Trabajar de cara al público siempre es una pequeña tortura china. Los clientes tendemos a creer que somos el centro del universo y exigimos que se nos trate como tal. Da igual que el bar esté abarrotado por otros 200 seres humanos, nosotros tenemos prioridad, y lo demostramos con soniditos irritantes y dando golpecitos en la barra con una moneda.

Ser camarero es como ir al zoológico, en el que cada día ves todo tipo de criaturas humanoides pasearse con todo tipo de pintorescas actitudes y costumbres. Toda una mina de historias que un camarero ha decidido recopilar en un hilo que te hará respetarlos un poquito más la próxima vez que tu Coca Cola tarde más de 15 segundos en llegar: