José Bono (Salobre, Albacete, 1950) está en forma. Bordea el medio siglo de militancia en el PSOE y vive lejos de la primera línea política, pero conserva el interés por los asuntos públicos, el olfato político y la picardía en los comentarios, que suele sintetizar a modo de contundentes titulares. 

Esta semana ha recuperado la adrenalina de las entrevistas, la atención a sus propios gestos ante las cámaras y el interés público por las muchas revelaciones que contiene su tercer (él dice que último) libro en forma de diarios: Se levanta la sesión. ¿Quién manda de verdad?. En él hay innumerables anécdotas, descarnadas descripciones de personajes relevantes y un buen repaso a la política entre 2008 y 2011, la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero en la que él fue presidente del Congreso de los Diputados.

Pero Bono tiene opiniones vivas sobre lo que está pasando ahora, en este mismo momento, desde el caso de los ERE, un asunto en el que da la cara por sus compañeros de partido, hasta la investidura y la figura del propio Pedro Sánchez, tan criticado por él antaño. Su relación fluye fundamentalmente por whatsapp pero, si se encontrasen en un acto público o en un ascensor, es de esperar que el trato sería más que cordial. El tiempo ha acabado por acercar los puntos de vista del hoy jefe de Gobierno y el exministro de Defensa y expresidente de Castilla-La Mancha, que apoya la coalición de Gobierno con Pablo Iglesias incluso aunque prospere gracias a ERC. Según él, no hay otra vía posible. 

Entrevista a José Bono Silvia P. Cabeza

Al ser un diario que el propio Bono asegura haber ido recopilando concienzudamente, jornada a jornada, los detalles y las frases textuales cobran un mayor valor. Entre ellos ha llamado la atención las dudas que el jefe de la Casa Real Sabino Fernández Campo expresó, de manera indirecta, sobre el golpe de Estado del 23-F.

¿Estuvo el Rey implicado de alguna manera en el golpe del 23-F?

El rey emérito empezó a ser mi rey el día 23 de febrero [de 1981]. Hasta entonces había sido el rey que había puesto Franco. Le faltaba legitimidad porque no se la podía dar quien no la tenía. Esa noche, yo estaba en el Congreso. Él, vestido como capitán general, ordenó a los golpistas que se aquietaran y se sometieran a la Constitución. El Rey hizo mucho por la democracia, mucho más que todos sus antepasados juntos.

Yo doy cuenta en el libro de una conversación que tiene con el capitán general de Valencia, Milans del Bosch. Sabino Fernández Campo me cuenta que todo el mundo estaba muy preocupado por esa conversación. Sabino se acercó al Rey y le preguntó qué tal había ido. "No te preocupes, Sabino. Le he dicho lo mismo que él venía a contarme", le respondió. Aquello dejó muy preocupado a Sabino. Me lo contó y lo cuento. Sabino quería darme a entender que algo debió decirle Milans del Bosch al Rey. Lo cuento y apostillo: yo me quedo con la versión del Rey.

Sus revelaciones han sido polémicas. No sólo las de Fernández Campo sino otras sobre la negativa de Juan Carlos I a abdicar o la falta de preparación del entonces príncipe Felipe. ¿Hay algo de ajuste de cuentas en este libro?

Quien diga eso ni ha leído el libro ni lo ha ojeado. Digo claramente que el reinado de Juan Carlos I ha sido muy positivo para la consolidación de la democracia. Sus aciertos han sido muchos más que sus errores.

¿En qué momento descubre que Juan Carlos I no es esa figura idealizada durante muchos años en tantas hagiografías? En el libro relata cómo su hija no se puede creer que el Rey haya matado un elefante.

Los que no somos ardientes defensores del principio dinástico sino que lo aceptamos por el accidentalismo histórico que en España nos ha dado buen resultado no nos tenemos que caer del guindo. Ni tienen sangre azul ni son divinos. Sencillamente son humanos. Eso es lo que al rey Juan Carlos le hace grande. Tengo más afecto por él que admiración política porque evidentemente el rey no es del PSOE.

