Murcia

José y sus dos hijos dan gracias a diario por tener a su lado a María José, tras verla en coma durante tres semanas, al borde de la muerte en la Unidad de Cuidados Intensivos, a causa de una liposucción en las piernas, practicada por una cirujana y una enfermera con sus títulos sin homologar.

"El corazón se me paró dos veces en urgencias y a mi marido le dijeron que entrase a despedirse de mí", tal y como relata María José. Pero su esposo no tuvo fuerzas para dar el último adiós al amor de su vida y ese fue el prólogo del milagro que protagonizó esta mujer, de 44 años, que ahora espera que la Justicia castigue a las dos personas que le practicaron aquella cirugía y a la dueña de la Clínica Lipoescultor que supuestamente carecía de licencia para albergar intervenciones quirúrgicas invasivas.

"Me dieron por muerta", insiste María José, mientras accede a atender a EL ESPAÑOL, consciente de que su caso, ocurrido en noviembre de 2019, tiene similitudes con el de Sara Gómez: la agente inmobiliaria de Alcantarilla, madre de un niño y una adolescente, que peleó por su vida en una UCI durante 29 días, pero acabó muriendo el 1 de enero, a raíz de las lesiones que le causó una lipoescultura hecha por un cirujano cardiovascular sin la especialidad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética.

"Lo que le pasó a Sara me afectó muchísimo, me veía reflejada en ella y estuve un tiempo sin ver las noticias porque me hizo revivir todo lo que padec mi familia", según reflexiona esta vecina de Caravaca de la Cruz, una localidad de 25.600 habitantes, ubicada en el Noroeste de la Región de Murcia. "Yo también tengo dos hijos que lo pasaron muy mal con mi situación: por aquel entonces, el pequeño tenía 8 años, y me echaba de menos, y la mayor, de 21 años, sufrió una ansiedad que se moría".

María José necesita que su juicio se celebre ya para dejar atrás el episodio más duro de su vida y del que no se ha recuperado todavía ni a nivel mental ni físico. "Este mes se cumplen tres años de la operación y sigo acudiendo a hacer terapia psicológica porque tengo una cicatriz grande en la pierna y cuando me miro al espejo, me siento muy mal conmigo misma y me culpó de lo que pasó". Sin embargo, esta mujer solo es 'culpable' de haberse fiado de la publicidad y de la información que recibió cuando acudió a asesorarse sobre una liposucción a la Clínica Lipoescultor. 

Vista aérea de Caravaca de la Cruz y de su espectacular santuario de la Vera Cruz. Turismodecaravaca.com

- ¿Por qué escogió la Clínica Lipoescultor para someterse a una cirugía estética?

- El Ayuntamiento le dio un premio y me acerqué para asesorarme. Me quería hacer una liposucción en las piernas para sentirme mejor conmigo misma.

En aquel momento, María José tenía 41 años y le generó confianza el hecho de que el Consistorio de Caravaca de la Cruz le otorgase a Eva María A. C. el Premio Mujer Empresaria 2019, por su trayectoria como gerente de Clínicas Lipoescultor. De hecho, empezó regentando un centro de estética y de cuidado de la salud en Caravaca de la Cruz y logró abrir otras tres delegaciones: una en Cehegín y dos en Murcia -en la Gran Vía y en el Centro Comercial Nueva Condomina-.

- ¿Qué impresión se llevó en la primera consulta?

- Me explicaron de qué manera iba a ser la intervención. Todo fueron facilidades y lo plantearon muy bien. Me dijeron que tenían una cirujana que operaba súper bien en la clínica de Murcia y la presentaron como una persona con experiencia.

La doctora en cuestión era Érika: una mujer venezolana, cuya titulación no estaba homologada en España y que trabajaba contratada por obra y servicio, como autónoma extranjera. "No era cirujana", zanja María José. La supuesta enfermera que la asistía era su hija, Franyerika, que tampoco tenía homologada su titulación. "Ella solo tenía un título de esteticién y en su bata ponía doctora".

Ni la madre ni la hija podían ejercer la Medicina en territorio español, pero eso no les importó para poner a María José sobre una mesa de operaciones. Además, lo hicieron en la clínica de la Gran Vía de Murcia, propiedad de la empresaria Eva María, que carecía de licencia para realizar intervenciones con anestesia general, como una liposucción: solo tenía permiso para pasar consulta y albergar cirugías menores. Esa es la realidad de los centros Lipoescultor que contaban con un equipo de 25 expertos en tratamientos de estética o deporte, bajo la gestión de la empresaria galardonada por el Ayuntamiento caravaqueño.

- ¿Qué impresión le causó la doctora Érika en consulta?

- La primera vez que la conocí fue el mismo día que iba a operarme en la clínica de la Gran Vía de Murcia. Yo acudí acompañada de mi hija, a la hora que se me había citado, pero la doctora Érika llegó una hora tarde. Menuda responsabilidad: ¿Verdad? Ella entró muy amable, me dio una bata, me explicó lo que iba a hacer y dijo que enseguida estaría "nueva".

De forma que aquel domingo 17 de noviembre de 2019, a María José le pusieron la anestesia para someterla a una liposucción en las piernas que casi le cuesta la vida. "Lo siguiente que recuerdo es que iba en una camilla sentada y una chica me dijo que me tenía que beber un zumo y en media hora me podía marchar, pero yo le contesté que no me entraba nada y en cuanto salí por la puerta de la clínica ya me sentía mal".

Clínica Lipoescultor donde María José contrató una liposucción de piernas.

- ¿Qué síntomas tenía al regresar a su domicilio?

