Instagram, Facebook y Twitter son entornos en los que jóvenes y no tan jóvenes pasan horas y horas. Son plataformas de un tamaño gigantesco donde podemos encontrar todo tipo de contenido: desde magnífico y constructivo a otro de pésima calidad o directamente dañino.

A pesar de sus esfuerzos para hacernos creer que se tratan de entornos seguros, en los últimos años ha quedado de manifiesto que las compañías han perdido el control sobre el contenido que alojan. Un buen ejemplo son los escándalos que hemos vivido alrededor de Facebook por sus fake news o la incapacidad de Twitter para limitar el abuso a algunos de sus usuarios por parte de trolls. Parece que la única victoria en este terreno ha sido la habilidad de Facebook para detectar y fulminar al momento cualquier foto que tenga un pezón.

La anorexia y la bulimia campan a sus anchas por Facebook e Instagram

El problema es aún mayor cuando hay un determinado contenido que ni siendo denunciado por los usuarios hace que se tomen medidas. Un buen ejemplo es el experimento realizado por Juan García en Instagram. Una simple búsqueda de "Ana y Mía" da como resultado una enorme cantidad de resultados.

"Ana y Mía es argot que usan las personas con trastornos alimentarios para referirse a la anorexia y la bulimia generando quizás más sentimiento de pertenencia a grupo" explica Juan a EL ESPAÑOL, "alejándose del término médico y escapando a menudo a filtros de contenido para promocionar dietas y autolesiones. "No es un término nuevo, es anterior a las redes sociales". Recomienda, ademas, a todo el que sufra este tipo de problemas que busque ayuda en adaner.org.

Y los resultados de su experimento no pueden ser más desalentadores.

¿Por qué ocurre esto? "porque la primera pasada la hace un algoritmo de reconocimiento de imágenes que identifica de forma más fácil un pezón que una situación de delgadez extrema", explica Juan. A partir de ahí, las pobres condiciones del equipo de moderadores de Facebook, que no dan a basto con todo lo que tienen que ocupar, explican la dejadez de ciertos temas para poner su esfuerzo en otros. "Si hablamos de política, de terrorismo o de tetas no hay medias tintas, actúan. Si hablamos de salud pública -estafas de terapias naturales, autolesiones o magufadas alimentarias- ya es otro cantar".

"No he podido hablar nunca con responsables de Facebook"

A eso hay que sumar la dificultad que ponen estas corporaciones para poder interactuar con un humano, "jamás he podido hablar con responsables de Facebook sobre cuestiones de marketing que atañen a mi trabajo diario" nos cuenta Juan "no digamos ya sobre estos temas. Nada que ver con la responsabilidad y el interés que ponía en su día Tuenti por por poner un ejemplo".

¿Qué solución tiene todo esto? Juan lo tiene claro: "vivimos en un mundo donde puede desbloquear mi móvil con reconocimiento facial. No me creo que no se pueda mejorar la detección de este tipo de riesgos. Hay que exigir a estas compañías desde el punto legal lo mismo que a otros medios y apretar las tuercas".