En 2011 Juan Carlos I dice que morirá rey en la cama y que Felipe VI tardaría 100 años en conseguir sus objetivos porque se empeñaba en seducir a los españoles uno a uno en su despacho. En sus últimos años en el trono, Juan Carlos I no tenía nada clara la posibilidad de abdicar. ¿Vivía desconectado de la realidad social del país?

Cuanto digo es rigurosamente cierto. El Rey me confirmó en varias ocasiones que moriría rey en la cama. No había, ni mucho menos, un clamor popular para que abdicase. Al final, fueron Urdangarin, Corinna y el elefante lo que quizás motivó su renuncia. A lo largo de su reinado fue querido y respetado. Estos errores finales no empañan los muchos aciertos.

José Bono, esta semana en Madrid. Silvia P. Cabeza

¿Cuál fue el mayor error en torno al Estatut de Cataluña? ¿Anunciar que se aceptaría lo que aprobase el Parlament? ¿Negociarlo? ¿El recurso del PP? ¿La sentencia del Tribunal Constitucional?

Un día, Pasqual Maragall se reunió con [Manuel] Chaves, [Juan Carlos Rodríguez] Ibarra y conmigo y nos dijo que él no podía ir a las elecciones si no prometía un nuevo Estatuto. Nos aseguró que iba a ser uno que nosotros podríamos aceptar plenamente porque iba a ser acorde con la Constitución. Nos engañó o, mejor dicho, lo que luego envió no se compadecía con lo que nos había dicho. El primer error fue prometer y propiciar un Estatuto que no reclamaba nadie. El instituto de estudios de la Generalitat mostró en una encuesta que no era una prioridad ni para el 0,4% de los catalanes. Fue un invento de los socialistas catalanes, dirigidos por Maragall, y después no pudieron controlar su desarrollo. Eso me llevó a dimitir. Era el inicio real de un proceso de secesión, una especie de Constitución de un Estado que ya proclamaban como una nación diferente de España.

El gran error de los poderes públicos en Cataluña es no estar unidos para defender la igualdad

Zapatero dice que si el Tribunal Constitucional no hubiera anulado algunos artículos, no estaríamos como estamos. Apuesta por volver a la versión aprobada en referéndum para comenzar a solucionar el problema. ¿Está de acuerdo?

La sentencia del Constitucional no está para un aplauso porque artículos que en otros estatutos rigen y están en vigor se declararon inconstitucionales en el de Cataluña. El trabajo fue muy largo y poco eficaz. No vale culpar a quienes lo recurrieron. Los independentistas catalanes no llegaban al 15% en aquellos años y ahora están por encima del 40%, felizmente en regresión.

El gran error que hemos cometido desde los poderes públicos es no sentirnos unidos en defensa de algo que merece la pena ser proclamado: la igualdad. Es mucho más progresista la igualdad que la identidad. Es más progresista la Constitución que eso de que como pagamos más impuestos tenemos más derechos. Hemos sido pacatos. No hemos sabido defender la Constitución que hicimos. Incluso hemos creído que era más progresista estar de acuerdo con los nacionalistas. Y no hay cosa más antigua, más trabucaire y más carlistona que el nacionalismo.

¿Ha hecho daño al PSOE o a España que el PSC fuese un partido autónomo y que en algunas épocas coquetease con el nacionalismo?

El PSC actual ha cambiado mucho respecto a etapas anteriores. No tengo la más mínima duda de que si Felipe González se hubiese presentado a las elecciones autonómicas, no hubiese sido presidente ni Jordi Pujol ni Artur Mas. Hubiésemos ganado como ganábamos las elecciones generales.

¿Habría impulsado una marca del PSOE en Cataluña o un sólo PSOE?

