Enrique Recio Carmen Suárez

Jueves, 15 de julio. 07:50 horas. En la sede madrileña del Servicio de Helicópteros de la Dirección General de Tráfico (DGT), en el Aeropuerto de Cuatro Vientos (LECU), está todo prácticamente listo para comenzar la jornada. Son madrugadores. Lógico, por otra parte. Pues es precisamente a primeras horas de la mañana cuando todas las carreteras de la capital española comienzan a llenarse de conductores para ir al trabajo. Y entonces comienza a hacer el suyo esta patrulla de pilotos y videógrafos. 

Son los ojos de la DGT en el aire. A bordo del Pegasus, el helicóptero-radar de la Dirección General, esta unidad es la pesadilla invisible de los conductores. Capaces de multar desde 300 metros de altura, a un kilómetro de distancia en línea recta y a vehículos que viajen hasta a 360 km/h, a este grupo de expertos es difícil que se le escape un infractor en carretera. De hecho, según los últimos datos publicados, multan a uno de cada cuatro coches que vigilan. Solo el mes pasado, según cuentan, sancionaron a 700 vehículos. Pero, ¿cómo lo hacen?; ¿cuál es su secreto?

Eso es lo que trataremos de descubrir hoy. No solo charlando con este patrulla, sino cazando a los infractores a bordo del que posiblemente es el helicóptero más temido por los españoles. 

Un día en el Pegasus de la DGT 'cazando' a conductores infractores Carmen Suárez

El primer compañero de vuelo al que conocemos es Jorge del Campo, uno de los videógrafos que la DGT tiene repartidos por todo el territorio nacional. Esta semana está en Madrid, pero la pasada, por ejemplo, estuvo en Galicia, Asturias y Cantabria. "Fue duro, hicimos muchos kilómetros, tuvimos que sobrevolar muchas montañas; y todo teniendo en cuenta que el combustible siempre es limitado en un helicóptero", cuenta este trabajador a EL ESPAÑOL. Jorge lleva alrededor de año y medio pillando a infractores y delincuentes desde las nubes, después de haberse dedicado al papeleo durante una veintena en la sección central de la DGT. 

Tráfico tiene un total de 13 de aeronaves en funcionamiento repartidas en siete bases aéreas: A Coruña, Málaga, Sevilla, Valencia, Valladolid, Zaragoza y Madrid. Nosotros accedemos a esta última sobre las 08:00 horas. La madrileña es la patrulla que cuenta con más helicópteros. Cuando traspasamos el hangar [el pabellón donde se guardan y mantienen estos vehículos aéreos] contamos hasta cinco. Él último de todos, el nuestro. Mientras los técnicos revisan que todo esté perfectas condiciones para el vuelo, este periodista y la fotógrafa que le acompaña reciben las nociones de seguridad básicas para el que será su primer viaje en helicóptero. 

Ascenso

El helicóptero de la DGT, momentos antes de despegar. Carmen Suárez

Como si se tratase de un vuelo comercial, un piloto veterano de la base nos explica cuáles serán los pasos a seguir. El uso del cinturón; el de los cascos insonorizados para evitar el ruido de las hélices y poder comunicarnos en el vuelo mediante un sistema radiofónico; cómo debemos abrir y cerrar las puertas y, lo más importante, el silencio que deberemos guardar durante el despegue, el aterrizaje y en los momentos en los que el piloto se comunique con las torres de control aéreo.

Jorge del Campo, por su parte, nos enseña la que para él es la parte más importante, el Pegasus. El radar aéreo, de origen militar y fabricado por la empresa canadiense Wescam, que la DGT comenzó a instalar en sus helicópteros en marzo de 2013. Se trata de una esfera de gran tamaño compuesta por dos cámaras, colocada en una plataforma en la parte inferior derecha de la aeronave. En lo que termina su explicación, conocemos al piloto, Luis Vidal, con más de veinte años de experiencia a sus espaldas. ¿Estáis listos?, pregunta, sonriendo. Sí, le contestamos con entusiasmo. 

