Lo dijimos en EL ESPAÑOL la misma noche de las elecciones. La aplastante victoria de Isabel Díaz Ayuso, pero sobre todo las condiciones en las que esta se produjo (con un 80% de participación, ganando en los 21 distritos de Madrid, absorbiendo 390.000 votos de Ciudadanos y 75.000 del PSOE, y con un 58% del voto joven), iba a cambiarle el paso a la política española y generar consecuencias difíciles de prever. 

Las primeras de esas consecuencias llegaron ayer en un PSOE que, a tenor de las chocantes declaraciones de la vicepresidenta Carmen Calvo, no parece haber analizado con el necesario sosiego ni la suficiente inteligencia la victoria de la presidenta de la Comunidad de Madrid. El PSOE parece noqueado y sus disparatados análisis del resultado de las elecciones demuestran que el proceso de digestión no ha finalizado aún. 

El PSOE se equivocará de cabo a rabo si atribuye la victoria de Ayuso a la voxización de los madrileños. Porque nadie consigue un 45% de los votos, un porcentaje más propio de los viejos tiempos del bipartidismo, sin ocupar el centro político. Es decir, el espacio en el que coinciden una amplísima mayoría de los ciudadanos.

Mejor haría el PSOE preguntándose por qué los ciudadanos no les perciben como un partido centrado y moderado en la Comunidad de Madrid, el motor económico, cultural y social de España, y reflexionando en consecuencia sobre su política de pactos con partidos extremistas, nacionalistas y populistas

Primeras víctimas

José Manuel Franco, el secretario general del PSOE de Madrid, fue la primera víctima de Ayuso al dimitir ayer jueves por los malos resultados del partido en las elecciones del 4-M.

Franco, que en octubre de 2017, en el punto culminante del golpe contra la democracia ejecutado por los líderes catalanistas de ERC, JxCAT y la CUP, defendió la idea de que Madrid sería "una nación" en "el Estado plurinacional defendido por el PSOE", dijo dimitir para "asumir la responsabilidad del pésimo resultado" y para que la derrota "no se utilice para atacar al PSOE y al Gobierno de España".

La segunda de las víctimas fue Ángel Gabilondo, al que desde EL ESPAÑOL deseamos una pronta recuperación, y que no recogerá su acta en la Asamblea de Madrid. La decisión fue anunciada por el secretario de organización del partido, José Luis Ábalos, en una rueda de prensa en la sede de la calle de Ferraz, sin que en el momento de escribir este editorial se sepa todavía si la decisión es personal o forzada por el partido. 

Lo que sí parece innegable es que resulta imposible desligar la decisión de lo ocurrido la noche del martes tras una campaña del PSOE, pilotada desde Moncloa, que llevó a los peores resultados históricos de la formación en Madrid.

Isabel Díaz Ayuso, en resumen, ha generado la primera crisis de gravedad en el sanchismo desde que Pedro Sánchez se convirtió en presidente del Gobierno en junio de 2018. 

Aura de invencibilidad

Al derrumbe de los puntales del partido en Madrid se suma la pérdida, en apenas tres meses, del aura de invencibilidad que acompañaba al partido desde 2018.

Algo a lo que ha contribuido la victoria de Ayuso, pero también las fallidas mociones de censura de Murcia y Castilla y León, así como la crisis generada por la espantada de Pablo Iglesias del Gobierno (y de la política). ¿Qué será ahora de Podemos y cómo influirá el cambio de liderazgo del partido morado en el gobierno de coalición?

A la herida abierta en Madrid se suma también el frente andaluz, con esa batalla por el liderazgo del partido entre Susana Díaz y el candidato deseado por Pedro Sánchez, Juan Espadas.

La decisión de la Comisión Ejecutiva Regional del PSOE andaluz de pedir a la Ejecutiva Federal de Ferraz que convoque primarias antes de lo previsto es consecuencia del miedo socialista a que el presidente de la comunidad andaluza, Juan Manuel Moreno Bonilla, convoque elecciones anticipadas para aprovechar el empuje del efecto Ayuso. Algo que, teme el PSOE, podría desembocar en una mayoría absoluta de Moreno que absorbiera buena parte del voto de Ciudadanos y de Vox.  

La aceleración de ese proceso de primarias demuestra, en fin, el miedo del PSOE a que la victoria de Ayuso provoque un efecto mariposa en toda España que acabe desalojando a Pedro Sánchez de Moncloa. El PSOE no perdía la iniciativa política desde junio de 2018. Ahora, y gracias a Ayuso, esa iniciativa está en manos de Pablo Casado y no del presidente del Gobierno.