Lo que no hubiese hecho es unos estatutos en los que el PSC no estuviese subordinado al órgano federal. Las decisiones trascendentes las tomaban en el PSC sin que el PSOE participase en ellas, aunque el PSC sí lo hiciese en las del PSOE.

El mayor error de Zapatero fue decir que lo que viniese de Cataluña lo aceptaríamos

¿Cuál fue el mayor acierto y el mayor error de Zapatero?

El mayor acierto fue, sin duda ninguna, proclamar las libertades civiles. Su ley de matrimonio entre personas del mismo sexo es premonitorio de lo que ocurrió en el resto de Europa y el mundo progresista. Fue valiente en la defensa de los derechos. Otro acierto: la retirada de las tropas de Irak. ¿Un error? Decir que lo que viniese de Cataluña lo aceptaríamos aquí.

¿Puede depender el Gobierno de España de un partido que tiene a su presidente en prisión por sedición y malversación, como es Oriol Junqueras?

En modo alguno. ERC tiene dos alternativas: abstenerse y que el Gobierno siga adelante o votar en contra, e iremos a terceras elecciones. Si quiere incrementar su presencia en favor del secesionismo, que pierda toda esperanza. Si se abstiene y favorece un Gobierno socialista, ERC debe perder toda esperanza de que eso le va a favorecer de alguna manera su veleidad, su deseo o pretensión secesionista. El PSOE marcará esa línea roja en virtud de la cual nunca se favorecerá la secesión desde un Gobierno socialista democrático.

¿Puede o debe ofrecerles algo Pedro Sánchez?

Ganarse el Gobierno probablemente exija dialogar, pero con una línea roja. Jamás unos pocos en Cataluña van a poder decidir en referéndum lo que deben decidir todos los españoles. Permitir que los menos puedan decidir lo que corresponde a los más es directamente un acto antidemocrático. La pretensión de un referéndum en Cataluña es un acto antidemocrático, injusto e inconstitucional.

Un relator es un insulto a la democracia: sólo me valen los taquígrafos del Congreso

¿Y un relator o una mesa de partidos?

Un relator es un insulto a la democracia española, que está consolidada. Lo que necesitamos es que los relatos democráticos ocurran sin relator y sin cuentos: en el Parlamento, abierto, con luz y taquígrafos. Que el único relator sean los taquígrafos del Congreso de los Diputados.

¿Debería Sánchez aceptar una “mesa de negociación” como la que ERC plantea en su consulta a la militancia?

Me interesan las letras mayúsculas. Estas son palabras menores en las que el juego de palabras tiene menos sentido que la intención. Lo que tiene que quedar claro es la línea roja que el PSOE no puede saltarse, ya sea con mayúsculas, minúsculas, en mesa de partidos o en mesa camilla. El referéndum sobre la unidad de España no corresponde a ningún territorio autonómico sino al conjunto de la nación. Se puede decir en música o en prosa. Violar eso sería violar la propia Constitución.

¿Hubiera sido un gran pacto PP-PSOE su primera opción?

Hoy, el único Gobierno posible es el que ha propuesto Sánchez. Cualquier otro, que hubiese sido deseable, como el del PSOE y Ciudadanos, no fue posible porque Rivera habló de la banda. El PP está echado al monte. Un partido que no llega a 100 diputados debería ser más humilde. Dejó caer a su Gobierno por la corrupción y va de la mano de Vox en diferentes Gobiernos autonómicos. Un partido así no es ningún bizcocho de canela. Está muy mal, debería reconocerlo y no ser tan soberbio. Así, podríamos llegar a algún entendimiento, si no de Gobierno por lo menos para que frente al secesionismo unido y entrenado pudiéramos presentar un equipo constitucional respetable.

No ve entendimiento posible con el PP ni aunque la vía de la coalición con Unidas Podemos fracase.

