2020 será recordado como el año de la pandemia COVID-19. Las perdidas personales y las consecuencias sociales y económicas de esta crisis sanitaria han sido devastadoras en todos los sectores a nivel global, y su impacto definirá cualquier análisis que hagamos en los ámbitos públicos, privados y domésticos. También, por supuesto, en la industria del cine y la televisión. 

Desde la interrupción de todas las actividades que se produjo en marzo a la implantación de nuevos protocolos de rodaje durante el verano; de las nuevas estrategias de distribución de películas en plataformas anunciadas en las últimas semanas al cierre de otras, los efectos del coronavirus en lo relacionado con el mundo audiovisual han sido numerosos.

La histórica primavera de este año también estuvo definida por las protestas del movimiento Black Lives Matter. La indignación provocada por los asesinatos de George Floyd y Breonna Taylor por brutalidad policial generó una respuesta a nivel mundial, y puso nuevamente sobre la mesa, esta vez con más fuerza, la problemática del racismo sistémico en Estados Unidos.

Además de los necesarios y urgentes cambios que deban implantarse a nivel institucional en la sociedad estadounidense, la industria audiovisual ha respondido con autocrítica cuestionando la forma en la que algunas historias son representadas, quién las cuenta y cómo. Estos dos titulares que definieron 2020 marcarán también las series y películas que veamos en 2021 y, muy probablemente, los años siguientes. 

El impacto del coronavirus en las plataformas de streaming 

Los próximos estrenos de Star Wars y Lucasfilms anunciados en la reunión de accionistas de la plataforma. Disney+

Los meses de confinamiento trajeron consigo un aumento del consumo de vídeo bajo demanda y todas las plataformas (también en España) vieron crecer su número de suscriptores y de horas de visionado. Las ganadoras a nivel global fueron las dos más potentes, Netflix, que sumó 30 millones de nuevas cuentas, y Disney+, que cerrará el año cerca de los 90 millones de suscriptores, cifra que superó todas las previsiones.

En el otro lado de la balanza está el cierre de Sky en España, el lanzamiento descafeinado de Peacock en Estados Unidos (que contaba con el refuerzo promocional de los juegos olímpicos), y el descalabro de Quibi que, valoraciones de su catálogo aparte, no supo adaptarse al contexto en el que se produjo su lanzamiento. 

HBO Max, por su parte, generó confusión con su nueva marca entre los usuarios que ya estaban suscritos a HBO, HBO Go y HBO Now, y no pudo contar con el que esperaba fuera su reclamo estrella en 2020, la esperada reunión de Friends que ahora, después de que en primavera decenas de equipos de series ofrecieran encuentros virtuales, ha perdido todo su brillo. Y la plataforma cierra el año con otro golpe a su imagen de marca, después del descontento generado en la industria por la decisión de unilateral de Warner Media de estrenar sus grandes títulos de forma simultánea en salas y en streaming. 

Estrenar títulos destinados a salas bajo demanda ha sido negativo para Warner y HBO Max por un problema de comunicación y gestión interna, pero ha resultado ser un salvavidas para muchos otros estudios que, con el cierre de los cines durante meses han visto en las plataformas de streaming una vía para estrenar las películas que de otra forma se iban a quedar en un cajón. Y, después de todas las discusiones que surgieron con las películas originales de Netflix y su derecho o no a participar en festivales y premios en años anteriores, el panorama ha cambiado en la la próxima edición de los premios Óscar, que en 2021 permitirá la participación de películas que no se hayan estrenado en cines comerciales. 

Cómo ha afectado la pandemia a los rodajes

'Anatomía de Grey' ha incorporado la COVID-19 a sus tramas de la nueva temporada. Shondaland

El cese de los rodajes y las actividades presenciales de todas las fases de producción desmontó los calendarios de programación de gran parte del año, retrasó estrenos, obligó a dar cierre adelantado a las temporadas en emisión de varias series, eliminó la temporada de pilotos, la puesta de gala de la televisión generalista en la vuelta a curso en otoño, y produjo cancelaciones de series que habían sido previamente renovadas, como The Society y GLOW, entre muchas otras. 

A finales de julio se pusieron en marcha los protocolos de seguridad para el regreso a los sets de rodaje, una serie de medidas que traen consigo costes añadidos a los presupuestos, además del aumento de los tiempos de rodaje, lo que también afecta directamente los costes de producción. Rodar un episodio de cualquier serie es ahora mucho más costoso que hace un año, sin contar con los retrasos imprevistos si se encuentra algún caso positivo en el equipo, lo que obligaría al confinamiento de la persona afectada y todas aquellas con las  que haya estado en contacto en los días previos. 

