En el albero del Real, donde las sevillanas suenan incluso en los silencios, Sevilla se encamina hacia el final de su semana grande con un ambiente inmejorable. Los sevillanos enfrentan el sábado de Feria —el penúltimo día con farolillos encendidos— con ilusión y, sobre todo, con ganas.
Durante la semana, las calles de adoquines del recinto, rebosantes de volantes y trajes planchados con esmero, han acogido a miles de personas que, gracias a que el tiempo está acompañando, siguen disfrutando como si la fiesta acabase de empezar.
Pero bajo los toldos a rayas, entre brindis y palmas, hay un debate que lleva toda la semana presente: ¿era mejor el formato antiguo, de sábado a sábado, o este actual de lunes a domingo?
Las respuestas son diversas. Hay quien agradece que el domingo previo —el conocido como “domingo de preferia”— haya recuperado su vida, y quien echa de menos esa jornada de resaca tranquila del último domingo antes de volver al trabajo.
Fernando, por ejemplo, lo tiene claro: "Antes se iba a la Feria hasta el sábado y, al menos, así se descansaba el domingo para trabajar el lunes. Ahora no hay día de descanso". Él es de los que prefieren el formato largo.
Como también lo hacen María José y María, que apuntan a cuestiones de accesibilidad y clases sociales. “Este me parece algo clasista”, dice María José. “De la otra forma, las personas que tienen que trabajar durante la semana, tienen la opción de poder venir más de un día o dos. Ahora la feria se ha quedado solo para los que pueden descansar entre semana”.
María, por su parte, es contundente: “El formato largo es mejor para mí. Para los que dicen que la otra Feria se hacía larga, decirles que el hecho de que sea más larga no te obliga a venir, pero el que sea corta sí me impide venir a mí”.
"Las casetas están más para los socios"
Curro, que camina por el Real con una copa en la mano y la chaqueta sobre el hombro, se queja también de que la Feria “se hace un poco corta” y de que se están “perdiendo dos días que hacen que deje de venir gente”, algo que, asegura, afecta al turismo de la ciudad. Aun así, admite que “los primeros días se agradece que no estén tan llenos”.
Juan es otro defensor del formato largo. “Prefiero el formato largo que la Feria sea una semana. Aunque ahora tengamos el formato de antes, sigue viniendo la misma gente”, señala.
En el lado contrario, Rocío se decanta por la versión actual. “El de antes era demasiado largo. El sevillano, sevillano no aguanta tanta Feria. Es demasiado en todo: en juerga, en cuerpo y en dinero”. Añade que, quizás, este año hay menos gente “porque las casetas están más para los socios”.
Rubén no se considera muy feriante, pero también aplaude el cambio. “Me parece muy bien que lo hayan cambiado. Los que son más feriantes dicen que este formato es mejor para disfrutar de la preferia”. Eso sí, añade un matiz importante: “Si yo me tuviese que quedar con uno, me quedo con el formato antiguo porque es más inclusivo para los que vienen de fuera”.
Paula lo sabe bien: vive fuera de Sevilla y, para ella, la versión anterior tenía ventajas logísticas. “En cuanto a comodidad, me venía mejor que empezara el sábado. Pero he de decir que, como ambiente de Feria, este es mejor. El primer domingo de Feria era imposible, no se disfrutaba”.
Recuperar el domingo de preferia
Charo valora especialmente esa recuperación del ambiente del domingo de preferia. “En nuestra caseta es un día muy bonito porque es una especie de convivencia entre todos, que somos vecinos y familia”.
Pero si hay alguien que vive la Feria con otra mirada es Ana, trabajadora de la hostelería, que resume el problema con contundencia: “El formato corto nos ha fastidiado mucho las ganancias. Entiendo que los socios quieran las casetas para ellos, pero nosotros estamos aquí trabajando para ellos y no piensan en que trabajamos muchísimas horas y que nos merecemos más ganancia”.
Así, entre sevillanas, alpargatas y platos de jamón recién cortado, el debate sigue bailando al ritmo del Real. Sevilla, que esta semana ha vuelto a llenarse de vida, color y visitantes, enfrenta ahora la resaca de un dilema que no está ni mucho menos zanjado.
Porque cuando el alumbrado se apague el domingo por la noche y el albero vuelva a ser solo tierra, habrá quienes sueñen con una Feria más larga y quienes agradezcan que todo acabe pronto. Pero todos, sin excepción, tendrán algo en común: el placer de haber vivido una Feria más.