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Laura tiene 50 años y lleva toda la vida trabajando de limpiadora por cuenta propia en Sevilla. Nunca le ha faltado el trabajo, según afirma, aunque sí sostiene que en la actualidad cobra "bastante más que hace ocho o nueve años".

"Ahora mismo cobro 10 euros la hora y la verdad es que no estoy dejando de trabajar, por lo que me va muy bien", afirma. Sin embargo, se apena porque su hija, de 25 años, ha estado toda la vida estudiando para "vender su tiempo por 6,50 la hora". "No es justo", se lamenta.

La sevillana reconoce que en su día a día no tiene descanso. "Trabajo cada día en una casa diferente", explica, y, en la mayoría, echa cinco horas. "Cuando en una casa solo invierto 3 horas, cojo otra por la tarde para compensar las horas".

El ritmo de trabajo que lleva y el precio que pide por sus servicios le ayuda a mantenerse a flote con un "sueldo digno". Además, asegura que tiene "una clientela fija".

"Generalmente trabajo para personas mayores, y estas personas suelen ser muy 'maniáticas' con la forma de limpiar, así que en el momento en el que le gusta cómo limpias, ya no quieren a nadie que no seas tú", afirma.

La otra realidad laboral en su casa, sin embargo, le "preocupa". Su hija ha estudiado los cuatro años de carrera de filología inglesa más un máster que enfocaba sus estudios al turismo. "Le ha costado encontrar trabajo muchísimo, y ahora que lo tiene ni siquiera es de lo suyo".

Su hija está trabajando de camarera con la esperanza de poder ejercer algún día su profesión, aunque ambas piensan que "será muy difícil". "De todos modos, tiene amigas que sí están trabajando de lo suyo, y todo lo que hacen es pasar horas bajo el sol llevando a turistas de un punto a otro por menos de 6 euros la hora". "Es una explotación lo que se está haciendo con la población joven", denuncia.

Se ha planteado en numerosas ocasiones ayudar a su hija a conseguir clientes para que, al igual que ella, se dedique a la limpieza, pero considera que "se ha esforzado mucho como para renunciar ahora". No lo descarta como una solución transitoria, pero no quiere que se convierta en algo definitivo.