Luis Vidal, uno de los pilotos de la DGT. Carmen Suárez

El vuelo durará aproximadamente una hora y media, y recorreremos las carreteras del norte de la Comunidad de Madrid, Guadalajara y Cuenca. Al estar gran parte de las autovías monitorizadas por cámaras de la DGT, de lo que se encargan principalmente estos helicópteros es de vigilar las carreteras secundarias. Aunque en esta jornada habrá de todo.

A pesar de que, seguramente, habrá leído que Tráfico advierte en los paneles de las autovías de la salida de estas aeronaves, no es del todo así. De hecho, en esta ocasión, según cuentan, no se ha avisado a nadie. "Para vuelos rutinarios no se informa, sí se hace para operaciones salida u otras especiales", sostiene del Campo; como la que se producirá este fin de semana, con motivo de las vacaciones de la segunda quincena de julio. Hoy, en cambio, habrá efecto sorpresa. 

Una pequeña grúa saca al helicóptero del hangar, lo sitúa en el helipuerto y los cuatro, los dos expertos, piloto y videógrafo, y servidores, caminamos hacía él. Una vez montados, asegurados y con los cascos puestos, las hélices comienzan a girar con gran fuerza. Jorge comunica al centro de gestión mediante la emisora la activación del Pegasus. "Estoy ajustando la cámara y el sistema de grabación. Viajamos con prensa, iremos a vigilar la zona norte de Madrid. Luis, cuando quieras", le dice, por último, al Piloto. Ascendemos. 

A-2

En cuestión de pocos minutos, sobrevolamos la almendra central madrileña. Bajo nuestros pies, la Estación Puerta de Atocha, el Parque del Retiro, la Puerta de Alcalá, barrio Salamanca y a lo lejos, las cinco torres, en Chamartín. Nos dirigimos hacia la Autovía del Nordeste, dirección Barcelona. Desde el momento en el que despegamos, Jorge no le quita ojo a lo que él mismo denomina como "la consola". Es el sistema de control del radar, compuesto por una pequeña mesa con distintos botones, un mando que controla con su mano derecha y una pantalla donde se ve, en directo, la imagen en carretera. 

Sobrevolando el Paseo de la Castellana. ER

El Pegasus funciona a golpe de intuición. El videógrafo no puede estar comprobando continuamente a qué velocidades van las decenas de miles de vehículos que ve en su pantalla. Así que observa con atención y si advierte algún movimiento extraño, fija el aparato en el vehículo sospechoso. Es entonces cuando enfoca las dos cámaras. La primera, una panorámica que facilita el seguimiento y la captación de la velocidad, y la segunda, con un zoom de 1000 aumentos, la que tiene como objetivo leer la matrícula del vehículo o fotografiar al conductor si está cometiendo un delito. 

Con respecto a un radar fijo, con el que se controla solo un punto concreto de la carretera, este sistema aporta la facilitad de vigilar a cientos de kilómetros en un vuelo de apenas dos horas de duración. Y esto explica su elevado índice de acierto [propone sanciones a uno de cada cuatro coches que vigila], ya que ese control continuado le permite detectar, en mayor proporción, los coches que circulan muy rápido, en comparación con otros. 

Multa

"Veo tráfico fluido, pero todos van a la misma velocidad aproximada. No tengo ninguna referencia de infracción", comenta Jorge, 15 minutos después de sobrevolar la A-2. Llegamos a Guadalajara. Segundo destino, la Nacional 320, dirección Cuenca (Castilla-La Macha). La base aérea madrileña de la DGT también se encarga de vigilar esta zona. Recorremos bastantes kilómetros de la carrera secundaria y de otras adyacentes, pero no hay rastro de infracciones. Es un día tranquilo, al parecer.

La A-2.

