Ver el debate de investidura este fin de semana ha sido como ver en directo una versión posmoderna del suplicio de Tántalo.

Si este ofreció a los Dioses a su hijo Pélope, trinchadito y al punto de cocción, cuando se quedó sin viandas, Sánchez está haciendo lo propio al facilitar cuchillo santoku al separatismo mientras coloca a España en la tabla de cortar y la sujeta fuerte. La diferencia es que Sánchez no cree en más Dios que en sí mismo, así que la ofrenda es a mayor gloria de su propia figura. Ya podría haber lanzado una cabra a un volcán. Pero Tenerife le pillaba a desmano y además el Teide está inactivo. Iba a ser lo mismo que lanzar a la cabra desde un campanario y seguro que alguna sección animalista de Podemos podría ofenderse. No está la cosa como para jugarse un voto positivo por un artiodáctilo.

Así se las vio el pobre en el debate, que tuvo que ejercer de cínico impostado, casi de monologuista de La chocita del loro, cuando hablaba con unos, y hacer gala de indulgencia complaciente de tía abuela con el bolsillo lleno de caramelos rancios, cuando hablaba con otros. Tras ese espectáculo de funambulismo tiene una la sensación de que entregarle los mandos de la nave es tan irresponsable como dejar conducir tras una noche de fiesta al único amigo dipsómano y narcoléptico del grupo.

Cuando lo de Tántalo, los Dioses decidieron castigar su meada fuera de tiesto condenándole a sufrir hambre y sed mientras permanecía eternamente atrapado en un lago, con el agua llegando apenas a su barbilla, de manera que no pudiera beberla, y una gran rama cuajada de frutos pendiendo sobre su cabeza, a la altura precisa para que apenas pudiera rozarlas con sus labios sin llegar a alcanzarlas. Tenían mala leche, los Dioses.

Con Sánchez han sido magnánimos. Le han dejado en la primera votación tras el debate de investidura con una victoria pirriquísima, por la mínima, sin llegar a alcanzar las uvas o sorber el agua. Pero en segunda votación, donde la mayoría simple y escuálida sí le sirve para formar gobierno, la rama le será alcanzada gracias a la abstención de ERC. Y con el apoyo de UP, PNV, Más País, Compromís, Teruel Existe, Nueva Canarias y BNG (me he cansado solo de enumerarlos a todos). Un gobierno que se va a parecer más a una colchita de patchwork que a un proyecto político semiserio. He asistido a cenas de antiguos alumnos que llevaban décadas sin verse en las que había más cohesión y más sentido de grupo.

Pero mira, la ofrenda le habrá servido a nuestro Tántalo particular para conseguir no pasar a la historia como el único presidente del país que siempre estuvo en funciones. Sánchez es a la política lo que un guionista freelance al trabajo estable: siempre están entre proyectos.