[Imaginen que escuchan la voz del presentador Roberto Leal]

- L: Nombre y apellidos del guardia civil madrileño de Tráfico que estudiaba cada tarde en el cuarto de sus tres hijos para intentar llevarse el bote de ‘Pasapalabra’.

- Luis de Lama. 

- Sí. T: Primera compra que Luis de Lama ha hecho con los 39.600 euros que ganó en los 84 programas en los que participó.

- Televisión.

- Sí. También con la T: ¿y la segunda compra?

- Una Thermomix.

- Sí.

*** 

Este pasado martes, Luis de Lama, el guardia civil de Pasapalabra, decía adiós a su sueño de cerrar sin fallos el conocido rosco de las 25 preguntas, algunas tan rebuscadas como que una de las acepciones de la palabra fusta es “buque ligero de remos y con uno o dos palos, que se empleaba con frecuencia en exploraciones”. 

“Me la había leído 15 veces como mínimo en mi casa. Como era incapaz de memorizarla, siempre la dejaba para después. La asociaba a látigo. Me la preguntaron en un programa y fallé. Ahora es imposible que se me olvide”, recuerda Luis, de 45 años.

72 horas después de que Antena 3 emitiera su última participación en 'Pasapalabra', este guardia civil casado con una enfermera pediátrica de la UCI del hospital madrileño Gregorio Marañón y padre de tres hijos -dos son mellizos de siete años y otro, de cuatro- atiende la llamada de EL ESPAÑOL. Durante la entrevista, que se alarga 40 minutos, el ya exconcursante saca a relucir constantemente esa cercanía y desparpajo que dejaba ver ante las cámaras.

Hijo de un sargento madrileño de la Guardia Civil ya retirado y de un ama de casa y costurera de Ciudad Real, Luis de Lama cuenta que ya tiene fans hasta en Miami o Caracas. “Durante mi paso por el programa me decían que lo estaba haciendo muy bien y me daban ánimo para conseguir el rosco. Ahora me dicen que el programa ya no es lo mismo sin mí. Yo flipo, la verdad”, confiesa.

Luis de Lama pasó por la Guardia Real española antes de ingresar en la Guardia Civil. Cedida

No sólo flipa él. Su madre todavía le llama cada día diciéndole que la paran por la calle para darle la enhorabuena por el hijo que tiene o para contarle que esa mañana le ha visto en una entrevista “con la Griso”. 

- Imagino que todavía está digiriendo su vuelta a la rutina diaria.

- Qué va, para nada. Nunca dejé mi trabajo en la Guardia Civil, por lo que nunca he sentido que me dedicaba en exclusiva a 'Pasapalabra'.

- Entonces, ¿cómo lo hacía para seguir en su puesto y participar en el programa?

- Empecé a grabar el 11 de septiembre del año pasado. Mi primer programa, en el que estuvo en mi equipo Cósima Ramírez -hija de Pedro J. Ramírez, director de este medio-, se emitió el 24 de ese mes. Al principio usé mis vacaciones, que las tenía casi intactas con esto de la pandemia. Luego, como se graban tres programas los lunes y los martes, trabajaba de miércoles a domingo y descansaba esos dos días.

- ¿Y cuándo estudiaba?

- Estudiaba varias horas cada tarde. Sobre las cuatro, mi mujer se ponía con los niños en el salón a hacer los deberes o a entretenerlos, y yo me metía en el cuarto de los críos a estudiar. Como en casa sólo tenemos dos habitaciones, yo era como un okupa en el cuarto de ellos.

- ¿Y qué le decían los críos al ver a su padre por la televisión?

- El pequeño me decía al principio: Papá, que estás en la televisión. Se le hacía raro verme en casa y en la tele a la vez. Luego, con el paso de los programas, ya no. Mi mujer y yo veíamos 'Pasapalabra' y ellos se iban a su habitación a ver los dibujos. Hace poco, también el de menor edad, me reclamó cierto anonimato. Papá, estoy cansado de que estés en televisión porque cada día me viene Rubén y me dice que mi padre es el mejor.

Luis de Lama tiene tres hijos menores de edad. Ganó casi 40.000 euros en Pasapalabra. Cedida

"Mi vida es la Guardia Civil"

Luis de Lama lleva 20 años en la Guardia Civil. En 2001, cuando entró al cuerpo, se marchó al puesto de Yaiza, en Lanzarote. Luego pasó por Humanes, en Madrid, y más tarde por el destacamento especial de Tráfico y por la central operativa. Ahora es coordinador del equipo de atestados. No se extrañe si un sábado noche le pide que se eche a un lado en una rotonda para someterle a un control de alcoholemia. 

