Este viernes, el Parlamento británico ha rechazado por tercera vez el acuerdo de divorcio que la premier Theresa May firmó con Bruselas. La situación es tan grave que, a la luz de los acontecimientos, sólo quedan ya dos opciones, y toca volver a elegir entre lo malo y lo peor.

Si en los próximos días el Gabinete de May no propone una alternativa que permita al resto de los miembros de la UE adoptar una prórroga, estaremos ante el temido escenario del brexit sin acuerdo, es decir, la salida del Reino Unido de Europa por las bravas el próximo 12 de abril. Y ello, con consecuencias nefastas que, de entrada, acelerarían la recesión en la eurozona.

Ahora bien, la Cámara de los Comunes tiene previsto reunirse este lunes, y es posible, incluso, que se intente una prórroga larga del período de salida, de entre uno y dos años, cuya consecuencia directa sería que los británicos participasen en las elecciones de mayo

Incertidumbre

En la historia interminable del brexit cualquier paso va indefectiblemente encaminado al fracaso. Tanto que, como cuenta hoy EL ESPAÑOL, ya se ha abierto una fractura en la política común de Bruselas, y aquellos países más favorables a un acuerdo lo menos traumático posible empiezan a hastiarse -y con razón- de una incertidumbre que se ha vuelto sistémica.

Aparte está la variable de qué hará la propia May, que si hace unos días ofreció su dimisión para salvar su plan del brexit, ahora parece empecinada en someter su acuerdo de salida a una cuarta votación, a contrarreloj y antes de la Cumbre europea extraordinaria del 10 de abril. Esta cuarta votación podría prosperar en tanto que eurófobos radicales como Boris Johnson han apoyado este viernes a la primera ministra ante el temor de que finalmente no haya brexit.

Un nuevo referéndum

Conviene recordar que el Tribunal de Justicia de la UE decretó en diciembre que el Reino Unido puede revocar unilateralmente el brexit, siempre de acuerdo con los "requisitos constitucionales británicos". Es un clavo ardiendo al que agarrarse ante una crisis que amenaza con llevarse por delante todo lo que toca. Y más cuando, según una encuesta de la BBC, un 54% de los ciudadanos del Reino Unido serían hoy favorables a permanecer en Europa: un nuevo referéndum sería otra solución ante el desastre. 

Sea como fuere, el disparate debe acabar de inmediato y debe servir a Europa para reforzarse y vacunarse ante el riesgo creciente del euroescepticismo que, en España, ya empieza a echar raíces, abonado por el populismo.