- Me dolían mucho las piernas. En cuanto llegué me duché y me acosté, pero de madrugada mi marido me tuvo que llevar a urgencias porque estaba mala. Allí estuve un rato y me volvieron a enviar a casa. Yo llamaba a la clínica estética y me decían que la cirujana les había explicado que eso era normal, que me pusiera una faja y en dos días estaría nueva, pero no fue así.

El martes seguía con fiebre y mucho malestar: no me salían ni las palabras. Era una cosa muy rara. Entonces, le dije a mi hija que me llevase al Hospital del Noroeste y me derivaron a Murcia para hacerme unas pruebas.

- ¿Qué ocurrió al llegar al otro centro hospitalario?

- Todos los médicos del Hospital Morales Meseguer empezaron a correr, mientras que yo iba aturdida en una camilla y mi marido detrás. A partir de ese momento, no recuerdo nada más porque entré en coma.

María José ingresó el martes 19 de noviembre con una "infección en la sangre" que le provocó un shock séptico y terminó postrada en una cama de la Unidad de Cuidados Intensivos del Morales Meseguer de Murcia. "Me desperté en la UCI pensando que era el mismo día que había ingresado y mi marido me explicó que llevaba 21 días entubada y en coma: no lo me podía creer", tal y como admite esta caravaqueña.

- ¿Qué recuerdo guarda de su paso por el hospital?

- Entré en el Hospital Morales Meseguer de Murcia, un 19 de noviembre de 2019, luego me derivaron al Hospital Virgen de la Arrixaca, y no recibí el alta para regresar a mi casa hasta el 9 de enero de 2020. Estoy aquí gracias a los médicos que me salvaron, pero tengo un recuerdo muy malo porque me pasé un día sí y otro no, dentro del quirófano. Me operaron 18 o 19 veces para quitarme la infección.

- ¿La gerente de la Clínica Lipoescultor o la doctora Érika se pusieron en contacto con usted cuando despertó del coma?

- No. ¿Contacto? Nada. Ni lo quiero. La dueña de la clínica sí que estuvo una o dos noches en la UCI porque sabía que yo me iba.

- ¿Le han quedado secuelas físicas en las piernas?

- Llevo una cicatriz en la pierna derecha. No puedo ponerme de rodillas, me cuesta mucho doblar la rodilla porque tengo piel muerta y me duele cuando camino mucho.

Tanto la doctora Érika Y. C., como su hija, Franyerika A. A., serán juzgadas próximamente por presuntos delitos de intrusismo profesional y de lesiones por imprudencia grave. La Fiscalía pide tres años de cárcel para la madre y una multa para la hija, así como 155.620 euros de indemnización para María JoséEl Juzdado de Instrucción número 6 de Murcia considera a la Clínica Lipoescultor responsable civil subsidiaria de los hechos.

De momento, la compañía de seguros ha depositado una fianza de 255.000 euros en concepto de indemnización y en previsión de una posible condena. María José ejerce la acusación particular a través del abogado Juan Rigabert. El conocido penalista eleva la petición de condenas de la Fiscalía y solicita 4 años de prisión tanto para la madre como para su hija. 

El abogado Juan Rigabert ejerce la acusación particular en nombre de María José.

"Érika era médico en Venezuela, pero no tenía el título homologado en España que es lo mismo que no tener título a efectos legales, ya que el Código Penal lo recoge como un delito de usurpación", según expone el letrado Juan Rigabert. "En cuanto a su hija, Franyerika, ni siquiera tenía el título de Medicina o Enfermería, ella lo que ha homologado es un título de esteticién que no tiene nada que ver con ser enfermera o ser ayudante en un quirófano para lo que se exige una carrera". La dueña de las Clínicas Lipoescultor no figura como investigada en la causa, solo han sido demandadas la mercantil que es de su propiedad y la compañía de seguros, por responsabilidad civil, con el objetivo de indemnizar a la paciente que le contrató una liposucción en las piernas por 4.000 euros.

"La empresaria solo tiene que responder como responsable civil porque puso a la doctora y la liposucción se llevó a cabo en su clínica que tenía licencia para pasar consulta, pero carecía de permiso para la actividad de anestesista y de quirófano: solo estaba autorizaba para sala de curas", según sostiene Rigabert. "Además, podía ofertar operaciones de cirugía mayor, siempre y cuando se realizasen en un hospital con quirófano".

A lo largo de toda la instrucción judicial, tanto la doctora Érika como su hija, Franyerika, se han acogido a su derecho a no prestar declaración. De modo que lo harán directamente en la vista oral. "No han dado justificación de nada porque es un dato objetivo que ejercieron una actividad profesional sin permisos y el forense establece una relación de causalidad entre las lesiones que sufrió mi cliente y la falta de esterilización del instrumental quirúrgico y de un quirófano que no era un quirófano".

EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con Eva María, propietaria de Clínicas Lipoescultor, y la empresaria ha facilitado un comunicado donde expone lo siguiente: "Esta empresa siempre ha tenido todos los permisos necesarios para ejercer su actividad, tales como permisos de apertura, de actividad, etcétera".

La empresaria también defiende que ella no era responsable de velar porque la doctora Érika tuviese homologado su título de Medicina en España: "En el desarrollo de nuestra actividad, las competencias de carácter médico, como son tener correctamente los permisos de sanidad y velar por la seguridad del paciente son responsabilidad, única y exclusivamente, del responsable sanitario, a su vez, director médico, tal y como determina la ley. En este caso, dicho director médico era el doctor B. L., nombrado para dicho cargo ante la Consejería de Sanidad de Murcia".

Este diario también ha telefoneado en repetidas ocasiones a la doctora Érika, con el objetivo de recabar su versión de los hechos, pero las llamadas no han sido atendidas.