El escenario en el que se mueve la investidura de Pedro Sánchez es cada vez más endiablado. Ahora el líder socialista intenta, en un giro inesperado, que al menos Iglesias vote no en la investidura. Y lo hace para evitar el escenario que más teme: ser elegido presidente sólo con los separatistas y Bildu. Puro Kafka

Lo cierto es que existe el riesgo para el PSOE de que la investidura salga adelante con el respaldo de los 14 votos de ERC, los 4 de JxCat, y los 4 de Bildu, más los 6 del PNV, el voto de Compromís y el del PRC de Revilla. Es decir, no sería necesario el apoyo de los 42 de Podemos, ya que PP, Cs, Vox, Navarra Suma y Coalición Canaria estarían en minoría.

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Esa situación sería catastrófica para la imagen de Sánchez, y por eso en Moncloa se trabaja ya con Podemos para evitarla, por mucho que se intente mantener la ficción de que las relaciones están absolutamente rotas.  

Qué duda cabe de que Sánchez, a menos de una semana de la investidura, se enfrenta a una de las situaciones políticas más complejas. Pero si se ha llegado hasta aquí no es por casualidad. ¿Por qué ERC se muestra ahora tan interesado en no bloquear la investidura? Porque cree que Sánchez es el mejor inquilino de la Moncloa para sus intereses y no querrían ver ni en pintura a Casado o a Rivera. Por lo tanto no quieren dar pie a unas nuevas elecciones.

Olvidar

El líder socialista está recogiendo parte de lo que sembró en el pasado. El separatismo fue su gran aliado para sacar adelante la moción de censura, apartar al PP y llegar a la Moncloa. Ahora Sánchez quiere olvidar aquella etapa -y hace bien- pero el pasado se vuelve a presentar ante él.

La mayoría de españoles apuesta, desde luego, por que haya gobierno, pero lograrlo a ese precio sería el acabose. También para la credibilidad de España en el exterior.