El PP no ha hecho la digestión de las elecciones generales del 23 de julio de 2023. No asimila que el resultado de aquel patinazo son cuatro años más de Sánchez. Una vez conseguida la investidura, resulta ingenuo pensar que pueda poner en riesgo la vida extra inesperada que obtuvo entonces. 

Por eso llevan 18 meses dando palos de ciego. Primero pensando que el actual Gobierno no llegaría a formarse. Y luego vaticinando cada día un final abrupto e inminente. 

Podría decirse que tampoco estos diez años han resultado suficientes para que en Génova 13 aprendan de una vez a leer la figura de Pedro Sánchez. Siguen razonando sobre él partiendo de la base de la homologación con Felipe González.

Se han autoconvencido de que estamos en una versión 3.0 de la legislatura 1993-1996. De modo que todavía piensan que la imposibilidad de sacar adelante unos Presupuestos se lo llevará por delante. 

La prueba más llamativa de todos estos errores de percepción está en que a día de hoy sigue sin lanzar un mensaje inequívoco sobre el objeto del pecado original del periodo abierto aquel verano: Junts per Catalunya

El expresident y líder de Junts, Carles Puigdemont, este viernes en Bruselas.

El expresident y líder de Junts, Carles Puigdemont, este viernes en Bruselas.

Esa formación política, un producto muy representativo de los tiempos extravagantes que nos ha tocado vivir, es un traje-sastre a la medida del protagonista del golpe institucional del 1 de octubre de 2017. Lo único en lo que se asemeja a la antigua Convergencia es en el desparpajo con el que despacha el Código Penal. 

Pocas preguntas periodísticas recomendaban menos el titubeo que la que Carlos Alsina le formuló a Feijóo sobre una hipotética visita a Waterloo. No hubo manera. Cómo será el grado de desconcierto que hasta esa especialista nata en nadar contracorriente que responde por Esperanza Aguirre afirma que "qué más da una foto". 

En vez de aprovechar el panorama despejado de elecciones para vender proyecto de país a largo plazo, el PP se agarra a cualquier clavo ardiendo que le permita creer que la presente legislatura no es más que un mal sueño. 

El doble prófugo no lo ha podido dejar más claro. No se puede contar con sus chicos para una moción de censura en la que, forzosamente, tiene que participar Vox.

En el caso de que tuviera sueños húmedos con un Gobierno de coalición derechista que a él le haga ganar votos en Cataluña, será cuidadoso en no dar la imagen de que ayuda a materializarlo. De ahí la insistencia en la cuestión de confianza. 

Es el mejor favor que le puede hacer al PP. Si Alberto Núñez-Feijóo llegara al poder mediante un cambalache en el que tomaran parte Puigdemont, desalojaría a Pedro Sánchez de La Moncloa, sí.

Pero, al mismo tiempo, le otorgaría una indiscutible victoria. La de certificar que su manera de hacer política sobrevivirá a su propia figura.