Si por algo va a recordarse esta campaña es por el modo descarado en el que el presidente del Gobierno ha querido utilizar la televisión en su beneficio. Después de auspiciar el famoso debate a cinco en Atresmedia porque incluía a Vox, la intervención de la Junta Electoral le condena a comparecer en el debate a cuatro en TVE. 

Pedro Sánchez ha quedado en evidencia. Hoy recordamos en EL ESPAÑOL que cuando era candidato a la Moncloa llevaba en su programa electoral la regulación y la obligatoriedad de los debates televisivos. Ahora que es presidente, no sólo le ha negado un cara a cara al jefe de la oposición sino que sólo consiente participar en un debate.

Transparencia

La realidad es que Sánchez, que se ha presentado como adalid de la transparencia y de la defensa de los medios públicos, despreció a Televisión Española. Prefirió acudir al grupo de comunicación privado para el que escribió sus memorias porque le garantizaba la presencia de Vox, al que ha convertido en el eje de su campaña. El candidato socialista quería aprovechar la presencia de Santiago Abascal para desgastar a PP y Ciudadanos. 

Descartada ahora esa posibilidad, Atresmedia intenta presionar para que el debate pueda celebrarse, pero el telegénico Sánchez ya ha aducido problemas de agenda. Lo cierto es que no quiere exponerse: se sabe por delante en la carrera hacia la Moncloa y quiere minimizar riesgos.

Compromiso

En una democracia avanzada, cuantos más debates, mejor. Por eso, y por el mal ejemplo que ha dado en este caso, Sánchez debería comprometerse a tasar su celebración en las próximas elecciones si sale elegido presidente. Tiene una ocasión magnífica para hacerlo la semana que viene ante las cámaras de TVE y frente a sus rivales.