Volvemos a la A-2 y de pronto, cuando se ve cerca ya el skyline madrileño, Jorge le grita a Luis: "¡Frena, ese coche va a 150 kilómetros por hora! Esta a las doce vuestras (le advierte a la fotógrafa y el piloto, que van en la parte delantera de la aeronave). Carril izquierdo, lo tengo. Va a pasar ahora junto a una furgoneta blanca. Voy a medir otra vez. Ya he hecho dos mediciones. Lo tenemos. Venía dándole desde hacía varios kilómetros", asegura el videógrafo de la DGT.

Si finalmente es sancionado, antes debe ser supervisado por otro departamento de la DGT, el conductor deberá pagar una multa de 100 euros, por ir a 150 km/h en una autovía cuyo límite de velocidad está en 120 km/h, según dicta el Reglamento General de Circulación. 

Para captar la velocidad del conductor, el Pegasus hace tres mediciones cada tres segundos, una vez se ha marcado el objetivo. Se va siguiendo el vehículo y la cámara hace las mediciones que le pide el operador. Si no ha habido fallos técnicos, se hace una media de velocidad de esas tres tomas. El sistema, no obstante, puede fallar o no hacer ese cálculo, explica Jorge del Campo, si de repente hay un cambio brusco de velocidad, como sucede con las motos, o se interpone entre el coche y la cámara un túnel o una señal. Son las denominadas zonas grises. 

Conductas temerarias

Una de las infracciones captadas por el helicóptero-radar de la DGT. Carmen Suárez

Lo que muchos ignoran, no obstante, es que el helicóptero-radar de la DGT es capaz de detectar infracciones en las dos direcciones. "Los que vienen de frente, nos ven y se confían pensando en que estamos vigilando el carril contrario. Pero si detectamos algo, cuando pasan, el helicóptero da un giro y captamos la velocidad", afirma Jorge a este periódico. 

— ¿Cuáles son las infracciones más graves que has detectado?

— Las más llamativas no solo son de velocidad. Muchas están asociadas a conductas temerarias, es decir, van a una velocidad en torno a 190 km/h sin ser coches de alta velocidad; se van cambiando de carril, van acosando a los conductores de delante... En esos casos, identificamos al conductor desde el helicóptero. El piloto adelante el coche, elevamos la cámara y cogemos a la persona que va conduciendo. Tienes que identificarlo como prueba porque en el juicio puede alegar que él no era, que era su abuela, por ejemplo. 

Pero también, como ocurre con los drones [quienes, dice este videógrafo, les están quitando cada vez más trabajo], el Pegasus también vigila el tráfico en general para detectar y grabar conductas antirreglamentarias. Por ejemplo, no guardar la distancia de seguridad, usar el móvil o no llevar el cinturón puesto. Cuenta este experto que en ocasiones ha multado a conductores, en su mayoría de camiones o furgonetas, que tenían toda una oficina sobre el volante: una bandeja de comida, papeles... "Se olvidan de cuál es su trabajo. Se comen el bocadillo, se les cae un papel y final puede ser trágico", sentencia. 

La base aérea de la DGT, en el Aeropuerto Madrid-Cuatro Vientos. Carmen Suárez

El tiempo se agota y volvemos al Aeropuerto de Cuatro Vientos (CECU). Ahora, queda el trabajo más costoso. Revisar todos los vídeos, obtener las imágenes y hacer las propuestas de sanción para los conductores. "Nosotros todavía estamos muy mal vistos. Hace falta más concienciación. La sociedad tiene más estima por salvamento marítimo o por los bomberos... A nosotros quien de verdad nos tiene aprecio son las familias que han perdido a un ser querido en un accidente de tráfico. Porque podemos evitar el dolor que han sufrido ellos a otras personas", concluye del Campo. 

— ¿Os han metido presión para poner más multas en alguna ocasión?

— No, nunca. Nunca he trabajado con objetivos, simplemente hago mi trabajo todo lo mejor que puedo. 

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