¿Qué saldría de mezclar a Godard y a John Waters? La mezcla explosiva podría parecerse a Puta y Amada, la nueva película de Marc Ferrer que se presenta como un cóctel difícil de definir en el que caben la Nouvelle Vague, lo trash, lo kistch y hasta Yurena, antes como conocida Tamara, y famosa por haber convertido su lema No cambié en canción del verano e himno LGTB gracias a Crónicas Marcianas y sus desventuras junto a su madre Margarita Seisdedos -aquella que llevaba un ladrillo en el bolso dispuesto a ser usado-.

Yurena es sólo la anécdota mediática de esta película que habla del propio director, del vacío del creador ante la página en blanco y de la necesidad de encontrar en cada referente la llave para la inspiración. Pero Ferrer sabe que todo suma, y convertir en estrella a aquella estrella ahora en el olvido es un movimiento que el propio Waters hubiera aplaudido a rabiar. Si él hubiera conocido a Yurena la hubiera fichado como compinche inseparable de su Divine. Por si fuera poco ella se desvelaba hace poco como una cinéfila empedernida cuando se la vio en la filmoteca haciendo cola para ver a Jona Mekas, padre del cine experimental más radical.

El propio director, Marc Ferrer, reconoce que es fan de Waters, y que cree que “la relación es evidente, aunque surge de manera natural”. Quizás por eso surgió la posibilidad de que Yurena interpretara una canción en Puta y Amada y que su papel creciera finalmente. No le costó convencerla. “Fue fácil, teníamos un amigo en común que la conocía, y yo es que era muy fan de ella, así que cuando le dijimos que estábamos escribiendo el guion y que estaba buscando una actuación dijo que se lo propusiéramos. Le pasamos el dossier, le gustó y dijo que sí, y eso me impulsó mucho, porque seguía escribiendo y me puso las pilas”, explica el director a EL ESPAÑOL.

Tráiler de Puta y Amada

No era la primera vez que pensaba en Yurena para este proyecto. El germen de Puta y Amada está en una proyección de Nosotros no envejeceremos juntos, de Maurice Pialat: “Adria, que es mi pareja sentimental, y yo, que en la película hacemos de nosotros mismos, fuimos a ver esa película, que va de una pareja que todo el rato lo dejan y vuelven, y nos sentimos muy identificados como pareja, así que empezamos a hablar de hacer un remake, pero no creíamos que fuera a ser tan inmediato. Y en esa idea del remake saló también la idea de que la protagonizara Yurena porque la protagonista nos recordaba mucho a ella, y no la conocíamos de nada, pero ahí surgió todo”. El nombre, tan cañero, es una doble connotación, pero es una expresión que ellos usaban como estudiantes para referirse a la ciudad de Barcelona, que por un lado era puta, pero por otro les encantaba y querían quedarse para hacer cine desde allí.

Mi cine sale de una manera natural, por eso me gustan las películas en las que no se distingue entre alta cultura y baja cultura

En Puta y Amada se pasa de una referencia a la película más residual del nuevo cine francés a una escena musical con Yurena. Un cóctel que es un disparo a los prejuicios de todos esos culturetas que creen que sólo es cine lo que dice Cahiers du cinema. “Toda esta mezcla surge de una manera natural, no es una cosa que haga de forma consciente, o adrede, sí que soy consciente de mis referentes, pero cuando dirijo no digo: voy a mezclar a Godard con esto, no. Sale de una manera natural, por eso me gustan las películas en las que no se distingue entre alta cultura y baja cultura”, asegura.

Esos prejuicios impiden ver la realidad, y disfrutar con propuestas que la gente desecha sólo por saber de quién viene. Para Marc Ferrer eso ha ocurrido también con Yurena, “que tiene un disco que hizo en los 2000, que es de los mejores de la música pop, eso tiene mucho valor”. La cantante y ahora actriz también se ha mostrado como cinéfila hace poco, cuando se la vio haciendo cola para conocer a Jona Mekas.

Por eso en Puta y Amada lo mismo se alaba a Godard que se dice que “su cine es un coñazo”, porque como recuerda el director, también “hay que hacer comedia de eso, aunque Godard es uno de los directores más importantes de la historia del cine”. En la película también hay una crítica a ese cine que dirige las emociones del espectador, que le manipula, aunque Ferrer cree que más que “el cine actual es un cine concreto que siempre ha existido, porque hay directores que dirigen nuestros sentimientos, a mí me interesa otro tipo de cine más libre que trate al espectador como un ente inteligente al que no dicen lo que tiene que sentir”. Eso es lo que predica en sus películas, que no tienen las ataduras de la industria, y en la que Mónica del Raval es tan importante como cualquier estrella de Hollywood.

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