Los resultados electorales de este domingo abren posibilidades de recuperación para el centroderecha y sugieren un reordenamiento en la izquierda. Hemos asistido a una suerte de segunda vuelta electoral en la que los electores han querido compensar a los partidos de centroderecha de un posible exceso de poder de la coalición socialista con podemitas y separatistas.

Aunque el PSOE es claro vencedor de las elecciones en número de votos, las combinaciones de alianzas postelectorales sugieren que quien recupera más poder municipal y autonómico es el PP.

En la izquierda, el pinchazo de Unidas Podemos, que pierde casi todas las ciudades importantes, marca el camino de retorno de ese partido hacia la IU tradicional. IU era un pepito grillo de izquierdas, que fungía de conciencia crítica del PSOE, esgrimiendo el “programa, programa, programa” del profeta admirador de Lenin, Julio Anguita.

Podemos aprovechó la transversalidad e indignación de cinco millones de españoles que rindió altos dividendos en 2014 y 2015. El chalet de Galapagar, el cesarismo de Iglesias con esposa Cornelia incluida, y la división interna han determinado un notable descenso de votos de la extrema izquierda que han retornado al PSOE. La pregunta que queda en el aire es lo que le va a durar a Garzón Pablo Iglesias si este no es nombrado ministro. Garzón ya se deshizo de Errejón y demás fundadores de Podemos y sólo queda el de Galapagar.

No lo tiene fácil el presidente del Gobierno. Con menor poder municipal y autonómico y sólo 123 escaños en el Congreso tiene que enfrentarse a las exigencias delirantes de Podemos y de los separatistas. Se vislumbra una legislatura hosca e inestable que tiene todos los ingredientes para que resulte muy difícil durar más allá de dos años.

PP y Cs han de ser capaces de articular algún tipo de unificación, ya sea de partido o como coalición electoral

En este marco la derecha tiene varias tareas que realizar. La división en tres partidos se ha comprobado que no les penaliza en las municipales y autonómicas, a pesar de que las críticas entre ellos en el último mes hayan sido inoportunas e incomprensibles. Pero esa división sí penaliza en las elecciones generales.

Tanto el PP como Cs precisan actualizar su organización interna y, sobre todo, elaborar un nuevo discurso político que vaya a la raíz de las deficiencias de nuestra democracia. El desgaste del gobierno del PSOE en los próximos dos años será aprovechable si el PP y Cs son capaces de articular algún tipo de unificación, ya sea de partido o al menos como coalición de cara a nuevas elecciones generales. 

Sin duda, la práctica de gobiernos de coalición en Andalucía y en otras ciudades y regiones influirá favorablemente para vencer las resistencias de los sectores de Cs. empeñados en el sorpaso, cuando lo inteligente habría sido apostar por continuar atrayendo antiguos votantes socialistas descontentos con Sánchez por el diálogo con los golpistas y su necesaria sumisión a la extrema izquierda.

Cs no ha progresado en Cataluña y no existe en el País Vasco; el PP no existe en Cataluña y se precipita en caída libre en el País Vasco. Ambos partidos precisan una reflexión sobre sus políticas en ambas regiones

Desde 1812, por vez primera, el centroderecha vasco-español no tiene un diputado ni un senador en Madrid. En el País Vasco los dirigentes del PP, permanentemente peleados entre sí, miran mucho más a Madrid que a sus representados en las provincias. Resultado: la casi desaparición en Guipúzcoa y Vizcaya, y caída estrepitosa en Álava.

Manuela Carmena ha ganado las elecciones en Madrid en 2019 y Martínez Almeida será el próximo alcalde

El modelo exitoso de Navarra lleva años pudiendo servir de ejemplo para su exportación a las provincias vascas. Ahí está UPN, un partido no nacionalista, navarro y español, respetuoso con la Historia y con la Corona, y defensor de su tradición foral frente al anexionismo del PNV. La decisión del PSOE en los próximos días determinará el gobierno foral a favor del PNV o de los constitucionalistas.

Vox ha tenido un resultado inferior al que esperaban, pero es un partido decisivo en varias ciudades y autonomías para las nuevas mayorías del centroderecha. Tiene por delante la necesidad de elaborar un discurso menos llamativo (necesario quizás para su inicio) y más sofisticado. Por ejemplo, el jacobinismo anti-Concierto en las provincias vascas no sólo no rinde votos, es que es un error dejar esa bandera en exclusiva en manos de los nacionalistas. El Concierto fue una creación de Cánovas del Castillo y los fueristas liberales en 1878 que los nacionalistas, veinte años después, se lo apropiaron y lo han desvirtuado.

En las elecciones europeas el PSOE ha sido claro vencedor. El PP ha pasado de 24 escaños en 2009 a 16 en 2014 y finalmente, en 2109, a 12. En 2014, antes de las  europeas, comenté a Rajoy y a García Margallo que, a mi juicio, la competencia de Cs y el nacimiento de Vox se debían a la prepotencia tecnocrática del gobierno y al incumplimiento del programa electoral. Y eso que el electorado todavía no había evaluado la inutilidad de la operación “diálogo” con los separatistas y el resultado de dos referéndums en Cataluña.

La contestación del ministro de Exteriores, García Margallo, fue que eso no les preocupaba “nada”.  Creo que después de bajar a 16 eurodiputados en 2014, perder un tercio de votos en 2015 y la mitad de los diputados en 2019 sí les entró una gran preocupación.

Paradojas inesperadas de la política. Con menos votos, el PP va a tener más poder. Esperanza Aguirre ganó a Manuela Carmena en 2015 y ésta se hizo con la alcaldía.  Carmena ha ganado las elecciones en Madrid en 2019 y Martínez Almeida será el próximo alcalde. Hace tiempo que vengo señalando que la política es la ignorancia de lo que va a pasar al día siguiente.

*** Guillermo Gortázar es historiador y abogado. Su último libro es 'El fuerismo liberal vasco' (Madrid, 2019).