El Día de la Mujer fue el día de todas las mujeres menos la mujer del presidente Sánchez. Para ella fue el Día de la Mujer De. Y allí estaba celebrándolo en cabeza de la manifestación con otras mujeres del PSOE a las que al fin y al cabo también había elegido Sánchez, todas cantando no tanto en favor de las mujeres como en contra del PP: vendiendo el feminismo por un plato de lentejas electorales. Como le gusta a Sánchez.

En vísperas de la jornada, Irene Montero (una mujer muy preparada pero que ocupa el puesto de portavoz de Podemos por ser la pareja del líder de Podemos) justificaba la hinchazón ideológica del manifiesto diciéndole a Ferreras que “este sistema económico es incompatible con la vida”. Lo repitió unas cuantas veces. Como también repitió unas cuantas veces, al hilo de sus efusiones, la expresión “jolín”. Fue maravilloso. Anticapitalismo y jolín: en esa fórmula se cifra todo Podemos.

El capitalismo es incompatible con la vida, y después de decirlo vuelves al chalet de Galapagar. A vivir sin vivir en ti, o muriendo porque no mueres (¡tan alta vida esperas!). El otro día unos amigos columnistas gamberreaban con la situación imposible de los Iglesias Montero. “La única manera que tienen de recuperar la credibilidad revolucionaria es salir y prenderle fuego a la garita de los guardias civiles que protegen el chalet”. Pablo Iglesias es ya un personaje de García Márquez: un general en su laberinto, en pleno otoño del patriarca.

El cartel de su regreso es el de Mambrú volviendo de la guerra de los biberones. Aunque los que vuelven tan apoteósicamente de sus chalets son las estrellas de la canción, que son a las que evocan el cartel. Pablo Iglesias como El Puma (¡pavo real!). En el permiso de paternidad de Iglesias ha habido todo menos normalidad: lo ha vendido con un énfasis embarazoso; para venderse a sí mismo.

Mientras tanto, ha salido el vídeo en el que compara a Albert Rivera con el nazi Adolf Eichmann. Recordándonos toda la basura que ha venido arrojando Iglesias desde que llegó. Y no volverá para recogerla, sino para seguir arrojándola. Para nuestra desgracia, tiene que pagarse un chalet.

Otro chalet aproximadamente anticapitalista es el del expresidente Zapatero, quien lo ha comprado por 800.000 mil euros cuando antes de la crisis valía dos millones. Su negación de la crisis, que agravó la crisis, ha terminado siendo el gran negocio de su vida. ¡Jolín!