Antes de ingresar en la Guardia Civil, De Lama estuvo cuatro años en la Guardia Real. Hizo las pruebas para entrar al Ejército, sacó una de las notas más altas y, gracias a su metro y ochenta y un centímetros, uno de los requisitos para ser guardia del rey, pudo acceder al puesto. Estuvo destinado en el Palacio de El Pardo entre 1997 y 2001. 

Luis de Lama (izquierda), junto a un compañero en un control de alcoholemia reciente. Cedida

- ¿Cómo llega a 'Pasapalabra'? No era la primera vez que concursaba. 

- La primera vez fue en 2008. El programa era bastante diferente. No había silla azul. Había que ganar sí o sí en el rosco o te ibas a la calle. Luego, en 2015 o 2016, no recuerdo, hicieron un casting abierto en la FNAC de Madrid. Llevaba estudiando por mi cuenta unos nueve meses. Me dije que era mi momento. Me presenté a dar por saco. Al llegar me dijeron que no porque ya me conocían. Les insistí, les dije que había estudiado mucho. Creo que me dejaron pasar por cansino. El casting tenía una prueba escrita con tres roscos de 25 definiciones y un tiempo máximo, creo que de 10 minutos. Para hacerte la prueba de cámara tenías que tener un mínimo de 20 aciertos en los tres. Yo hice 25, 24 y 24. Dejé dos palabras sin apuntar de 75. Al salir, una redactora me dijo adiós con la mano. Entendí que no hacía falta ya la prueba de cámara. En 2018 estuve seis o siete programas. Y ahora esta última vez, que me ha ido bastante mejor. Pero es que claro, me ponen a torear a unos miuras…

- Su último rival, Pablo Díaz, confiesa que quiere llevarse el bote para poder estudiar lo que le venga en gana sin agobios económicos.

- Es realmente bueno. Nos llevamos muy bien. Pero, claro, es mucha la diferencia entre nosotros. Hasta hace poco él estaba cursando un máster de violín. Los días que tenía clases estudiaba seis horas para el programa. Cuando no tenía clases, entre 10 y 12 horas, me contó. Yo, en cambio, tenía que memorizar palabras, nombres de escritores o de directores de cine con los gritos de tres simbas en el salón.

- ¿Hay alguna palabra que no olvidará jamás tras su paso por el programa? 

- Ya me acuerdo de todas las palabras que he fallado y de todas las que no he respondido (risas). No se me borrarán nunca de la cabeza. Como fusta. 

- ¿Ha recibido alguna oferta de otro concurso?

- Por ahora no. Además, ahora tengo unos meses de exclusividad con Atresmedia que me impide ir a otros sitios. Si surge algo… A mí sí me gusta ese mundo de los programas. Y si me llaman de 'Pasapalabra' de nuevo, seguro que acepto volver. La siguiente vez que me llames espero que sea para hablar de que me he llevado el bote.

- ¿Se plantea dejar la Guardia Civil para tratar de vivir de ese mundo?

- ¡Qué va! Yo no me veo fuera de la Guardia Civil. Mi vida es eso. Además, creo que no es posible ser profesional de programas similares a 'Pasapalabra'. Otros compañeros a los que les fue muy bien allí han probado en formatos parecidos y no han tenido suerte.

Luis de Lama, en una visita de Joe Biden en 2010

- ¿Qué piensa hacer con el dinero?

- Ya he cambiado la televisión para ver mejor 'Pasapalabra' y los juegos de la Play de mis hijos. También hemos cogido una Thermomix, que es maravillosa teniendo tres niños. Y tenemos que cambiar el sofá, porque entre los tres críos y el gato… Eso es lo más inmediato. De este fin de semana no pasa la compra, vamos. El resto lo guardaremos para cuando pase la pandemia. Nos iremos con los niños a Disneyland París o al de Orlando.

- Casi se ha convertido en un influencer. Sus seguidores en redes han crecido muchísimo tras su paso por Antena 3. 

- Justo antes de que se emitiera el programa le dije a mi mujer que me seguían 408 personas en Twitter y 168 en Instagram. Números irrisorios. Hoy tengo 17.000 en Twitter y 31.000 en Instagram. Una locura.

- Igual ya le han ofrecido colaborar con alguna marca y no lo ha contado.

- Por ahora L’Oréal no se ha puesto en contacto conmigo. Estando en el concurso, una marca de ropa me ofreció ponerme sus camisetas. Pero ya había grabado que me iba. No les contesté porque tenía prohibido decir que me habían eliminado. Pude decirles que sí, que me las mandaran, pero no las hubiera enseñado nunca ante las cámaras.

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