Es martes. En Ayamonte, en Huelva, el día está algo más tranquilo que el lunes o el pasado fin de semana. Aún así, la normalidad de un agosto cualquiera en el calendario está muy lejos de la realidad. La huelga de transportistas de combustibles que está poniendo a prueba a Portugal y a su gobierno arrecia sus consecuencias en el país luso. Y como si de un efecto dominó se tratase, lleva unos días notándose muy presente en las gasolineras españolas de la frontera oeste de la península. Están, en definitiva, haciendo su agosto particular.

“Esto está hasta las manillas, está abarrotado”, comenta Raúl. “Y no sólo en la mía, sino en todas las gasolineras de la zona. Estamos viendo cómo los vecinos de aquí tienen que venir por la mañana muy temprano o ya por la noche, porque el resto del día está todo lleno de portugueses”, añade.

Raúl es uno de los empleados que tiene la gasolinera BTP en el municipio onubense. Su establecimiento se encuentra a tan sólo tres kilómetros de la frontera con Portugal y, a pesar de que hay otras gasolineras más cercanas a la frontera, la demanda es tal que permea toda la zona. Es una huelga que, para ellos, se está convirtiendo en una situación muy rentable. Aunque, matizan, las largas colas que se forman también implican una cantidad de trabajo a la que no están acostumbrados.

Cola en la estación de servicio en la que trabaja Sebastián, en Ayamonte, Huelva. E.E.

“Ayer lunes llegué a mi casa con un dolor de cabeza…”, cuenta Raúl. “Estuvimos trabajando constantemente, no levantábamos la mirada. Tengo seis surtidores y todo el día estuvieron a pleno rendimiento. Estuvieron 16 horas sin parar de echar”, añade.

-Esto le estará reportando buenos beneficios económicos…



-Bueno, para mí como mucho me asegura el trabajo. Pero la gasolinera no es mía, si lo fuera, estaría con el yate por ahí haciendo el agosto de otra forma.

“Los portugueses están nerviosos”

Desde este lunes, Portugal entero afronta una huelga indefinida de transportistas de mercancías peligrosas que amenaza con paralizar el país y crear una situación de emergencia energética. Al poco de arrancar los paros ya había hasta 430 gasolineras, un 15% del total, que se habían quedado sin combustible. El motivo es que los sindicatos no consideran que la patronal esté cumplendo los acuerdos a los que se llegó tras la última huelga de las mismas características, en plena Semana Santa.

En la situación se están mezclando los millones de desplazamientos del verano más el horizonte electoral que el presidente, António Costa, tendrá que enfrentar dentro de dos meses. Para atajarla, se han decretado servicios mínimos del 100% en aeropuertos, seguridad, emergencias y otros sectores clave, un 75% en transporte público y un 50% para los particulares. Además, el gobierno socialista ha lanzado amenazas de prisión para aquellos que no los cumplan.

El que ya haya pasado antes ha llevado a los portugueses a intentar ser más previsores, pero en las gasolineras españolas esto ha significado que se lleva más tiempo notando. “La anterior vez, la de Semana Santa, la notamos sólo dos días”, explica Raúl desde su estación. “Pero en esta vez lo llevamos notando ya una semana, porque estaban previendo lo que iba a pasar”, añade.

Un hombre carga con varios bidones de gasolina en Lisboa, Portugal. EFE

“Además, en el puente internacional por el que hay que pasar para cruzar de un país a otro, se están poniendo las autoridades”, asegura. Ahí, en ese puente que cruza el Guadiana y donde la carretera A-49 española se convierte en la A-22 portuguesa están de centinelas tanto la Policía Nacional como la Guardia Nacional Republicana. El objetivo es que no pase nada de gasolina de un sitio a otro. Se puede llenar el tanque, pero no se pueden llevar bidones.

“Con toda esta situación, los portugueses no vienen tranquilos, están nerviosos porque piensan que también se va a acabar aquí en España”, matiza Raúl. “Pero aquí no se acaba, no hay problema. Además, estamos algo acostumbrados ya a cierto caos por el turismo de verano que vemos en Ayamonte”, añade.

Refuerzos en las gasolineras españolas

Pero además de por la caja, las gasolineras españolas de la frontera también lo están notando por los trabajadores. “En el trabajo claro que nos afecta, compadre”, explica Raúl. “Los que estamos de día libre tenemos que echar una mano y estar cuatro o cinco horas aquí”, añade. “Si no, es imposible, es una locura dejar ahí solos a los chavales… no porque no sepan hacer el trabajo bien sino porque estamos en una situación de locura”, añade.

“Todo el mundo viene con prisas y no se puede atender a la gente mal, porque aquí se maneja mucho dinero y el mínimo fallo que tengas o una venta que no cobres son 80 o 90 euros que te queda sin cobrar”, comenta Raúl.

Una situación similar es la que está viviendo Sebastián. Él trabaja en la gasolinera Saras, también a tres kilómetros de Portugal, en la propia A-49. La suya es la que más a mano pilla para los portugueses del centro del país. “Estamos trabajando más del doble, por lo menos en ventas. En verano hay muchos españoles que están de paso y tenemos bastante afluencia siempre”, comenta Sebastián.

Largas colas en la gasolinera de Sebastián, donde han tenido que reforzar los turnos. E.E.

Por ello, en su estación de servicio han tenido que duplicar el personal. Si en un día normal hay una persona durante el día y otra durante la noche, los días los están pasando con hasta tres trabajadores constantemente, repartidos en turnos. “Esto imagino que le viene bien a la empresa, para nosotros es el doble de trabajo porque no vamos a comisión”, asegura.

“Y yo creo que todo esto va a ir a peor”, augura Sebastián. “Ahora mismo estamos viviendo muchos picos, mucho en la última semana pero ahora se ha rebajado un poco en comparación. Pero a medida que avance la huelga y los surtidores portugueses se vayan quedando secos, lo vamos a notar más”, añade. Mientras tanto, a pesar de estar con menos actividad, se siguen formando colas en las gasolineras españolas, que tienen la caja registradora continuamente abierta para hacer un buen agosto.

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