La aritmética parlamentaria salida de las pasadas elecciones generales y la decisión de Pedro Sánchez de mirar a la izquierda y desdeñar la gran coalición constitucionalista vuelve a situar a Quim Torra en el tablero. No tanto por los ocho diputados de JxCat -Sánchez ve más factibles los trece de ERC-, sino por cuanto su socio preferente, Iglesias, pide sentarse a negociar con la Generalitat.

Claro que Quim Torra ya ha puesto precio para el diálogo: tres condiciones inasumibles y la "unilateralidad" como elemento irrenunciable. El presidente de la Generalitat, que este lunes se enfrenta en el TSJC a un presunto delito de desobediencia por no retirar los lazos amarillos de los edificios públicos, se permite argumentar además que en España hay "un problema de democracia" y vuelve a exigir la figura de un “relator” para el diálogo con el Gobierno.

Condiciones

Torra pretende convertir el diálogo entre el Gobierno y la Generalitat en una negociación entre iguales, algo aún más lesivo para la democracia que la cumbre de Pedralbes del pasado año. Y si entonces Sánchez tuvo que plegarse a esta exigencia de las autoridades separatistas para que diera el sí a la aprobación de la senda de gasto, los requisitos que reclama ahora Torra traicionan los consensos mínimos de la Transición y ponen en almoneda la propia dignidad del Estado.

Por si fuera poco, ha sido el propio Torra el que ha señalado a Jaume Asens, el perfil más independentista de los Comunes de Ada Colau, como el "mediador necesario" para reeditar un nuevo encuentro en Pedralbes. Hay que recordar que Asens, que aboga por la vía del referéndum, formó parte del equipo negociador que hizo posible el preacuerdo exprés entre populistas y socialistas. 

Sentido común

El mero hecho de que la investidura de Sánchez dependa de cualquier componenda con el separatismo es un torpedo al sentido común y al sentir mayoritario de los españoles. No se puede olvidar que ha sido Quim Torra el que con mayor fuerza ha alentado los disturbios que han colapsado las calles catalanas. 

Conviene que alguien en el PSOE ponga freno a esta huida hacia adelante de Sánchez, rehén de sus ambiciones y de partidos que aspiran a la destrucción del Estado.