“En todos los pucheros hay un garbanzo negro”. Así resume una vecina del barrio de Arenales el suceso que ha conmocionado a Las Palmas de Gran Canaria. El “garbanzo negro” en cuestión es José L., quien ha asesinado a su madre, Josefina E.P., este lunes por la noche. Posteriormente, Marcos, nieto de la víctima y sobrino del asesino, ha matado a José a puñaladas. Una doble tragedia sacude Canarias.

El suceso comenzó en torno a las 22 horas cuando varias llamadas a emergencias alertaban de que en el número 34 de la calle Pérez del Toro se estaba produciendo una fuerte riña. Cuando los agentes llegaron al lugar de los hechos se toparon con dos cadáveres, el de José y su madre, a la que todos llamaban Pepita. La mujer tenía 85 años y su hijo, 50.

Por su parte, Marcos, de 19 años, tenía varios cortes leves en el cuerpo, fruto de la pelea con su tío. Tras lo sucedido, el joven llamó a su madre, residente en Fuerteventura y esta, a la Policía. Marcos fue trasladado al Hospital Doctor Negrín de Gran Canaria y posteriormente, detenido por la muerte de su tío.

“No sé qué ha podido pasar”, explica a EL ESPAÑOL una mujer que regenta una peluquería frente al lugar de los hechos, con el susto todavía en el cuerpo. “Parecían gente normal”. Otros vecinos preguntados por el medio local Canarias 7, aseguran que José era una persona “conflictiva”, de esas que “evitas cruzarte cuando lo ves por la calle”. Según este relato, el parricida tenía problemas mentales que se habían visto acrecentados por el consumo de alcohol y drogas.

'Los valencianos'

Esta familia era conocida como los valencianos y llevaban toda la vida en Arenales. De hecho, el edificio de tres plantas donde ha ocurrido la tragedia llegó a pertenecerles en su totalidad. Hacía varios años que ya solo tenían el segundo piso en propiedad. Un hostelero de una calle cercana les define como “buenísima gente”.

A Pepita no se le ha conocido más oficio que el de ama de casa, dedicada a criar a sus cuatro hijos. Su marido, ya fallecido, tenía una tienda de muebles de cocina en el Polígono de Jinámar. El único díscolo en esa familia parecía ser José. Según han contado varios vecinos al citado medio local, el hombre había pasado por prisión. También había trabajado como albañil o limpiador de cristales. Siempre se preocupaba de tener trabajo.

El otro presunto homicida, Marcos, llevaba unos meses viviendo con su abuela y con su tío, con quien no tenía una buena relación. El joven llegó a Gran Canaria desde Fuerteventura para estudiar. Los vecinos le definen como un niño “muy atento” y con “devoción” por su abuela. No es de extrañar pues su reacción ante el primer crimen.

Pepita vivía encamada por una lesión en la cadera. Era ya raro verla en la calle. Si salía era con la ayuda de un andador y del brazo de su hijo, el mismo que presuntamente la ha asesinado.

Tras el paso de la Policía Científica por el lugar, los cuerpos han sido trasladados al Instituto Anatómico Forense, donde se les practicarán sendas autopsias para determinar las causas de las muertes. La investigación policial está en manos del juez de guardia y se ha decretado el secreto de las actuaciones.

Aunque Arenales suele ser un lugar tranquilo y cómodo para vivir, esta no es la primera experiencia que tiene esta calle con la muerte. “¿Pero qué sucede en esa calle?”, se preguntaba un usuario en la red social Facebook. “Si tiras de hemeroteca, un soldado roba un subfusil del gobierno militar de Triana y se pega un tiro en la puerta de la casa de su novia en Pérez del Toro. Un joven apuñala a su vecina con unas tijeras por, según él, llamarle la atención por el ruido al jugar a los vídeo juegos en Pérez del Toro”, afirma el usuario, que no duda en calificarla como “la calle de los dramas”

El primer suceso al que se refiere no consta en ninguna hemeroteca, pero el segundo sí. Es el de Saray González, asesinada por su vecino Alberto M.P., por la razón arriba expuesta, por llamarle la atención por el ruido de los videojuegos. Ocurrió en octubre de 2015. Actualmente, el asesino de Saray cumple una condena de 19 años de prisión. El crimen sucedió a pocos metros del lugar donde han muerto Pepita y José de forma violenta.

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