Valencia

Ramón C. P. se ha reincorporado a su puesto de trabajo en las Cortes Valencianas nada más salir de la cárcel, según ha podido contrastar EL ESPAÑOL. Allí ha sido recibido con numerosas muestras de apoyo de funcionarios y políticos pese al grave delito que se le imputa: la muerte de Ramón C. S., su hijo. El grueso del parlamento apoya al ujier, que bloqueó al joven sentándose sobre su pecho cuando irrumpió violento en su casa. La hipótesis inicial es que falleció de asfixia por esta maniobra, pero su defensa alega que pudo morir al combinar cocaína, ketamina, MDMA, metadona, diazepam y alcohol.

El análisis toxicológico de los restos mortales del joven, de 21 años, confirma las graves adicciones que padecía. En concreto, detectaron en sus restos mortales "alcohol etílico, éster metílico de la ecgonina, cocaína, cocaetileno, benzoilecgonina, ketamina, norketamina, metilendioximetanfetamina (MDMA), EDDP (metabolito de metadona), metadona, olanzapina, diazepam, nordazepam, quetiapina y aminoclonazepam". Así lo recoge el informe médico forense realizado por la sección de psiquiatría del Instituto de Medicina Legal de Valencia, al que ha tenido acceso este periódico.

El dictamen de los especialistas excusa al presunto homicida. Concluye que Ramón C. P. desconocía "las posibles consecuencias letales de las maniobras de inmovilización que practicó, en este caso y en otras ocasiones anteriores". Y también valora que el crimen que se le atribuye se produjo "en el contexto de un estado afectivo intenso surgido como respuesta a estímulos poderosos procedentes del después fallecido".

Dicho estado "tuvo repercusión en la conciencia de los hechos y, sobre todo, en la capacidad de autodominio, afectando de un modo importante a las bases psicobiológicas de su imputabilidad", según consideran los expertos. Ante tal pronunciamiento del Instituto de Medicina Legal, la titular del Juzgado de Instrucción 21 de Valencia concedió al acusado la libertad provisional sin fianza, tal y como informó Las Provincias.

En la misma línea, en el parlamento valenciano se han mostrado comprensivos con Ramón C. P. Tanto es así que "varios políticos han ido a visitarlo a prisión", según subraya su abogado, Mario Gil, sin precisar cuáles lo han hecho. El acusado ejercía de ujier en las inmediaciones del despacho del presidente de las Cortes Valencianas, Enric Morera (Compromís), pero ha sido reubicado a su regreso a un espacio de menor exposición. Tampoco realiza por el momento labores de asistencia a los diputados durante los plenos del parlamento.

La maniobra

El pronunciamiento de los psiquiatras fue trascendental para liberar al ujier, pero resta por conocer un informe aún más determinante: la autopsia definitiva. La defensa del empleado parlamentario considera que la peligrosísima combinación de drogas, alcohol y fármacos que había consumido el joven pudo influir en su muerte. Ello, unido a que pesaba sobre el chico una orden de alejamiento por violencia en el propio domicilio, podría dar un vuelco a lo que parecía inicialmente un claro caso de homicidio. La defensa, en tal caso, no descarta solicitar el sobreseimiento de la causa.

Pero también son varios los aspectos que juegan en contra del acusado. En primer lugar, la maniobra de reducción, explicada al detalle por él mismo a los especialistas del Instituto de Medicina Legal. "Estaba sentado sobre el tórax de su hijo con las rodillas inmovilizándole los hombros. Su hijo intentaba zafarse, pero no podía", recoge el informe forense. "No sabe decir cuanto tiempo estuvo así sentado sobre él, cree que poco, no lo puede precisar porque no lo recuerda. Durante ese tiempo cree que su hijo sí estaba consciente y tratando de zafarse e insultándole a gritos, pero no tiene un recuerdo nítido de la escena", agrega el IML.

Fueron, sin embargo, los últimos minutos de vida del joven. "Cuando lo vio calmado, quieto, se levantó y se sentó en el sofá, y al ver que pasaba el tiempo y seguía estando quieto, escribió a su mujer con el móvil diciéndole que viniera. Dice recordar que le escribió 'ven', o 'tienes que venir'. Cree que ella le llamó y él le dijo 'tienes que venir, está quieto', sin recordarlo con nitidez", prosigue el informe al que ha tenido acceso este periódico.

La policía, en cambio, registró un mensaje mucho más truculento de Ramón a su mujer: "ya está todo arreglado". Preguntado al respecto, el letrado de Ramón C. P. reconoce que escribió a la mujer, pero asegura que no era consciente de lo que había ocurrido cuando envió los mensajes, y que fue por ello que tampoco avisó a Emergencias. También lo recogió así en su informe el Instituto de Medicina Legal.

"Refiere que no recuerda que en ningún momento pensara que podía estar muerto. Ahora piensa que quizás entonces creyó que estaba durmiendo los efectos de la borrachera. Estuvo sentado en el sofá hasta que llegó su mujer. Refiere que no recuerda ver sangre que manara de ninguna lesión de la cabeza", expusieron los expertos, que insistieron en que no era la primera vez que Ramón practicaba la maniobra para reducir a su hijo. "Así lo reducía y así lo calmaba. La última vez cree recordar que en mayo, no recordando los motivos de la discusión, cuando su hijo le golpeó en la cabeza con una pistola de plomillos y pusieron una orden de alejamiento", indicaron.

Portal del edificio en el que se produjeron los hechos. EE

Además de las entrevistas con el acusado y del informe toxicológico de la víctima, los expertos del Instituto de Medicina Legal también han tenido en cuenta otros "elementos de valoración" como "la abundante documentación policial, judicial y de Fiscalía de Menores relacionada con el fallecido".

Entre ella destacan "atestados y partes de intervenciones policiales por daños en la comunidad de vecinos, por amenazas de muerte a sus padres y por malos tratos hacia los mismos". Estos, sin embargo, "le protegen con sus declaraciones, argumentando que está enfermo y solicitando ayuda para su hijo". "También consta orden de alejamiento anterior a la vigente cuando suceden los hechos, con la solicitud de los progenitores para que sea retirada 'para poder cuidar debidamente a su hijo que está en tratamiento'", según precisa el informe. 

El fallecido, los días previos a su muerte, también había causado numerosos desperfectos en el edificio de la residencia familiar, ubicada en la calle José Aguilar de Valencia. Y se disponía a repetir los incidentes. "Esta noche vendrá a por mí la Policía", vaticinó minutos antes de morir en el bar de abajo, según precisaron a este diario en el propio establecimiento.

El informe del Instituto de Medicina Legal también recoge que la mujer de Ramón C. P. y otro hijo del matrimonio se refugiaban en otra vivienda "tanto por miedo al hijo mayor como para que el menor se preparara con tranquilidad el selectivo". Cuando su esposa acudió al domicilio algunos vecinos le escucharon gritar "mi marido ha matado a mi hijo", pero el acusado aseguró a los expertos que su esposa "le está apoyando en este trance".

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