Una marea unánime de "síes" enarbolados por la plana mayor del partido: qué mejor manera de resumir en una única imagen la resolución y claridad en las ideas del PP. Si no fuera porque los populares se empeñan en deslucirla metiendo la pata una y otra vez en el manejo de uno de los dos monosílabos más frecuentes del español. Así, la segunda jornada del XVIII Congreso nacional nos deja la estampa de un sonriente vicesecretario de Organización, Fernando Martínez-Maillo, enarbolando un "Sí" al revés completamente ajeno a su error.

La anécdota hubiera podido pasar desapercibida de no pillar a las redes en caliente. Y es que la primera jornada ya había desatado las burlas al descubrir al presidente murciano  Pedro Antonio Sánchez cometiendo el mismo error. Los más avezados recordaban que las meteduras de pata en las votaciones en el Congreso del PP llevan regalando motivos de burla desde antes de la eclosión de las redes sociales; desde 2008 por lo menos, cuando el propio Mariano Rajoy, sentado entre Ángel Acebes y Manuel Fraga, cometió el mismo error.

Que la organización no haya encontrado una manera de indicar con facilidad a los compromisarios cuál es el lado de arriba y el de abajo es un problema estético que abona la ridiculización fácil. Pero tiene una vertiente mucho más seria, puesta de relieve por las acusaciones de "pucherazo" tras la votación que refrendó la continuidad de María Dolores de Cospedal como secretaria general pese a ser ministra por unos escasos 25 votos de diferencia.

La votación se hace a mano alzada, y son los "ojeadores" quienes cuentan el número de "noes" y "síes". No hay registro electrónico, ni tampoco un protocolo claro. La enmienda que planteó no compatibilizar más de un cargo recibió 303 votos a favor, 328 en contra, y 8 abstenciones, según los datos que ofrece el PP. Pero según denuncia el compromisario Francisco Risueño en EL ESPAÑOL: "Allí no había 700, sino unos 2.000. El recuento lo hace la gente del aparato. Si dicen que he perdido por 25 de diferencia, yo no puedo decir que no porque no tengo pruebas. Pero voy a pedir los vídeos".

El patinazo a la hora de votar con la cartulina en alto no es un simple chiste desde el momento en el que la única garantía para la democracia interna en el PP es que una personas determinadas lean los "síes" y "noes" alzados en mano. Con 3.128 delegados con derecho a votar las mociones, el descuido al manejar las cartulinas con mensajes que no son inequívocos solo sirve para enturbiar las garantías de un recuento justo.

Hay un último factor que el equipo de Comunicación de cualquier partido tiene que tener en mente: que no hay cosa más fácil y agradecida de Photoshopear que un político sosteniendo un cartel. Y en efecto, la imagen de la votación del viernes ha sido fecunda en montajes.

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