En diciembre de 1978 asistí, por vez primera, a una reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en Abu Dabi. Yo acompañaba al entonces ministro de Petróleo de Venezuela, Valentín Hernández.

Allí conocí al ministro de Petróleo de Arabia Saudí, Ahmed Zaki Yamani.

Tres meses más tarde, en marzo de 1979, fui nombrado ministro de Energía y Minas de Venezuela. En mi condición de tal, me correspondió representar a mi país en las Conferencias de la OPEP. Asistí a todas ellas hasta julio de 1983.

En esos años, mantuve una estrecha amistad con el ministro Yamani. O Zaki, como lo solíamos llamar.

Acababa de ocurrir en Irán el derrocamiento del Sha. Irán fue fundador de la OPEP junto a Arabia Saudí, Irak, Kuwait y Venezuela. La OPEP había sido fundada en Bagdad (Irak), el 14 de septiembre de 1960, y sus promotores fueron el ministro venezolano Juan Pablo Pérez Alfonzo y el saudita Abdullah Tariki.

El rey de Arabia Saudí era Saud bin Abdulaziz Al Saud y el príncipe heredero era su medio hermano Faisal bin Abdulaziz Al Saud.

La relación entre Faisal y Yamani se hizo estrecha y sólida. Llegó a considerarlo como un hijo

En 1962, el rey Saud fue removido por la familia real en una maniobra de filigrana política. Saud era desordenado, dispendioso y con marcadas simpatías por el líder revolucionario de Egipto, Gamal Abdel Nasser. La familia real saudí no veía con simpatía este acercamiento. 

Fue así como, a través del príncipe Muhammad, tercero en la línea de sucesión, se organizó el reemplazo de Saud. Así se nombra rey a Faisal, el príncipe heredero. Yamani era un joven abogado que gozaba de la estima y confianza del nuevo rey desde los tiempos de príncipe heredero. 

Al asumir la corona, Faisal procede, en 1962, a sustituir a Abdulah Tariki, entonces ministro de Petróleo, por el joven Yamani. Las relaciones de Faisal con Tariki no eran las mejores. Este último era de ideas izquierdistas y admirador de Nasser. Faisal era todo lo contrario de Saud: conservador, austero y profundamente religioso. 

La relación entre Faisal y Yamani se hizo estrecha y sólida. Llegó a considerarlo como un hijo, y así se lo hizo saber a sus propios descendientes.

Traté a Yamani durante muchos años. Casi 40. Cuando ambos dejamos de ser ministros, continuamos la amistad. Al caer enfermo, hace varios años, dejé de verlo. Pero siempre tenía noticias de él a través de amigos comunes.

Faisal se percató de que Yamani era un ser de una inteligencia poco común, reflexivo, educado, de buenas maneras y con una gran paciencia. Todas estas características esenciales hacían de él un admirable negociador.

Hablaba en voz baja, casi imperceptible. Todos los asistentes enmudecían al escuchar sus sabias y sobrias respuestas.

El ala radical de la OPEP, integrada por Irán, Irak, Libia y en cierta forma Argelia, lo hacían blanco de sus ataques. Algunos de ellos, en ciertas ocasiones, se extralimitaban. Cuando recibía los ataques, parecía como si estuviera en otro mundo. Muy rara vez les respondía. Y cuando lo hacía, era de una elegancia inaudita.

Su inglés era perfecto. Hablaba en voz baja, casi imperceptible. Todos los asistentes enmudecían al escuchar sus sabias y sobrias respuestas.

Su nombre saltó a las primeras páginas de la prensa mundial en octubre de 1973, cuando la guerra del Yom Kippur y el posterior embargo petrolífero.

A pesar de la confianza que Faisal le tenía, Yamani no conoció de los acuerdos entre este y el presidente egipcio, Anwar Al Sadat, para atacar a Israel. Sólo tenía indicios. No de la guerra, sino de algunas medidas que los árabes deberían tomar para concienciar al mundo sobre el problema árabe-israelí suscitado desde la creación del Estado de Israel y el problema palestino.

Cuando estalla la guerra y los países árabes son penosamente derrotados por Israel, le corresponde a Yamani, siguiendo instrucciones del rey Faisal, instrumentar el embargo petrolífero.

Aquello fue un punto de inflexión en las relaciones con las petroleras y la política de fijación del precio del crudo. Hasta ese momento, la fijación estaba en manos de las grandes petroleras. Los precios, que estaban por debajo de dos dólares por barril para el crudo árabe liviano de 34º API, subieron a casi diez dólares por barril

El rey era una persona de marcada naturaleza beduina, con poca inclinación por las cuestiones de Estado

La estrella de Yamani estaba en ascenso. En 1975, durante una visita protocolar al rey Faisal, mientras Yamani estaba junto al entonces ministro de Petróleo de Kuwait Al-Kazemi, un sobrino del rey entró intempestivamente en el despacho real. Cuando Faisal abrió los brazos para saludar al sobrino, este desenfundó una pistola y le disparó tres tiros. El rey cayó en brazos de Yamani.

Al morir Faisal, accedió al trono el príncipe heredero, Khalid bin Abdulaziz. Yamani continuó siendo ministro.

