Sergio Matarella se ha salido con la suya al desmontar el Gobierno que pretendía nombrar el euroescéptico Guiseppe Conte, el profesor sin experiencia política apoyado por el antisistema Movimiento 5 Estrellas y la ultraderechista Liga Norte. El presidente de la República ha encargado a Carlo Cotarelli, economista y exdirectivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), la formación de un Ejecutivo tecnócrata que casi con toda seguridad convoque elecciones después del verano.

La decisión de Conte de retirarse tras la negativa de Matarella de darle la cartera de Economía a un contrario al euro como Paolo Savona, hacía presagiar este desenlace. Cotarelli, conocido como ‘míster recortes’ en su etapa en el FMI, se ha destacado por sus críticas al programa económico del acuerdo de Gobierno firmado por el M5E y la LN.

Los líderes de ambas formaciones, ganadores de las elecciones del pasado mes de marzo y valedores de Conte, han arremetido contra Matarella al que acusan de excederse en sus funciones, y de ser un “traidor” a la patria. Incluso hablan de promover una especie de impeachment para descabalgarlo de la presidencia de la República.

Cuarta economía de la UE

La formación de un Gobierno de corte populista había puesto en alerta no solo al presidente italiano sino también a los mercados y a los socios comunitarios. El carácter euroescéptico de ambas formaciones intranquiliza a Bruselas, que sigue con temor los acontecimientos de la cuarta economía de la UE, –tras Alemania, Reino Unido, que todavía no ha cerrado su salida, y Francia– y al posible contagio que cualquier estornudo transalpino pueda provocar entre el resto de los socios.

Estos vaivenes políticos, como era de esperar, están causando estragos económicos en Italia. Este lunes, por ejemplo, la prima de riesgo se disparó hasta los 234 puntos –había cerrado el viernes en 210– y la Bolsa ha caído un 2,08 por ciento.

En la UE saben, tras el no muy lejano ejemplo griego, que combinar euroescepticismo con populismo político suele traer nefastas consecuencias, que podrían acabar desencadenando otra peligrosa crisis en la unión, especialmente si Roma lanza un pulso a Bruselas como el que en su día protagonizó Atenas.

Euroescépticismo ciudadano

Amenaza que, según el Financial Times, tendría cierta lógica en base a los pésimos números de la economía italiana. Pero con una diferencia sustancial desde el punto de vista de la reacción en cadena que podría provocar: Italia significa el 15,4 por ciento de la zona euro frente al escaso 1,8 por ciento de Grecia.

Y no es solamente el euroescepticismo de los dos partidos llamados a gobernar lo que inquieta a la Unión Europea. Preocupa igualmente el de los ciudadanos italianos: sólo el 60 por ciento de éstos está a favor del euro, una de las tasas más bajas entre los países miembros junto con la de Grecia; y únicamente el 37 por ciento tiene una imagen positiva de la Unión Europea, muy por debajo de la media comunitaria. Este último dato ha caído más de 20 puntos porcentuales desde 2007.

Existen dudas sobre la posibilidad de que unas nuevas elecciones aclaren la inestabilidad institucional que sobrevuela sobre la política italiana. Todos los sondeos señalan que los resultados serán tan parejos y complejos como los que ahora han colocado a Italia en esta encrucijada.