Me encantaría, pero cuando iban escrutados el 30% de los resultados del 10 de noviembre, el PP salió pidiendo que Pedro Sánchez se fuese a su casa. ¿En qué cabeza cabe un acuerdo con quien dice eso? La culpa es del PP directamente, aunque yo siempre he defendido la necesidad de acuerdos.

Vox me da miedo porque en la sociedad española puede instalarse la intransigencia

¿Le asusta Vox?

Sí. No me gustan. Su programa es detestable, con odio hacia las personas que llegan a nuestro país a trabajar, aunque no tengan papeles ¡Un mínimo de misericordia y cercanía! Soy incapaz de desechar a una persona que me está pidiendo pan. La homofobia, la aversión al feminismo o esa manera de defender  a Franco… ¡Franco no es un anciano bondadoso!. Fue un dictador que firmó el enterado de 50.000 sentencias de muerte acabada la Guerra. No condeno a quienes les han votado, pero me dan miedo ellos [sus dirigentes] y que se instale en la sociedad española la intransigencia.

¿Comparte su crítica a las autonomías y el diseño territorial actual? ¿Fue el café para todos una entelequia?

Con Vox no quiero coincidir ni siquiera en misa porque podría haber malos entendidos. Las autonomías y el café para todos fueron una salida, pero no una solución. En Castilla-La Mancha nunca habíamos pedido la autonomía y nos la dieron para que los militares golpistas y levantiscos se calmaran. Les dijeron que lo que les iban a dar a Cataluña y País Vasco también se lo iban a dar a Toledo, Murcia y La Rioja. Parece que aquello les calmó, pero no fue una solución sino una salida. No hay que dar marcha atrás pero sí reconocer que catalanes y vascos tienen singularidades que no tenemos en Castilla-La Mancha, como una lengua o una tradición de reclamación de su autonomía. Eso no debe llevarnos a las desigualdades. Lo contrario a la igualdad no es la diferencia sino la desigualdad.

El expresidente de Castilla-La Mancha, en un momento de la entrevista. Silvia P. Cabeza

Los expresidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán han sido condenados por el caso de los ERE. El segundo, a seis años de cárcel. ¿Es la Gürtel del PSOE?

No se puede comparar a un ladrón con alguien que comete un error. Es probable que Griñán, Chaves o Magdalena [Álvarez] cometieran algún error. Pero lo que ocurrió en la Gürtel es que metieron la mano en el Tesoro público de todos los españoles y se llevaron dinero a sus casas. Yo estoy seguro de que estos tres no se llevaron ni un euro público a su bolsillo. La diferencia que separa a Gürtel de los ERE es la que separa a los ladrones de los que cometen errores.

Probablemente me equivoqué sobre Sánchez: ahora, en plena investidura, no le voy a calentar la cabeza

Dijo usted en una entrevista en EL ESPAÑOL que Pedro Sánchez no podía coser el PSOE porque tenía "aguja pero no hilo". Era la campaña de primarias de 2017 y usted apostaba claramente por otra candidata. ¿Ha mejorado su imagen del hoy presidente?

Soy humano, no divino, y no siempre he acertado en mis declaraciones, sobre todo en la oportunidad, al margen del contenido. Pertenezco a la familia socialista desde hace 50 años. Cada vez que levanto una palabra más que otra y molesta en mi partido, el que se equivoca no es mi partido, soy yo. Probablemente en aquella ocasión me equivoqué. Me debí ver impulsado por quien me hacía las preguntas.

Hay quien dice que se ha vuelto usted "pedrista".

Si lo que me quiere recordar es que voté a Susana y no a Pedro, es cierto. Si lo que se pone en cuestión es mi lealtad al partido, 50 años de vida militante es mucho tiempo, mucho compromiso, mucho corazón y mucha historia, con aciertos y errores como para cuando mi partido está en trance de intentar formar Gobierno le intente calentar la cabeza a nuestro secretario general.