo un chirrido del vinilo. Fue a cuenta de una polémica que afecta profundamente en lo emocional a muchos, la denominada 'gestación subrogada' para un bando y 'vientres de alquiler' para el otro. La formación naranja quiere que sea legal en España bajo condiciones de altruismo y evitar el abandono que sufren familias que recurren a ella en Europa del Este. La morada, esgrimiendo sucesos como el horripilante caso de Manresa, quiere su prohibición.

Es, en cualquier caso, una problemática que está causando dramas humanos a varios niveles y que en cualquier caso no invita a la trivialización. ¿Qué pintaba entonces hilar todo ello con la crisis del taxi y las licencias VTC? El derrape de Arrimadas comenzó cuando Évole les planteó qué les diría a unos padres que han ido a Ucrania a tener un hijo por gestación subrogada y ahora se encuentran sin poder inscribirlo en el Registro Civil en España.

Y lo cierto es que Montero se lo puso en bandeja a Arrimadas demostrando escasa empatía: "Lo siento, pero no es nuestro modelo. Estamos radicalmente en contra de alquilar vientres". La líder catalana de Cs resoplaba y se mordía el labio ("Por favor, Irene") mientras la portavoz parlamentaria de Podemos aseguraba que "pone en riesgo a mujeres pobres", en "granjas de vientres de alquiler", ya que nadie ofrece "altruísticamente" su cuerpo por contrato.

Arrimadas contraatacó acusándola de hablar en nombre de todas las mujeres: las historias de altruismo, por lejanas que parezcan, existen. Pero a continuación optó por cambiar de rumbo y ridiculizar a Podemos comparando su argumentario a la oposición a la gestación in vitro cuando comenzó a implantarse en los años sesenta. Y así se produjo el derrapaje: "Es que todo lo nuevo os asusta. Cabify, Uber, todo os asusta".

Ni la una ni la otra abundaron en la comparativa, pero la política de Cs ya le había regalado el titular y la polémica a las redes que figuras como Julia Otero pillaron al vuelo: para Ciudadanos, en resumen, usar el útero de otra mujer para gestar a un hijo es como usar el coche de otra persona a cambio de dinero.

Pero el debate arreciaba en antena, y subió en intensidad: Arrimadas acusó a Montero de "insultar" a las familias que recurren a esta opción y de decirle a "niños" que han sido "comprados en una granja de mujeres". Su rival, lamentando el "tono condescendiente", replicó de forma muy emocional sobre niños nacidos prematuros que son abandonados por la familia que ha encargado la gestación. La cosa se estaba poniendo personal, y Évole tuvo que intervenir para que pasasen al siguiente tema. Pero las redes no tienen piedad con los tropiezos.

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