Andros Lozano David López Frías

Un siniestro bar de carretera en Benicarló (Castellón). Abre las 24 horas del día y tiene habitaciones en la planta de arriba, donde, de forma rutinaria y clandestina, se reúnen los miembros de una secta satánica formada por poderosos empresarios y políticos europeos.

Raptan a niños de un centro de menores tutelados próximo. Los violan y los torturan dentro del antro. Graban las perversiones y luego, como en un endiablado negocio sin control ni freno, venden los vídeos por cantidades millonarias. Allí mismo, una noche, Carlos Fabra, expresidente de la Diputación de Castellón, mató a un gitano.

Sólo unas cuantas personas, temerarias, osadas, gente valiente que osa enfrentarse al sistema, se atreven a contarlo. A poner nombre y rostro a los delincuentes. Se ayudan con el altavoz de varias páginas digitales y de Youtube. Los medios tradicionales, corrompidos por intereses oscuros, se niegan a destapar ese oscuro mundo.

Pero, 24 años después de que naciera aquella mentira, una juez ha decidido desmontar el mayor bulo de la historia de la crónica negra de España. Porque todo lo anterior, hasta la última coma, es mentira. Aunque hubo gente -y, seguramente, aún la haya- que creyó ese relato.

Imagen de archivo del bar España, cuando todavía conservaba su nombre original

El Juzgado de Instrucción número 5 de Castellón ha dictado un auto de procedimiento abreviado como primer paso para la apertura de juicio oral contra 11 personas por hacer difusión pública durante años del mayor bulo difamatorio contra políticos, jueces y personalidades españolas. Se trata del conocido como ‘caso del Bar España’. Se llegó a repetir tantas veces la misma mentira y llegar a oídos de tantas personas, que la leyenda llegó a conformarse como una realidad sólida.

Entre las personas a las que trataron de implicar en esas acusaciones, ya demostradas falsas en actuaciones judiciales anteriores, están el ya citado Carlos Fabra, durante años ‘amo’ del PP en Castellón; el expresidente de la Generalitat valenciana Francisco Camps; un capitán de la Guardia Civil, Carlos Yacoub; la magistrada Sofía Díaz; el expresidente del AC Milan Giuseppe Farina, o la exconcursante de Masterchef Maribel Gil, así como algún conocido pederasta francés.

El magistrado explica que los acusados ofrecieron un relato en el que se decía que los supuestos miembros de esa secta satánica ofertaban "carne para tráfico sexual". Durante años, “internautas especializados en la propagación de bulos y en la difusión de teorías conspiratorias difundieron la historia y la publicaron y mantuvieron en distintos foros”, se lee en el auto, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL.

La magistrada considera que los investigados, entre los que figura el cineasta Valentí Figueres, uno de los principales urdidores, dieron publicidad y alimentaron el invento de una supuesta red de pederastas y asesinos que tenía como lugar de encuentro un local de hostelería de Benicarló, donde se habrían producido asesinatos y violaciones de menores.

Les imputa delitos contra la integridad moral, contra la administración de justicia, contra el honor, y delitos cometidos con ocasión del ejercicio de los derechos fundamentales y de las libertades públicas garantizadas por la Constitución.

Las dos verdaderas víctimas

Pero, ¿dónde empieza el caso? Nace de una invención surgida de la mente enferma de un peluquero alcohólico y despechado, modelada por un embaucador profesional, viralizada en los rincones más oscuros de internet y llevada a la televisión pública por TV3.

Dibujos que Reinaldo Colás obligaba a hacer a sus hijas, inculpando al novio de su ex

En esa mentira mantenida durante décadas no hay que olvidar que las auténticas víctimas fueron, y son, T. y A. Colás, las dos hijas del peluquero que ‘destapó’ esa supuesta trama pederasta; las niñas que, según su padre, fueron violadas en 1997.

Cuenta dicha leyenda que cogían a niños del centro de menores tutelado Baix Maestrat, procedentes de familias desestructuradas, y abusaban de ellos. Las violaciones se habrían producido en las habitaciones del Bar España (un bar de carretera de Benicarló) y en una masía propiedad del expresidente del Milán llamada Mas del Coll. Utilizaban a los críos para realizar rituales satánicos, los mataban y los filmaban.

La trama la habría destapado Reinaldo Colás, un peluquero separado que en 1997 empezó a sospechar que Giuseppe Farina, nuevo novio de su ex, estaría abusando de sus dos hijas de cinco y tres años. Reinaldo Colás denunció el caso pero sus demandas fueron desestimadas. Él siguió investigando y se acabó topando con esta supuesta trama que no dejó de reivindicar como verdadera hasta el fin de sus días.

Discípulo de Llongueras

1997, Benicarló (Castellón). El conocido peluquero Reinaldo Colás, discípulo de Llongueras, se ha separado de su pareja. Ella es una bailarina australiana 20 años menor que él. Reinaldo no lo supera. En julio de 2019, T. Colás, una de sus hijas, le dijo a EL ESPAÑOL. “Mi padre fue el machito typical spanish que fardaba de novia 20 años menor que él y que la tenía en la casa metida. Tenía un ego enorme y eso le provocaba muchas inseguridades. Siempre tenía que llevar la razón, siempre tenía que quedar por encima. Y lo que más le gustaba en este mundo era que le bailasen el agua. Que lo adulasen. No soportó que mi madre lo dejase. Además, y eso es muy importante, era alcohólico”.

