El nombramiento de Dolores Delgado como fiscal general del Estado, la fraudulenta justificación de su idoneidad por parte del presidente Sánchez y el ataque de Pablo Iglesias a los magistrados en televisión, han abierto la caja de los truenos en las instancias judiciales.

Si ya es insólito que una ministra de Justicia pase directamente al Ministerio Público, más inaudito resulta que un vicepresidente se estrene en el cargo desplegando un argumentario barato contra la Justicia española, en el que es su enésimo intento por defender al separatismo y denigrar a los tribunales. 

Desconocimiento

Que el razonamiento de Iglesias sea que los jueces españoles son amonestados por Europa porque no se pliegan al criterio de los tribunales de un lander alemán o de un juzgado de Escocia, demuestra su desconocimiento supino tanto del orden procesal como de la jerarquía judicial.  

Las palabras del vicepresidente han obligado al Consejo General del Poder Judicial a salir en defensa de los magistrados, que ha instado a Iglesias a la "moderación" y a no politizar la Justicia.

Clima enrarecido

Que este enfrentamiento no ha hecho más que empezar lo corrobora la nota posterior que emitió Moncloa, en la que defendía el ataque de Iglesias a la Justicia inscribiéndolo en el ejercicio de su "libertad de expresión". Pero la libertad de expresión no debería ser nunca patente de corso del gobernante para faltar a la verdad. 

El Poder Judicial valorará hoy los requisitos de Dolores Delgado para asumir la Fiscalía General. Y aunque ni su dictamen es vinculante ni hay obstáculo alguno para su nombramiento, muchos de sus vocales entienden que la maniobra de Sánchez daña la separación de poderes, principio básico de un Estado democrático. Baste decir que, hasta ayer, Delgado denunciaba tramas políticas desde los escaños socialistas que ahora deberá abordar desde la objetividad del Ministerio Público. ¿Alguien se lo cree?

En este clima enrarecido los partidos deben ponerse de acuerdo para renovar el CGPJ y el Tribunal Constitucional. Las prisas que está demostrando el PSOE no deberían llevarle a caer en el esperpento.