Una de las propuestas cinematográficas que llegan hoy a las salas es Eugénie Grandet, la adaptación en pantalla de la obra homónima de Honoré de Balzac que dirige Marc Dugain y protagonizan Joséphine Japy y Olivier Gourmet.

En ella, el espectador se adentra en la lúgubre casa de Felix Grandet, un hombre autoritario que controla la vida de su esposa y su hija Eugénie, dos mujeres que viven al margen de cualquier distracción posible. Extremadamente codicioso, no ve con buenos ojos a los pretendientes que se apresuran a pedir la mano de su hija, porque nada ni nadie debería dañar la colosal fortuna que les oculta a todos.

Un día llega al lugar el sobrino de Grandet, un dandy parisino huérfano y arruinado que pondrá patas arriba la vida de la joven protagonista. El amor y la generosidad de Eugénie hacia su primo hundirán al padre Grandet en una ira sin límites. Estará más dispuesto que nunca a sacrificarlo todo con tal de conservar su capital, incluso su propia familia.

La novela de Balzac ya fue revolucionaria en su momento y Marc Dugain ha optado por trasladar la historia a la gran pantalla SERIES & MÁS habló con él y con la protagonista del largometraje Joséphine Japy sobre cómo fue acercarse a una novela de lectura obligatoria en Francia desde la perspectiva actual.

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Una historia de lectura obligada

"Eugénie Grandet está en el programa escolar de enseñanza secundaria en Francia y leí la novela hace muchísimo tiempo", reconoce Marc Dugain al principio de la entrevista, enfatizando en la relevancia literaria e histórica que tiene Honoré de Balzac como parte del realismo francés.

Sin embargo, el director también quiso explicar que esta no es una adaptación literal de la obra, sino que fue por otro camino más personal, "modernizando algunas situaciones y, al mismo tiempo, respetando el espíritu de lo que se considera como una obra maestra".

Para Dugain, también era importante tener muy claras sus decisiones creativas, con las que "quería hacerle sentir al espectador el mismo encierro, la prisión en la que vive la protagonista y que al mismo tiempo se va deteriorando, especialmente cuando comienza a desobedecer a su padre".

"Es a través de la desobediencia donde Eugénie encuentra el camino a seguir, sin dejarse hundir por esa especie de autoridad tan violenta y esa violencia posesiva que ejerce su padre, porque ella es una de las muchas propiedades de su padre. Es uno de los muchos casos que existían en aquella época, por eso Balzac elige mostrarlos en su novela", explica el cineasta.

La narración como enlace con el espectador

Fotograma de 'Eugénie Grandet'.

"Escogí a Josephine Japy por dos razones", comenta Marc Dugain en relación a las decisiones creativas que tomó durante la producción. "La primera por su calidad como actriz. Y después, por cómo es como persona y por la capacidad de diálogo que tiene", declara.

"Vino a casa antes del rodaje y le expliqué qué era lo que esperaba de ella. Ella ya había leído el guion y comprendía también la progresión del personaje y su recorrido. Quería una actriz que fuera intelectual y ella lo es, de hecho, no solo por su carrera dentro del teatro y el cine, sino porque además ella ha estudiado ciencias políticas y tiene una perspectiva diferente". 

Por su parte, Joséphine Japy recuerda cómo fue su conexión con la historia y, en particular, con la protagonista. "Me viene a la mente la primera escena, cuando aparece Eugénie con la sirvienta por la noche. Ambas están en el ático, doblando y desdoblando sábanas. Ahora todo lo hacemos más rápido y no tenemos la costumbre de ver pasar el tiempo, de disfrutar del silencio. En esa escena comprendí el ritmo que Marc quería imponer, un ritmo de calma y de silencio que ayuda a percibir la intimidad del personaje", cuenta.

El despertar de las mujeres

A la hora de ponerse en la piel de Eugénie, Josephine Japy reconoce que sintió algo parecido a como si retrocediera, en muchos sentidos diferentes. "La apariencia física y el porte de Eugénie es muy distinto al de una mujer del siglo XXI, que se puede mover libremente, expresarse e incluso llevar vaqueros", observa la actriz.

"Ella no podía hacer todo eso y para poder comprender la sensación de encierro en el que vive, aprendí a coser y a bordar. Pasé cuatro días en casa, sin teléfono, sin televisión, solamente cosiendo y bordando. Y esto me ayudó a entender al personaje, que vive encerrada y aburrida, en una situación donde parece que el tiempo no pasa nunca", añade.

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Del siglo XIX a la actualidad

Eugénie Grandet y su padre en una escena de la película.

"Si Honoré de Balzac viera la situación actual y el mundo de hoy en día, lo que más le llamaría la atención sería el lugar al que llegó el materialismo obsesivo, algo incipiente en su obra y en su época, pero que empieza a describir en su obra. Y a dónde nos ha llevado este materialismo, capaz de excluir todo tipo de espiritualidad, no solo la religión, sino cualquier tipo de espiritualidad", reflexiona Marc Dugain.

"La sociedad que él describe y el individuo son meros consumidores y él alucinaría hasta qué punto de la evolución hemos llegado, teniendo en cuenta el cambio climático y otras circunstancias", concreta.

Sin embargo, hay otro asunto que Dugain cree que también le asombraría al autor. "Estaría interesado en ver la evolución que han tenido las mujeres y la posición que han ido ocupando a lo largo de los siglos, en el sentido de que no ha evolucionado tanto teniendo en cuenta el tiempo que ha pasado. Aun así, Honoré de Balzac era muy feminista y creo que estaría contento de ver la evolución de las mujeres y el fracaso del autoritarismo masculino que representan hombres como Felix Grandet, el padre de Eugénie".