“Mis padres estuvieron juntos cerca de seis años. Pero ya cuando llevaban cuatro, hicimos un viaje a Australia para ver a mi familia de allí… y mi madre casi no vuelve a España. Estaba harta de mi padre y de sus modales. Al final regresó, pero un par de años después lo dejó. Mi padre no lo asumió. No le permitió a mi madre que nos llevase. Ella se fue de casa sola, pero al final consiguió volver a por nosotras y nos fuimos las tres juntas”.

Reinaldo Colás

Cuando Colás se quedaba con sus dos hijas a solas, les hacía decir cosas que luego grababa con un cassette. “Para nosotras era como un juego. Di esto, dibuja lo otro… y nosotras obedecíamos. Si no lo hacíamos nos castigaba. Si lo hacíamos, nos regalaba cosas”.

“Giuseppe es malo porque nos viola con la pilila”. “Nos obliga a tocarle la pilila y luego mea yogur”. Así comenzó a crearse el mayor bulo de la historia de este país. Reinaldo Colás denunció los hechos ante la Guardia Civil. Fue el 7 de abril de 1997. Había nacido, oficialmente, el ‘Caso Bar España’.

Un charlatán

Antonio Toscano Marqués es un charlatán, un embaucador. Un valenciano que se presenta como periodista, criminólogo, psicólogo y abogado, además de especialista en sectas satánicas. En virtud de ello ha participado como ‘experto’ en espacios televisivos como el programa de Iker Jiménez y ha sido entrevistado por el diario El Mundo. En realidad no tiene ni una sola de esas titulaciones. Toscano es un personaje turbio que ofrece ayuda a la policía para descubrir por su cuenta a pederastas, su obsesión. En 2011 fue expulsado de la ONG La Voz de la Infancia por impostor, tal y como desvelaba eldiario.es. Presumía de haber colaborado con las autoridades portuguesas en el Caso Madeleine, aunque ese dato también es falso porque la policía lusa lo ha desmentido.

A Reinaldo Colás sólo le faltaba que alguien le dijese “Yo sí te creo”, y ese fue Toscano. Eran los años 90, los del crimen de las niñas Alcàsser, los de la Valencia del Bakalao, con sus fiestas y sus drogas; los de las sectas satánicas y los juegos de rol que acababan en asesinatos. El caldo de cultivo era ideal para crear una leyenda diabólica. Toscano fabuló que había una secta que actuaba por la zona de Levante, conformada por personajes muy importantes. Políticos, jueces, banqueros… Que ellos eran los responsables de la violación y muerte de las tres niñas de Alcàsser. También de la muerte de tres personas en Macastre en 1989. Y que, precisamente, el centro de menores Baix Maestrat, donde habían estado internadas seis meses las hijas del peluquero, era el lugar donde capturaban a niños de familias desestructuradas para violarlos, matarlos y filmar las torturas.

El embaucador Antonio Toscano, con una foto de Madeleine, caso en elque NUNCA colaboró con la policía

Reinaldo vio la luz. Su paranoia cobró forma, modelada por un Antonio Toscano que encontró los lugares perfectos para ambientar su fabulación: por un lado, una especie de prostíbulo de mala muerte de Benicarló donde se trapicheaba con cocaína. Por el otro, la casa de Farina. Es ahí donde la venganza de Colás contra su ex pasó a ser una gran trama orquestada que salpicó a mucha gente. Toscano cifraba en 80 las víctimas violadas en esos dos lugares, pero decía haber conseguido cerca de una decena de testimonios dispuestos a denunciar aquellos presuntos horrores frente a una cámara. Toscano y Colás iban a grabar juntos un documental que iba a hacer explotar toda aquella truculenta trama.

El enlace de Toscano con los bajos fondos de Benicarló fue Joaquín Crespo, un toxicómano de la zona que también se apuntó al proyecto. Entre él, Toscano y Colás consiguieron liar a una decena de personas de Benicarló y alrededores: un disminuido psíquico de 22 años, un expresidiario toxicómano, su hijastro menor de edad (visiblemente intimidado por las circunstancias), traficantes de poca monta y otros variopintos personajes. Todos con trastornos mentales, graves problemas de adicciones, procedentes de entornos desestructurados o todas las opciones a la vez. Reinaldo, por su parte, convenció a alguna amiga suya llamada Nuria Carque para que también le diese consistencia al relato.

Con esos elementos rodaron infinidad de vídeos en la planta superior de la peluquería de Reinaldo Colás. La batuta la llevaba Toscano. Sentaba a los lumpen delante de las cámaras y les hacía unas entrevistas delirantes, con preguntas guiadas y capciosas. Un absoluto esperpento guionizado.

