Un imposible metafísico es eso de un PP vasco con perfil propio. Un vago síndrome de Estocolmo con los sabinos refinados de Neguri y un partido que anda entre la nada y un cunero por Segovia, Maroto, que quiso vasconizar Treviño por hacer algo. He leído con interés las crónicas de la bronca entre Cayetana y Alfonso Alonso, y he comprobado la verdad: que si el PP juega a foralista, atenta a la igualdad entre aquí los españoles, por mucho que doblen el sentido común y nos digan que el cupo es una forma patriótica de contribución. O que sea uno de los desbarres del 78.

Si por algo Cayetana dio el paso, dejó el columnismo activo y mayéutico y se embarró en la política fue, precisamente, para limpiar los cristales peperos. En Vitoria no le perdonan ni su acento ni sus lecturas, con ese temor de la cuadrilla a lo ajeno. Cayetana podría usar un tono suave, pequeño, peludo, como un Platero en la oratoria; pero no, CAT se pone soberbia y porteña cuando hay que ponerse. CAT está en su sitio y Alonso marea la perdiz en esa moda de euskaldunizar el PP, que es una manera de asumir los requesones y los calostros carlistones.

Después de la paz de los cementerios que vivimos todos los vascos y todos los españoles, después de que Batasuna venga blanqueada con no pocas fanfarrias, vemos que el PP vascongado pierde el Norte. Por eso era cuestión de tiempo que Cayetana los metiera en cintura porque es claro que señales de pesececiazión del PP vasco son más que alarmantes. Casado ha templado gaitas, sí, pero Casado sabe que en su refundación no caben estos melindres y estos conchabeos con el PNV, especialmente ahora que ya no vive el gran Iñaki Azkuna y los jeltzales se nos vuelven socialdemócratas para seguir pasando el cazo a la buena gente de Maracena, Orihuela o La Mudarra.

Sé que hay un PP que da por hecho que en el País Vasco sus siglas vivan un gazpacho ideológico, que vendan no sé qué perfil gafapastero. Desde lo de María San Gil, han perdido el oremus y se celebra que CAT, a la que empiezan a odiar, les cante las verdades del barquero. CAT no es Juan José Cortés, no, y por eso tiene la fuerza para abroncar a esa tumoración vascuence y hipster que le empieza a salir al PP por Vascongadas.

La Historia los juzgará cuando habíamos ganado cierta paz...