Cuando nos hemos pasado con las copas durante una noche de fiesta activamos el protocolo de vuelta a casa en automático para llegar sanos y salvos. Comprobamos que no hemos perdido las llaves, el móvil y la cartera, llamamos a un taxi y balbuceamos la dirección confiando en el que hombre no sea muy brusco al volante y llegue pronto al destino. 

Thomas Airlie, de 26 años, había hecho todo esto aquella noche para llegar de una pieza a casa de sus padres en Glasglow, Escocia. Se descalzó en el salón, cogió un poco de zumo en la nevera y se acostó en el sofá a dormir la mona. Superado el helicóptero con el que, suponemos, habrá tenido que lidiar, se sumió en un sueño profundo. 

Pero no fue su madre quien lo despertó, sino Elaine McDade, la inquilina de la casa en la que sus padres ya no vivían desde hacía dos años. La mujer, profesora de baile y madre de dos niños, tuvo miedo cuando se encontró a Thomas en su salón aunque pronto descubrió que era inofensivo.

Incrédula, compartió su hallazgo en Facebook:

"Cada vez que entro en casa cierro bien la puerta. ¡Lo hago siempre, es un hábito! Incluso de día, siempre lo hago. ¡Esa fue la única vez que no lo hice", explicó McDade, añadiendo que ella estaba en la cama y escuchó ruidos que pensó que eran de sus perros, pero era Thomas, "un tipo inofensivo".

Por su parte, el joven también quiso compartir en sus redes sociales la surrealista escena que había protagonizado:

"No me lo puedo creer, la otra noche cogí un taxi hasta la casa donde vivían mis padres y dormí en el sofá", escribió. McDade despertó a Thomas y llamó a su marido para que lo acercase a su casa, pero el joven no recordaba su dirección actual y tuvo que quedarse en un supermercado. No queremos ni imaginarnos su resacón en Las Vegas del día siguiente... y la bronca de sus padres (los de verdad).