"Joer, tío. No ha venido nadie", escucho como le dice a su amigo un chico que camina junto a mí. "Aquí hay más periodistas que gente llorando". Son las siete de la tarde y acabamos de llegar a la Plaza del Ángel Caído, en el parque de El Retiro de Madrid.

A esa hora, el jueves 6 de abril, estaba convocada en Facebook una Quedada para Llorar. Más de 4.200 personas habían confirmado asistencia y otras 5.800 habían mostrado su interés por el evento. Las directrices apuntadas por los organizadores -Fran Soler y  Ubiquitous Flashmobs- eran sencillas: "Acude al punto señalado (...) y piensa en un momento aflictivo de tu vida o en alguna noticia de actualidad que te entristezca profundamente. Motivos (para llorar) no nos faltan, desgraciadamente".

Existía cierta expectación por ver lo que ocurría ¿Habría quedada masiva o finalmente todo se quedaría en un evento más de Facebook al que la gente se apunta para echarse unas risas? Ha pasado media hora desde la hora de inicio y solo unas 10 personas desperdigadas, y que han acudido por separado, dicen haber acudido para llorar. "Tenemos bastantes motivos para ello, por ejemplo, que no tenemos trabajo. O el que tenemos no es estable", explican dos chicas de Madrid que acaban de presentarse. "Pero sobre todo hemos venido porque queremos conocer a Fran, el organizador, que nos ha hecho llorar de risa durante todos estos meses en Facebook".

Mientras, un grupo de tres amigos saca las cebollas que han traído en el bolso y las frotan contra las mejillas para ver si surgen las lágrimas. Como no tienen demasiado éxito una de las chicas empieza a recitar en voz alta Las instrucciones para llorar de Julio Cortázar. A su lado una espontánea que se ha unido a la causa consigue provocarse el llanto sin trucos. "¿Cómo lo haces?", le pregunta una joven kleenex en mano.

Gente llorona entregada a la causa

Cuando parecía que la cosa no daba para más aparece un grupo de unas ocho personas. Uno de ellos carga con los tres tomos de El Capital de Karl Marx y explica ante los medios allí congregados "que le embarga la ansiedad y la tristeza" y que ha venido a llorar "porque nuestra generación ya no se cree eso que nos dicen de que tenemos que estar felices todo el tiempo".

En realidad, se parece sospechosamente a uno de los integrantes de Homo Velamine, un colectivo que se define como ultraccionalista y que ha protagonizado anteriormente otras acciones satíricas. Una de las más famosas fue la de los falsos hipsters que acudieron a la calle Génova a celebrar la victoria del Partido Popular en las elecciones generales de diciembre de 2015.

Karl Marx, las cebollas y el papel higiénico también estuvieron presentes

Pasan unos 10 minutos de la ocho de la tarde y, aún contando al grupo trolleador, el balance de asistentes sigue inclinándose hacia el lado de los periodistas. De los 4.000 personas citadas, sólo una veintena (treintena siendo muy generosos) han acudido a llorar.

Entre ellos no estuvo su promotor, Fran Soler, que fue con diferencia el hombre más solicitado de la tarde. "Me dio cosa porque yo era el administrador y no quería que se convirtiese solo en un evento en torno a mí", explica el joven a EL ESPAÑOL por teléfono la mañana siguiente a la convocatoria . "Pensé en pasarme en plan incógnito por la zona sin identificarme a ver qué pasaba, pero la gente que estaba en el grupo me hubieran reconocido".

Soler, que estudió Sociología en Granada y ahora está en Madrid cursando un Máster en Métodos Cuantitativos de Investigación, explica que todo empezó cuando vio otro evento previo que se había organizado en Barcelona. "Contacté a su creador para ver de qué iba la cosa y si me daba permiso para copiarlo en Madrid. Pero todo en plan broma". Esto fue en noviembre y desde entonces el evento de Facebook se ha utilizado fundamentalmente para compartir memes, historias o gifs "que de penosos que eran daban risa", recuerda. "No fue hasta hace poco que otro de los chicos del grupo me animó a buscar un lugar concreto para quedar en persona".

Después de ver el interés que el evento estaba despertando en los medios de comunicación, este joven de 26 años natural de Palma de Mallorca explica que empezó a preocuparse: "Uno de  mis compañeros de clase me dijo que si acudía mucha gente podía meterme en un problema, así que llamé al Ayuntamiento de Madrid y me fui en persona a la comisaría de Policía del distrito Retiro para contarles lo que estaba pasando y ver cómo podía gestionarlo".

Al final no hubo quedada masiva, aunque Soler reconoce que "sí le hubiera gustado que triunfase la convocatoria y ver qué pasaba si iba mucha gente". Ahora, sus compañeros de clase le animan a que utilice su experiencia en el proyecto fin de Máster. 

*En la Jungla Social estuvimos en directo en la quedada. Puedes verlo, antes de que desaparezca, en el Instagram Stories de EL ESPAÑOL o en este vídeo: 

Instagram stories Quedada para llorar