La decisión de Sánchez de colocar a España al lado de Marruecos en lo que se refiere al Sáhara ha dibujado un paisaje inédito. Ni su socio de coalición, ni el principal partido de la oposición, ni los aliados parlamentarios, ni los saharauis, ni Marruecos, ni Argelia apoyan al líder socialista.

Los informes de Moncloa indican que se avecina una primavera caliente de pateras a Canarias y Andalucía, y de asaltos a las verjas de Ceuta y Melilla. En Marruecos, la escasez de materias primas -por la guerra en Ucrania- y de suministro de energía -por sus tensiones con Argelia- provocarán una crisis económica a Rabat que hacía falta conjurar con antelación. ¿Tiene Sánchez los apoyos necesarios para solventar esta crisis? ¿Se encuentra ante su mayor reto político o ante su mayor crisis?

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Manejar el grifo de la inmigración ilegal, las fronteras de las ciudades autónomas españolas, el Paso del Estrecho, la presión sobre las aguas canarias y la dependencia del gas para nuestra economía son sólo algunas de las presiones puestas en el gobierno de Sánchez. ¿Solventará la situación? ¿Logrará los apoyos necesarios para gestionar esta crisis