El resultado todavía lo pueden ver buscando "Bar España" en Youtube y pinchando en la primera entrada. Un pastiche absolutamente grotesco, unido y editado a posteriori por los seguidores de este caso, en un archivo mastodóntico de casi tres horas de duración. Analizar una por una la cantidad de incongruencias y dislates que allí se recogen darían para otro reportaje entero.

Una de las personas con trastornos mentales embaucadas por Colás y Toscano

Colás y Toscano metieron a personajes de todo tipo en aquella trama. El primero, obviamente, era Giuseppe Farina. El más malo de todos. La obsesión del peluquero despechado. Pero también a personajes conocidos en la zona como Carlos Fabra o el capitán de la Guardia Civil de Vinaroz. También a un conocido pederasta francés llamado Bernard Alapetite, que jamás estuvo en el Bar España, pero que le daba consistencia al relato. ¿Saben quién formaba parte de la trama pederasta también? La jueza Sofía Díaz, la que archivó la primer denuncia que puso Reinaldo Colás.

Con el tiempo, además, se han ido incorporando personajes a aquella supuesta secta satánica asesina. Han aparecido nombres que no estaban inicialmente en la leyenda, como el de Francisco Camps y el de Maribel Gil, concursante de Masterchef y natural de Benicarló.

El Caso Bar España llegó a contar con casi una veintena de denuncias por violación y abuso de menores. Pero el expediente llegó a la justicia en 2005. Y todos aquellos que consintieron formar parte de aquel sainete y denunciaron en su momento, se echaron atrás. Todos retiraron las demandas cuando el tema llegó ante el juez. Todos salvo Reinaldo Colás, que fue hasta el final.

Los jueces no vieron nada punible. No había caso. Los forenses que examinaron a los niños que decían haber sido violados no encontraron ningún indicio de ello, tal y como aclaró Carlos Cuadrado, Presidente de la Asociación Profesional de Criminólogos de España en una entrevista sobre el tema en Intereconomía. Los cinco menores presuntamente asesinados no fueron reclamados por ninguna familia, ni sus supuestos cadáveres encontrados jamás. No existían. Sí que se encontraron unos huesos enterrados en el patio trasero del Bar España, pero el Instituto Nacional de Toxicología concluyó que no podía ni asegurarse siquiera que fuesen restos humanos. No había una sola prueba de que aquellas ceremonias satánicas hubiesen existido nunca.

El caso podría haber muerto ahí. Pero a principios de la década pasada, cuando parecía que el suflé había bajado, algunos conocidos internautas especializados en propagar bulos y difundir teorías conspiratorias rescataron la historia y la publicaron en conocidos foros. Montaron los vídeos que había rodado Toscano con Colás y los colgaron en sus blogs personales.

La justicia volvió a pronunciarse al respecto: todos los pseudoinvestigadores que habían dado difusión en internet al bulo fueron condenados. A cuantiosas multas de hasta 40.000 euros y a retirar los contenidos de sus páginas. El Caso Bar España fue una gran mentira y así lo dejó claro la justicia. Sin embargo, esta propagación de principios de esta década consiguió plantar el germen en el lado más oscuro de internet. Y el bulo fue creciendo hasta que se viralizó.

Valentí Figueres nunca ha estrenado el documental sobre el Bar España. Filmin.es

Las condenas volvieron a enfriar el caso, pero lo rescató recientemente un director de documentales. Se llama Valentí Figueres y su trabajo más conocido es un documental titulado El efecto K. El montador de Stalin. Figueres, valenciano, escribió un guión de ficción sobre un caso parecido acerca una trama de pederastas. Dice que fue así como se encontró la historia del Bar España, se la creyó y decidió empezar a rodar un documental llamado ‘La Manada’ en el que pensaba denunciarlo todo. Se reunía con Reinaldo Colás a menudo, ya muy enfermo a causa de un cáncer de hígado.

TV3 le hizo a Figueres una entrevista para el programa 30 minuts, hablando sobre el documental y aprovecharon en ella para 'darle' a España, explicando que "es un país en el que no dejan investigar este tipo de casos". También le hicieron una en el diario catalán ARA. Allí fueron más vivos; sabedores tal vez de que el Caso Bar España es una patraña, prefirieron curarse en salud y titularon: "Bar España: un caso demasiado atroz para ser creíble". Anunció Figueres el documental que se estrenaría a mediados de este año. Pero ese estreno nunca ha llegado.

Reinaldo ha muerto, pero su invención ha resistido al tiempo. Los defensores de que esta historia existió siguen insistiendo en los cabos sueltos de la historia. Por ejemplo, en unos huesos que en efecto se hallaron durante los registros (porque todo aquello se registró y se investigó) en el patio trasero del Bar España. Los restos fueron debidamente analizados por el Instituto Nacional de Toxicología, donde ni siquiera pudieron llegar a determinar que fuesen humanos. Probablemente, eran de animales.

Casi un cuarto de siglo después de aquella denuncia falsa de la violación de dos niñas por un magnate italiano, 'el Caso Bar España' está cerca de cerrarse. Pero no se juzgará ni a Fabra ni a Paco Camps, víctimas colaterales de la mentira. En el banquillo de los acusados se sentarán quienes participaron de ese bulo, entre ellos un cineasta de medio pelo con ansias de notoriedad.

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