Transcurridas diez horas a oscuras, Pedro Sánchez compareció y explicó nada.
El percance había sido inesperado: desde Red Eléctrica nos habían asegurado que nuestro sistema eléctrico es el mejor del mundo, y el propio Sánchez había asegurado en varias ocasiones que los apagones sólo cabían en la imaginación calenturienta de la ultraderecha.
Transcurridas veinticuatro horas, Pedro volvió a comparecer y ya había encontrado un culpable: los operadores privados.