En diciembre de ese mismo año ocurrió en Viena el secuestro de los ministros de la OPEP por el terrorista venezolano Carlos, conocido como El Chacal. Tanto Yamani como Jamshid Amouzegar, ministro de Finanzas de Irán en tiempos del Sha, serían ejecutados si no se accedía a las peticiones de Carlos.

Finalmente, se negoció su liberación. En las negociaciones participaron varios países árabes, especialmente Argelia.

En dos oportunidades estuvimos ambos con el rey Khalid. El rey era una persona de marcada naturaleza beduina, con poca inclinación por las cuestiones de Estado, y de mirada lánguida y taciturna. De ahí que la conducción del Estado recayera en el príncipe heredero Fahd.

Las relaciones de Yamani con Fahd no eran especialmente buenas, pero, aun así, continuó siendo ministro de Petróleo cuando Fahd accedió al trono en 1962, a la muerte del rey Khalid.

El peso de Yamani en la OPEP era innegable. En 1978 se estableció el Comité de Estrategia a largo plazo y se le encomendó a Yamani presidirlo. Los integrantes de este éramos los ministros de los países fundadores de la OPEP: Arabia Saudí, Irak, Irán, Kuwait y Venezuela, además de Argelia, que no formaba parte del grupo fundador, pero que tenía peso entre los radicales de la organización.

Lo más grave fue el desarrollo inusitado del mercado ocasional, cuyos precios subieron por encima de 30 dólares por barril

En 1979, a la caída del Sha, el precio del crudo era de 12,70 dólares por barril para el crudo árabe liviano. La salida del mercado de tres millones de barriles por día de crudo iraní empujó los precios sin control. En un año se duplicaron.

Para fines de 1979, cuando nos reunimos en Caracas, el precio había subido a 24 dólares por barril, pero lo más grave de todo fue el desarrollo inusitado del mercado ocasional (mercado spot), cuyos precios subieron por encima de 30 dólares por barril.

Los precios estaban fuera de control. En mayo de 1980, Yamani convocó en Taif, ciudad ubicada en el Hijaz, al oeste de Arabia Saudí, el Comité de Estrategia a Largo Plazo. Fue la oportunidad de oro de la OPEP para establecer una política sensata de precios que, desafortunadamente, no se logró poner en práctica por la presión del ala radical.

La fórmula de Yamani contemplaba un ajuste anual de precios basado en la inflación y el crecimiento económico de los países industrializados. Hubiera sido algo conveniente para todas las partes.

En octubre de 1980 se iban a celebrar los 20 años de la fundación de la OPEP. La reunión sería en Bagdad, a comienzos de noviembre. Lo que no sabíamos era que Saddam Hussein planeaba invadir Irán. Se inició la guerra entre ambos países y esta duró ocho años. 

Este hecho dificultó más aún el funcionamiento de la OPEP. Los precios continuaron subiendo, pero en 1981-1982 se comenzaron a sentir los efectos del alza desproporcionada de los mismos.

Recuerdo vívidamente las intervenciones de Yamani, llamando a la reflexión sobre el tema de los precios.

La economía del mundo se resintió. Dejó de crecer al ritmo anterior al aumento de los precios y la demanda petrolífera cayó. Los nuevos precios acicatearon la producción de los países no-OPEP, entre ellos los productores del mar del Norte, Inglaterra y Noruega, la Unión Soviética, Egipto, México y Malasia.

Los precios altos eran insostenibles. Cometimos un error de muy costosas consecuencias. En 1979, la OPEP producía 31 millones de barriles por día. Posteriormente, en 1982, establecimos un techo de producción. Los años siguientes fuimos bajando el techo de producción para proteger los precios.

Pero llegó un momento, en 1985, cuando se llegaron a producir 15 millones de barriles por día, que la OPEP se convirtió en un productor marginal, lo que le impedía proteger el nivel de precios. 

Los productores no-OPEP ocuparon el espacio del mercado de la OPEP. Las prédicas de Yamani llamando a la moderación no surtieron efecto. Los precios se derrumbaron por debajo de diez dólares por barril en 1986.

Fue entonces cuando el rey, de manera desconsiderada, anunció el reemplazo de Yamani. Este se enteró por la televisión

Los países miembros de la OPEP habían aumentado los gastos escandalosamente y necesitaban que los precios se recuperaran. Era una cosa casi imposible.

El rey Fahd de Arabia Saudí presionaba a Yamani para que los precios del petróleo subieran a, por lo menos, 18 dólares por barril y que la producción aumentara. Era pedirle la cuadratura del círculo. Algo imposible. Fue entonces cuando el rey, de manera desconsiderada, anunció el reemplazo de Yamani. Este se enteró por la televisión.

Yamani se refugia intelectualmente en sus Centros de Estudios Estratégicos de la Energía, que había fundado en Londres. Continuó publicando ensayos y dando conferencias en universidades y centros de estudios de la energía a nivel mundial.

El 3 de febrero, Ahmed Zaki Yamani se despidió de este mundo. Fue, sin ninguna duda, el hombre más importante de la OPEP en toda su historia. Un líder indiscutible por su inteligencia, su conocimiento y sus extraordinarias condiciones como ser humano.

He sido un afortunado por haber compartido mi tiempo con él en la OPEP durante varios años, y por haber sido su amigo.

*** Humberto Calderón Berti es exministro de Energía y Minas de Venezuela (1979-1983) y expresidente de la OPEP (1979-1980).