Mañana del 28 de enero de 1986 en Cabo Cañaveral, era una mañana fría en Florida y cálida para la historia de la investigación aeroespacial: entre los siete tripulantes del Challenger se encontraba la primera civil en una misión espacial, la profesora Christa McAuliffe. La NASA había planeado que la profesora impartiese desde el espacio dos clases de quince minutos para así inculcar en los alumnos de Estados Unidos el interés por la ciencia, el espacio y las matemáticas. La idea que Ronald Reagan tuvo en 1984 culminaba con una misión orbital del transbordador Challenger en la que sus tripulantes, además de las clases de Christa, desplegarían un satélite y realizarían diversos experimentos en gravedad cero. Jamás ocurrió.

El Challenger despegaba de Cabo Cañaveral a las 11:38 de la mañana del 28 de enero de 1986. 73 segundos más tarde se desintegraba en el cielo enmudeciendo a los espectadores que asistían al lanzamiento por televisión, a los que controlaban la misión desde tierra y a quienes asistían al despegue en los alrededores de la base; posteriormente fue primera plana en todos los medios del mundo. Fue el accidente más grave en la conquista del espacio, así lo cubrió la CNN.

Era la décima misión del transbordador Challenger tras completar las nueve anteriores con éxito. Este se desintegró por completo en el último vuelo tras los 73 segundos de iniciarse el despegue. Los siete tripulantes de la nave no murieron en ese instante ya que la cabina permaneció intacta tras la explosión; cayendo al vacío durante 2 minutos y 45 segundos hasta que impactó contra el océano Atlántico, delante de la costa de Florida. No hubo supervivientes.

Tras el desastre del Challenger el gobierno estadounidense encargó una profunda investigación para esclarecer las causas de la desintegración en vuelo del transbordador. La catástrofe había sido colosal, un fracaso que no solo ponía en duda la seguridad de la agencia espacial norteamericana, también había fallecido una profesora que pretendía ser el ejemplo de los escolares de todo el país (el despegue se transmitió por satélite a numerosas escuelas). 

Más de cuatro meses de investigación y un premio Nobel de física

Cohete sólido derecho recuperado tras el accidente NASA Wikimedia

La Comisión Rogers, nombre que tomó la comisión presidencial encargada de investigar el accidente del Challenger, estaba compuesta por 13 miembros entre los que se encontraban Neil Armstrong, primer ser humano en pisar la luna, y Richard Feynman, premio Nobel de física. Feynman fue el más obsesivo de todos a la hora de encontrar las causas. Y consiguió demostrarlas: el fallo se produjo en las juntas tóricas del cohete acelerador sólido del Challenger. Incapaces de aguantar la presión de los gases calientes presurizados, estos entraron en contacto con el combustible del tanque externo provocando la impresionante deflagración que quedó dibujada en el cielo y en la memoria. La Comisión Rogers entregó el informe definitivo el 6 de junio de 1986.

Además de saber las causas del accidente, la NASA también debía recuperar todos los pedazos del transbordador que habían caído frente a la costa de Florida. Un enorme equipo compuesto por guardacostas, soldados de la Marina estadounidense, la Fuerza Aérea y contratistas privados dedicó a la tarea de salvamento más de seis semanas y un enorme presupuesto que cubría desde personal a submarinos capaces de utilizar el sónar en la búsqueda de material sumergido. Y no solo encontraron los restos del Challenger, también una notable cantidad de "basura" entre la que se encontraba un fardo con 25 kilos de cocaína.

Según contaba el Washington Post el 28 de mayo de 1986, los encargados de utilizar el sónar cartografiaban los elementos encontrados en el océano para después inspeccionarlos uno por uno en busca de los restos del transbordador. Dado que cualquier cuerpo refleja las ondas de sonido que utiliza el sónar, los encargados de la búsqueda se encontraron con tostadoras, refrigeradores, la mitad de un torpedo, un avión de la Segunda Guerra Mundial... Y un fardo de lona flotando en el mar con 25 kilos de cocaína en el interior.

La NASA entregó el fardo de droga a la Administración para el Control de Drogas. Y se da la curiosidad de que, como detalló en su momento el Washington Post, el valor de mercado del alijo de droga (13 millones de dólares) cubría al completo la operación de salvamento ordenada por la NASA.