Precisamente ayer, 30 de diciembre, las autoridades de Los Ángeles y el sindicato de actores recomendaron que las producciones extendieran durante unas semanas sus vacaciones navideñas, debido a un aumento en los casos positivos de COVID-19 que se han producido en la zona en el útlimo mes. Son pocas las series que puedan permitirse contar con el flujo de inversión que garantice un rodaje que no tiene una fecha de finalización asegurada, por lo que, inevitablemente, cuando llegue el momento de hacer recuento notaremos un descenso en el número de producciones anuales.

Su efecto también se verá en la pantalla

La pandemia no solo ha afectado a las series detrás de cámaras, su efecto también se notará en lo que veamos en pantalla. No solo en series que hayan podido incorporar la realidad en sus universos ficticios, como han hecho Anatomía de Grey con su temporada 17 (aún sin fecha de estreno en España) o Superstore (con la que será su última entrega), la nueva normalidad en los rodajes cambia también los guiones. Por necesidades de producción las historias que se están rodando y las que vienen tendrán menos extras, por lo que dejarán de rodarse escenas que requieran la presencia de muchas personas o el trabajo con especialistas. 

También habrá menos escenas de intimidad sexual, a menos que sea absolutamente imprescindible, y serán más frecuentes aquellas en las que intervengan pocos personajes. El presupuesto tendrá que gastarse con medida y habrá menos espacio para la espectacularidad; eso no implica que las series que vengan sean menos vistosas, pero será necesario recurrir al ingenio y a la planificación. El triunfo será conseguir que nunca pensemos en que una historia se podría haber contado de forma diferente si no hubiese una pandemia.

Cómo cambiará el Black Lives Matter las series de televisión

'Así nos ven', la miniserie de Netflix basada en un caso real que mostró las consecuencias del racismo y la brutalidad policial. Netflix

Los cambios llegan cuando son reclamados desde el tejido social, así nos lo demostró, por ejemplo, el movimiento MeToo, cuando después de décadas en las que se usó la violación de cuerpos femeninos en pantalla como recurso dramático, consiguió transformar las representaciones de la violencia sexual y la seguridad de los actores en los sets de rodaje. Las protestas del movimiento Black Lives Matter en contra de la brutalidad policial y el racismo ha puesto sobre la mesa una conversación que lleva retrasándose décadas en Estados Unidos, pero también cambiará la forma en la que se cuenten ciertas historias en su ficción.

Desde la primavera los creadores de series policiales han estado en proceso de autocrítica en lo que a la representación de la figura del policía se refiere. El conflicto principal radica en que suelen ser protagonistas de las historias, y el objetivo de estas es que se impongan sobre los delincuentes, por lo que el uso de la fuerza estaba justificado. En esas mismas historias, los negros solían ser los que estaban del otro lado de la ley, extras sin arco, personalidad ni nombre, por lo tanto, deshumanizados. El espectador, por tanto, se había acostumbrado a asociar a los negros con criminales y justificaba cualquier acción policial si al final conseguía capturarlo.

Los responsables de series policiales en Estados Unidos han estado hablado abiertamente sobre este tema y han planteado la necesidad de que las series reflejen de forma más consciente la realidad en la que viven. Que sus responsables piensen más a la hora de decidir qué historias se están contando y cómo es un paso, pero también será necesario que haya más guionistas, directores y showrunners negros que puedan contar sus propias historias. Las series policiales no van a dejar de existir, ni los policías dejarán de ser los héroes, pero habría qué plantearse de qué manera y a qué precio, por lo que, seguramente, la brutalidad policial será un tema que tengan que verbalizar sus personajes. 

En este sentido, Alexi Hawley, el showrunner de Rookie, puso sobre la mesa un ejemplo muy interesante de cómo la ficción moldea la percepción del espectador, y también de lo complicado que es hacer las cosas bien. Se refería concretamente a la representación de las mujeres negras en las series procedimentales; como showrunner blanco pensaba que siempre sería más positivo darles personajes de juezas o abogadas, mujeres con poder, pero en ese proceso, en la realidad no se ve a la mujer negra como una víctima, porque en la ficción el espectador no está acostumbrado a verla representada como tal. La solución no es fácil, pero es positivo que existan la sensibilidad y el interés necesarios para generar cambios. En cualquier caso, después de 2020 las series ya no serán las mismas. 

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